viernes, 23 de enero de 2009

El partido y la revolución - PRIMERA PARTE

El partido y la revolución

Teoría, programa y política
polémica con ernest mandel

Un documento escandaloso

(en respuesta a “En defensa del leninismo, en defensa de la Cuarta Internacional” de Ernest Germain)

Nahuel Moreno

(Tomado de Ediciones Antidoto, Buenos Aires, 1989)

Indice

Presentación

Prólogo

Nuestros orígenes

La Cuarta Internacional en la postguerra

La discusión sobre los nuevos estados obreros

El impresionismo de Mandel

El “pablismo”

La traición a la revolución boliviana de 1952

El Comité Internacional

La reunificación de 1963

La desviación guerrillerista de Mandel

La capitulación a la vanguardia juvenil ultraizquierdista

Nuestra ruptura con el SWP norteamericano

Mandel capitula al eurocomunismo

La revolución nicaragüense divide al SU

Introducción

Un criterio objetivo para polemizar

El camarada Germain discute como un abogado

¿Sobre qué debemos discutir?

Capítulo I Bolivia, clave de la actual discusión

Las previsiones de la mayoría

El “Che” Maitán

El laboratorio Frank-Germain

Los “aportes” del SU

Un equipo coherente de elaboración: ninguno acertó

Ultraizquierdismo y trotskismo frente al peligro fascista

El ultraizquierdismo stalinista del “tercer período”

El ultraizquierdismo guevarista

¿Todos los gobiernos son iguales?

Barrientos - Ovando - Torres

Trotsky contra el POR(C)

Nuestra sección frente a los golpes

El primer golpe

El segundo golpe

Y llegó el tercer golpe

La verdadera política del POR(C)

Pese al POR(C) las masas se movilizan

Octubre de 1970, ¿una “derrota de las masas”?

De la guerrilla rural al... “armamento de las masas”

Temario y recomendaciones verdaderamente trotskistas

El armamento “en sí” a pocos días del golpe de Banzer

Cómo amasar el propio fracaso

Trotsky y la lucha armada

El trabajo sobre el ejército

Seis años guerrilleros contra un día de las masas

La mayoría le echa la culpa a las masas

Organismos artificiales contra organismos de las masas

El POR(C) y la Asamblea Popular

Lo que dijimos nosotros

Con las masas nada, con la burocracia y el reformismo unas cuantas cosas

Germain falsifica la política del POR(C)

El FRA: un frente con la policía y el ejército bolivianos

El POR(C) se disciplinó al FRA

Moreno, consejero del POR

Moreno se equivocó; el IX Congreso también

La verdadera posición de la minoría

El frente único obrero

Las milicias armadas de la COB y los sindicatos

Lo que decía “La Verdad” en marzo de 1971

El porqué de nuestro “guerrillerismo”

Cuba, la OLAS y la guerra civil continental

Capítulo II Argentina: la prueba definitiva de dos líneas

Los hechos desmienten a Germain

Primer hecho: el cordobazo

Segundo hecho: los conflictos obreros

Tercer hecho: Sitrac-Sitram

Un criterio definitivo: comparar las dos organizaciones

Nuestra supuesta capitulación ante el fraude y el gobierno militar

La “lección” que Tosco dio a Moreno

Nuestro “silencio” frente a la dictadura

¿Hemos capitulado con Perón?

Una táctica sacada de contexto

Un análisis dinámico del peronismo

¿Cuántos burgueses se necesitan para hacer un frente popular?

El Frente Amplio en Uruguay

¿Debimos presentarnos a elecciones?

¿Por qué era correcto en medio de la revolución boliviana?

Sin participación no había política correcta

Lo que les pasó a las sectas argentinas

Nuestra táctica electoral y las movilizaciones

Nuestra plataforma electoral y nuestra utilización de la televisión

Nuestra campaña electoral y las luchas obreras

Una vez más: ¿Había o no que participar en las elecciones?

La política guerrillerista de la mayoría

Las críticas llegan muy tarde

Un balance entusiasta de la actividad del ERP

Del guerrillerismo al sindicalismo revolucionario ultraizquierdista de la huelga general “en sí”

Un programa que nunca se encontró con su realidad

Una “huelga general insurreccional” estilo anarcosindicalista

La sección oficial rompe con la Internacional

¿Quién supo prever la ruptura?

Germain embellece las posiciones del PRT(C)

¿Quién caracterizó correctamente al PRT(C)?

Capítulo III El documento europeo y la sección francesa

¿Europa occidental se convirtió en una isla?

¿Europa occidental dejó de ser imperialista?

Un documento mudo frente a las colonias portuguesas, Vietnam del imperialismo europeo

Una “solidaridad” que no basta

¿Dónde quedó el amor por la “lucha armada?

La sección francesa frente al imperialismo francés y al europeo

Comencemos por Rouge

El imperialismo francés

Qué dicen el programa, el CC y el Congreso de la Liga Comunista

La campaña electoral

¿Diez mandamientos o una sola política correcta?

Diez tareas centrales y ningún eje político fundamental

Un documento que no arma a los militantes

El programa para los obreros inmigrantes

Retomemos una gloriosa tradición

Capítulo IV Dos trayectorias

La mayoría falsifica nuestra historia

La “guerrilla” dentro de la Internacional

Nos sancionan por no obedecer a un demente

¿Quién luchó contra las desviaciones oportunistas de nuestra organización?

Un mérito exclusivamente nuestro: seguir siendo trotskistas

Dos trayectorias frente a los grandes acontecimientos mundiales

Llegó la hora del balance

La causa de tantos errores

Nuestra propuesta

Capítulo V Las estrategias decenales

Teoría, estrategia y táctica

Una historia teórico-estratégica del movimiento obrero

Relación de la teoría con la estrategia y la táctica

El trotskismo tiene dos únicas estrategias a largo plazo: construir el partido y hacer la revolución para tomar el poder

Un ejemplo ilustrativo

El error más grave

La historia del entrismo “sui generis”

¿Para qué se votó el entrismo?

El castrismo: un “olvido” significativo

¿Se puede votar el entrismo para un largo período?

Una táctica para situaciones excepcionales

El entrismo preconizado por Trotsky en los años 30

¿Fue un error fundar la IV Internacional?

Las condiciones cambian, pero la “estrategia” ¡jamás!

Un programa reformista para la revolución política

El programa revolucionario del trotskismo ortodoxo

Bolivia 1952-55: Por qué no luchamos por el poder

El fracaso del nacionalismo burgués

El trotskismo adquiere influencia de masas

El “entrismo sui generis” frente a los golpes reaccionarios argentinos del ‘55 y a los gobiernos gorilas del ‘55-’58

Previmos el golpe y luchamos contra él desde diez meses antes

La sección oficial no dijo ni una palabra contra el golpe

La verdadera explicación: el entrismo “sui generis”

La estrategia del control obrero

El control obrero y el problema del poder

¿Se puede construir el socialismo sin tomar el poder?

Dos interpretaciones y dos políticas para la huelga general de mayo de 1968 en Francia

Trotsky y la huelga general

Mandel y la huelga general de mayo de 1968

La estrategia del IX Congreso para América Latina

Nuestras verdaderas diferencias sobre la lucha armada a propósito de cuatro ejemplos

Trotsky sobre China

Trotsky y la lucha contra el fascismo

La Revolución Cubana

Hugo Blanco en Perú

Capítulo VI ¿Partido mandelista o partido leninista?

El nuevo carácter de nuestros partidos

¿Qué es la vanguardia?

¿Dónde entran las organizaciones reformistas?

La verdadera relación entre acción, experiencia y conciencia

¿Conciencia científica o política?

Un análisis vanguardista y estrategista

Análisis, realidad y política

El análisis marxista de las etapas

Los “análisis justificación” de la mayoría

¿Por qué degeneraron la II y la III Internacionales?

Las situaciones prerrevolucionaria y revolucionaria

El concepto germainista de normalidad

Lenin y Trotsky Sobre la orientación de los partidos comunistas y trotskistas

Trotsky contra Germain

Nuestro trabajo político sobre las masas y la vanguardia: propaganda y agitación

El arte de encontrar las consignas

La especificidad de las consignas

Cómo se gana a la vanguardia

La dialéctica masas vanguardia

Programas y consignas: su relación con las necesidades y conciencia presentes del movimiento de masas

Germain y nosotros en una huelga general

¿”Iniciativas revolucionarias” del partido?

Con las “iniciativas revolucionarias” o con el movimiento de masas

Una concepción superestructural y subjetiva del frente único

El frente único es una táctica

El frente único en Francia

Dos olvidos: los militantes profesionales y el centralismo democrático

Los militantes profesionales

El centralismo democrático

Volvamos al partido leninista-trotskista

Hay un solo programa revolucionario

¿Qué es para Germain la IV Internacional?

Las características esenciales de los partidos leninistas-trotskistas

Capítulo VII Elementos revisionistas en las concepciones de Germain

Mandel y Germain transforman en subjetivas las premisas objetivas de la revolución socialista

“Las fuerzas productivas han cesado de crecer”

Un sistema económico para la contrarrevolución mundial

La tercera revolución industrial y sus límites

Una interpretación fenomenológica del Programa de Transición

Una primera clasificación de las consignas

El problema de lo inmediato y lo mediato

Buscar las consignas que movilizan

Germain cuestiona la revolución permanente en los países adelantados

Una pausa para recordar a Trotsky

El imperialismo y la autodeterminación nacional

Las consignas democráticas y la revolución permanente

Germain revisa la teoría de la revolución permanente para los países coloniales y semicoloniales

La lucha contra el imperialismo es una tarea socialista

¿”Política trotskista” con revisionismo teórico?

Germain revisa la concepción marxista de los movimientos nacionalistas de las nacionalidades oprimidas

Una escandalosa falsificación

La independencia de clase

Capítulo VIII El mayor peligro es la tendencia mayoritaria

Conocemos de antemano la respuesta de Germain

La crisis de nuestra Internacional es la crisis de su dirección


Presentación

El trabajo que presentamos es la más voluminosa y una de las más importantes obras polémicas de Nahuel Moreno contra Ernest Mandel. Este último es el más conocido dirigente trotskista vivo y uno de los más importantes economistas marxistas contemporáneos. Nahuel Moreno, fallecido en enero de 1987, fue el máximo dirigente y fundador de la más dinámica de las corrientes trotskistas existentes, la Liga Internacional de los Trabajadores - Cuarta Internacional, y del más grande partido trotskista del mundo, el Movimiento al Socialismo (MAS) de Argentina.

Este trabajo fue escrito por Moreno durante el año 1973, como aporte a la polémica previa al Décimo Congreso Mundial del Secretariado Unificado (SU) de la Cuarta Internacional, que se realizó en enero de 1974. Lo acompañamos de un prólogo elaborado por Moreno en 1985 que, por dar una ubicación histórica de esta discusión, nos exime de otros comentarios.

Mandel había presentado —firmado con su seudónimo Germain— un material titulado En defensa del leninismo, en defensa de la Cuarta Internacional. En él defendía en forma un tanto vergonzante la política que había levantado en el anterior Congreso Mundial del SU, el Noveno, de tomar como tarea central en América Latina la creación o preparación de guerrillas rurales. Moreno centró su polémica en ese documento y esa experiencia aunque, como podrán apreciar los lectores, la discusión se extendió a muchos otros importantes terrenos de la teoría marxista, leninista y trotskista sobre la revolución y el partido. Por esa razón, el título original de este trabajo era: Un documento escandaloso (en respuesta a “En defensa del leninismo, en defensa de la Cuarta Internacional” de Ernest Germain).

Los editores nos hemos tomado la libertad de titular este libro El Partido y la Revolución (Teoría, programa y política: Polémica con Mandel) ya que es alrededor de estos temas que Moreno desarrolla en esta obra su más amplia y sistemática crítica a las concepciones mandelistas. Sólo cabe agregar que este trabajo se convirtió prácticamente en un manual para la construcción de partidos trotskistas enraizados en la clase obrera en decenas de países, y su impacto en las filas del trotskismo mundial, sobre todo el latinoamericano, fue de tal magnitud que también se lo conoce familiarmente como “El Morenazo”.

Los editores
Buenos Aires, junio de 1989

Prólogo

Esta será la primera edición completa disponible para todo el público lector de mi trabajo “Un documento escandaloso”. Esta extensa polémica contra Mandel y la corriente internacional trotskista que él encabeza fue elaborada en 1973, como un documento interno para ser debatido en el Décimo Congreso Mundial del Secretario Unificado (SU) de la Cuarta Internacional, en el que a la sazón ambos militábamos. Doce años han transcurrido desde esa fecha y en su transcurso se sucedieron nuevos grandes hechos de la lucha de clases y emergieron nuevas y más profundas diferencias, que culminaron con nuestra ruptura con el SU en 1979. Ello hace necesario este prólogo algo extenso, para ubicar histórica y políticamente este trabajo en el desarrollo de una batalla política y una polémica ideológica que se viene desenvolviendo desde hace treinta y cinco años entre lo que hoy se sigue conociendo como SU y nuestra corriente, hoy organizada en la Liga Internacional de los Trabajadores - Cuarta Internacional -LIC-CI-.

Nuestros orígenes

La corriente que hoy se denomina LIT-CI existe como tendencia, con diferentes nombres, aproximadamente desde el año 1953. Es por lo tanto, una de las más viejas tendencias del movimiento trotskista mundial. Creemos no exagerar si decimos que el SU y la LIT-CI son las dos corrientes más importantes del trotskismo, movimiento mundial dentro del cual también hay que contar otra corriente —aunque muy débil— que es el Lambertismo.

Es necesario aclarar que nosotros no nacimos como una tendencia internacional. Aparecimos en el año 1944 como un pequeñísimo grupo, esencialmente obrero, en el panorama del trotskismo argentino. Lo que caracterizó inicialmente a nuestro grupo, tanto desde el punto de vista programático, como en cuanto a la práctica, fue un obrerismo rabioso, llamémoslo así. Durante muchos años no se aceptó el ingreso de estudiantes, ni se permitió militar en el movimiento estudiantil. Los estudiantes que por casualidad se captaban tenían que ir a militar al movimiento obrero. Tenían que entrar a fábrica y hacer un trabajó sindical y en la base de los organismos obreros. Esta tendencia obrerista, sectaria, ultra, enfrentaba y trataba de superar el carácter bohemio e intelectual, declassé, del movimiento trotskista argentino en su conjunto. Carácter del que se eximían sólo algunos compañeros, cinco o seis dirigentes sindicales, por otra parte muy inteligentes y capaces, que venían de romper individualmente con el stalinismo.

Nuestra organización argentina nació entonces centrando toda su estrategia en trabajar sobre el movimiento obrero, como la única salida que tenía el trotskismo argentino para dejar de ser un pantano bohemio.

Esta organización no sólo tenía la virtud-defecto del obrerismo, sino también una gran deficiencia en el terreno internacional, ya que durante nuestros primeros años de vida, entre 1944 y 1948, nos declarábamos trotskistas, pero no vivíamos pendientes de la lucha y de la vida de la Internacional.

Teníamos una desviación nacional-trotskista: la de creer que podía haber solución a los problemas del movimiento trotskista en el país, con una visión nacional. No comprendíamos que sólo con una visión internacionalista se podían comenzar a solucionar los problemas del trotskismo argentino.

No fue hasta el año 48 que comenzamos a intervenir en la vida de la Cuarta Internacional, participando en su Segundo Congreso. Consideramos éste el paso teórico político más importante dado por la organización argentina.

La Cuarta Internacional en la postguerra

Otra cuestión es cómo era la Internacional en aquel entonces.

El sectarismo era su rasgo dominante. En el Segundo Congreso de la Internacional, la incomprensión de la nueva realidad del proceso revolucionario mundial, nos llevó a no dar ninguna importancia a los profundos cambios que se estaban produciendo en Europa del Este.

Mientras se celebraba el Congreso, estaban en pleno desarrollo los fenómenos de Checoeslovaquia, donde se había separado a los ministros burgueses del gobierno y comenzó el camino de la expropiación total de la burguesía. También estaba candente la cuestión de Yugoeslavia donde, aproximadamente desde el año

1947, había también un proceso de nacionalizaciones y expropiación de los burgueses.

El proceso se generalizaba en todo el este de Europa, a la vez que estaba en pleno desarrollo la revolución china. Es decir, abarcaba países cuyas poblaciones sumadas representaban la tercera parte de la humanidad.

El Segundo Congreso ni tocó el tema; navegó por encima de semejante proceso revolucionario. El gran centro de la discusión allí fue el debate que se había dado en 1939 y 1940 en el Socialist Workers Party (SWP) de Estados Unidos, cuando Trotsky aún estaba con vida, acerca de si la URSS seguía siendo o no un estado obrero y si había o no que defenderla, aunque nos opusiéramos a la burocracia. La polémica en el SWP había terminado en 1940, con la ruptura de los dirigentes “anti-defensistas”, Schachtman y Burnham, pero la Internacional seguía la discusión todavía en 1948.

La discusión sobre los nuevos estados obreros

No fue hasta un año después del Segundo Congreso, en 1949, que se abrió la primera discusión, nueva e importante en las filas

de nuestra Internacional. Surgió entonces una clara diferencia en relación al análisis de los problemas originados por la expropiación de la burguesía o la tendencia a la expropiación de la burguesía en los países del Este europeo y en China.

Alrededor de esta polémica, que se llevó en un tono fraternal, dando un alto ejemplo de centralismo democrático, se originaron de hecho dos tendencias. O dos matices, digámoslo así, por la relación fraternal y no fraccionalista que existía entre estas dos corrientes.

Una tendencia, cuyo vocero más importante era el compañero Mandel y que tenía el apoyo del norteamericano Cannon, sostenía que los países del oriente de Europa seguían siendo países capitalistas. La otra tendencia, encabezada por el compañero Pablo y apoyada —pero con razonamientos distintos— por Hansen de Norteamérica y el autor de este libro, sostenía que habían nacido nuevos estados obreros.

En cierta medida fuimos los iniciadores de esta polémica. Fuimos los primeros en plantear en un documento escrito que en el este de Europa se habían producido acontecimientos históricos de trascendental importancia, como era la expropiación de la burguesía y el surgimiento de estados obreros deformados o burocráticos.

Querría destacar que nosotros discrepamos con el método que utilizó Pablo para llegar a la misma conclusión que nosotros. Definimos al método de Pablo como empírico-apriorístico. Para nosotros, Pablo trabajaba con una premisa, un a priorí: que todo país donde se expropiaba a la mayor parte de la burguesía era un estado obrero. Y entonces, apoyado en las estadísticas estudiaba si la mayor parte de las empresas había pasado al estado. La conclusión era que, cuando la mayor parte de las empresas en un país han sido estatizadas, es un estado obrero. Así, con la comprobación empírica en base a las estadísticas llegaba Pablo a sus conclusiones.

Para nosotros era necesaria una explicación genética, de tipo histórico. Es decir, definir qué fuerzas sociales y a través de qué medios y organizaciones se enfrentaban para que se diera una revolución social deformada.

Hay que reconocer que desde el punto de vista metodológico el compañero Mandel tenía razón. El le exigía a Pablo que demostrara a través de qué proceso se habían transformado los países del este europeo en estados obreros. Si mal no recuerdo —no tengo mi biblioteca ni mi archivo a mano, debido a que hace poco que me mudé de país— Mandel refutaba a Pablo con el ejemplo de la república fascista de Mussolini que, poco antes de su fin, expropió a la burguesía italiana porque ésta se pasó al bando aliado. Y no porque Mussolini hubiera hecho eso, íbamos a llamar estado obrero al estado fascista.

Esta polémica se solucionó en un plazo relativamente corto, ya que Cannon y Mandel reconocieron que se había producido un verdadero proceso revolucionario en el este de Europa y que habían surgido nuevos estados obreros deformados.

Este éxito político acrecentó enormemente el prestigio de Pablo dentro de las filas de nuestra Internacional —a pesar de sus errores metodológicos— y así se llegó al Tercer Congreso.

El impresionismo de Mandel

Hagamos un breve paréntesis aquí para decir que ya entonces Mandel haría gala de un extraordinario impresionismo, que lo llevaba a producir análisis y pronósticos completamente equivocados.

Por ejemplo, después de terminada la Segunda Guerra Mundial, entre 1946 y 1948, Mandel escribió dos caracterizaciones claves sobre la economía europea en general, y en particular la de Alemania. En una resolución adoptada por una Conferencia Internacional de abril de 1946, Mandel afirmó que “el resurgimiento de la actividad económica de los países capitalistas afectados por la guerra, en particular los países de Europa Continental, estará caracterizado por un ritmo particularmente lento, que la mantendrá por largo tiempo en niveles cercanos a la estagnación y el marasmo” (citado de Quatriéme Internationale, abril-mayo de 1946, pp. 14-15, subrayado N. M. ). Dos años después, en su trabajo La Ruina de la Economía Alemana, Mandel afirmó que la política del imperialismo yanqui y sus aliados era la transformación del pueblo alemán en un «pueblo de pastores», y la eliminación definitiva de su potencial industrial” (Quatriéme Internationale, enero de 1948, p. 31). Más adelante en el mismo trabajo decía que “la economía alemana no podrá reanimarse sensiblemente, a pesar de las inyecciones de oxígeno que le da el imperialismo norteamericano” (ídem, p. 39).

Vinieron veinte años de boom económico europeo y el llamado “milagro alemán”...

Adelantándonos un poco a la historia, digamos aquí que veinte años más tarde, en base al mismo método impresionista, Mandel cometió un error de análisis y caracterización de las mismas dimensiones, aunque curiosamente con una desviación directamente contrapuesta a la de la postguerra.

En 1969, en su libro La teoría leninista de la organización, Mandel aseguraba que el “neocapitalismo busca una nueva venia para prolongar su vida al elevar el nivel de consumo de la clase obrera... “ (Ed. del Siglo, pág. 60, subrayado N. M. ). Y en su trabajo El debate sobre el control obrero sostenía que “... el capitalismo no está más definitivamente caracterizado por los bajos salarios y tampoco por un gran número de obreros desocupados” (International Socialist Review, mayo de 1969, pág. 5).

Dos o tres años antes se había iniciado una crisis crónica que dura hasta hoy, y con perspectivas de agravarse; proceso “definitivamente caracterizado” por 30 millones de desocupados nada más que en los países imperialistas, acompañado de una fuerte caída de los salarios...

Como veremos, ese método impresionista de Mandel lo ha llevado a cometer errores de este mismo calibre a lo largo de casi cuatro décadas y con consecuencias nefastas.

El “pablismo”

En el año 1951, cuando fue convocado el Tercer Congreso Mundial, se estaba en plena guerra fría y todos los comentaristas más importantes del periodismo internacional sostenían que era inevitable el choque armado entre los Estados Unidos y la URSS. para esa época comenzó la guerra de Corea que parecía ser el Sarajevo de una tercera guerra mundial.

Pablo y Mandel, siguiendo al periodismo burgués, sacaron una conclusión que fue funesta para la historia de la Cuarta Internacional: en la tercera guerra mundial, que era inevitable y no tardaría en iniciarse, los partidos comunistas y las corrientes de izquierda de los movimientos nacionalistas burgueses o de los partidos socialdemócratas, se iban a lanzar a guerrillas, a luchas revolucionarias que los llevarían a tomar el poder. Principalmente esto debía suceder con los partidos comunistas que, en su afán de defender a Rusia, llegarían a la guerra de guerrillas o a métodos violentos, físicos, revolucionarios para oponerse al imperialismo.

Basados en este análisis, propusieron una orientación que se denominó entrismo sui generis. No se trataba de la táctica preconizada por Trotsky en los años 30, que consistía en entrar por un corto período a los Partidos Socialistas para ganar a la izquierda de esas organizaciones y luego romper. El entrismo sui generis propuesto por Pablo y Mandel, consistía en ingresar a las organizaciones stalinistas, socialdemócratas o pequeñoburguesas nacionalistas y permanecer en ellas todo el tiempo que les llevara tomar el poder y consolidarlo. El entrismo debía hacerse principalmente en los partidos comunistas. Y sólo posteriormente a que los hubiéramos acompañado a hacer la revolución, tendríamos que empezar a diferenciarnos de ellos.

Esta posición llevó a Pablo y Mandel a un enfrentamiento con la mayoría del trotskismo internacional —empezando por la mayoría de la sección francesa— que rechazó categóricamente el pronóstico de que el estalinismo, las corrientes de izquierda de los movimientos nacionalistas burgueses y los partidos socialdemócratas iban a hacer la revolución. Tampoco creíamos que nuestro rol fuera el de entrar en esos partidos y movimientos y permanecer en ellos hasta que tomaran el poder y se consolidaran, para recién entonces empezar a diferenciarnos.

De acuerdo con el análisis de Pablo y Mandel, las corrientes stalinistas, socialdemócratas y nacionalistas burguesas dejaban de ser contrarrevolucionarias. Nosotros, igual que la mayoría de la Internacional, opinábamos que eso era revisar uno de los puntos esenciales del programa trotskista, que parte de la definición de que la humanidad está en crisis por la crisis de dirección del movimiento de masas. O, dicho de otro modo, que el principal obstáculo para el avance de la humanidad hacia el socialismo es que las masas están dirigidas por conducciones que están en contra de la revolución, como el stalinismo, la socialdemocracia y el nacionalismo burgués. Y que nuestra tarea es construir una nueva dirección internacional revolucionaria para superar este impasse histórico.

Pablo y Mandel, con esa característica metodológica que les es propia, el impresionismo, se hacían eco, en forma un poco tardía, del hecho de que la burocracia había expropiado a la burguesía en países del este de Europa obligada por las circunstancias. Y trasladaban ese fenómeno, sin crítica, sin ninguna perspectiva revolucionaria, debido a la supuesta inevitabilidad de la guerra mundial, al mundo entero.

Veían un proceso revolucionario irreversible, encabezado por las direcciones burocráticas y pequeñoburguesas del movimiento de masas y no se planteaban la construcción de nuevas direcciones que derrotaran en el movimiento de masas a las conducciones tradicionales, lo que es la verdadera razón de ser de la Cuarta Internacional.

Este entrismo sui generis duró prácticamente dieciocho años y convirtió al trotskismo europeo en pequeños grupúsculos cada vez más débiles. Sólo se desarrollaron algunas organizaciones por fuera del Secretariado Internacional, es decir algunos partidos, que no estuvieron bajo la dirección de Pablo y Mandel.

La traición a la revolución boliviana de 1952

La consecuencia más nefasta de esta claudicación a las direcciones contrarrevolucionarias se dio en Bolivia. En 1949 hubo elecciones en las que triunfó Víctor Paz Estenssoro, del Movimiento Nacionalista Revolucionario. Paz Estenssoro gobierna actualmente en Bolivia como agente directo de Estados Unidos, pero en aquel entonces aparecía ante las masas como un líder antioligárquico y antiimperialista. Por eso los militares se negaron a entregarle el poder. La respuesta de las masas se dio en 1952: fue una insurrección popular encabezada por la clase obrera en la ciudad de La Paz. La insurrección destruyó al ejército completamente, todas las armas existentes pasaron a las milicias obreras y campesinas y, aunque Paz Estenssoro asumió la presidencia, las masas tenían en jaque a su gobierno. Era el momento de luchar con toda la fuerza posible para que el poder fuese a manos de las milicias obreras y campesinas dirigidas por la Central Obrera Boliviana. El trotskismo boliviano, que se había convertido en un movimiento de masas, podía influir decisivamente en este sentido. Pablo y Mandel en cambio sacaron la conclusión de que había que apoyar críticamente al gobierno de Paz Estenssoro.

Hicieron lo opuesto que los bolcheviques en la revolución rusa de 1917. Contra el gobierno frentepopulista que engañaba a las masas, Lenin y Trotsky levantaron la consigna del poder para los soviets y señalaron la necesidad de que la clase obrera hiciera una revolución contra este gobierno burgués disfrazado de “popular”.

En Bolivia estaban absolutamente todas las armas en manos de los obreros y campesinos y el Secretariado Internacional y su sección boliviana jamás dijeron a las masas: tienen que volver esas armas contra el gobierno burgués y tomar el poder.

Esto fue una de las traiciones más espectaculares del siglo. Resultó trágica para el movimiento de masas que, debido a la falta de una orientación revolucionaria, fue paulatinamente desmovilizado y desarmado. Y finalmente sufrió una grave derrota.

También como consecuencia de la política de Pablo y Mandel frente a la revolución del 52, comenzó un deterioro del trotskismo boliviano que se dividió, transformándose, de una corriente masiva, en un grupito de sectas.

El Comité Internacional

Repudiando la línea del entrismo sui generis y la traición a la revolución boliviana, la mayoría de los trotskistas ingleses y franceses, el Socialist Workers Party y también los trotskistas sudamericanos, rompimos con el Secretariado Internacional y en 1953 creamos lo que se llamó el Comité Internacional (CI).

El trotskismo sudamericano comenzó a hacer un análisis de clase de la división de la Cuarta Internacional. Sostuvimos que en la Internacional pasaba algo parecido a lo que había sucedido en el movimiento trotskista argentino. Es decir, que estaba en manos de una dirección no proletaria. Era una corriente parecida a la de Schachtman y Burnham, con su base social en la intelectualidad europea, y con todos los vicios de las corrientes pequeñoburguesas. Por eso Pablo y su sucesor Mandel tenían un método impresionista y no mantenían una línea consecuente de construcción de la Internacional en el seno de la clase obrera, de defensa de la independencia política del movimiento obrero frente a los aparatos burocráticos y de la intervención desde esta perspectiva en todas las movilizaciones progresivas de las masas, para impulsar la lucha y construir partido.

Sacamos también la conclusión de que era necesario que el Comité Internacional se postulara como una organización, no del tipo federativo y declarativo, sino centralizada y actuante. Esa era la única manera de derrotar a Pablo y Mandel.

Los otros sectores del Comité Internacional no estuvieron de acuerdo en acentuar el problema de clase de la dirección de Pablo y Mandel ni en funcionar centralizadamente. Estos y otros problemas originaron polémicas con nuestra tendencia, que a partir de 1957 se organizó en un Secretariado Latinoamericano del Trotskismo Ortodoxo (SLATO), aunque siempre en el marco del Comité Internacional.

La división de la Internacional se había producido en medio de un serio retroceso del movimiento obrero en Europa occidental. En cambio había un gran ascenso en Europa oriental, donde se produjo el levantamiento de los trabajadores de Berlín en 1953.

Cuando estalló este movimiento, Pablo y Mandel apoyaron a la burocracia contra las masas. Su argumento era que la movilización de Berlín Este atacaba a una dirección que pronto iba a cumplir un papel muy progresivo dirigiendo la guerra y la revolución mundial contra el imperialismo.

La reunificación de 1963

Luego vendría el movimiento húngaro de 1956 y la acción revolucionaria de las masas polacas en la misma época. La fuerza que tomó la insurrección húngara conmovió a sectores importantes del stalinismo mundial y obligó al Secretariado Internacional a pegar un importante viraje, acercándose a nuestras posiciones.

A fines de la década de los ‘50 hubo una nueva e importante coincidencia con Mandel, que fue el reconocimiento y el apoyo a la revolución cubana liderada por Fidel Castro.

Esta fue la base para una reunificación en 1963. Entonces nació el Secretariado Unificado, al que se incorporaron todas las organizaciones y corrientes del trotskismo que reconocían que en Cuba había surgido un nuevo estado obrero, encabezadas por Mandel y el SWP. Por fuera quedaron trotskistas ingleses, franceses y de otros países que no reconocían ese hecho.

Nosotros tardamos en ingresar al SU porque, a pesar del acuerdo en relación a Cuba, manteníamos nuestras diferencias políticas y de método con la dirección que había traicionado la revolución boliviana. De todos modos ingresamos un año más tarde convencidos de que, más allá de las diferencias, era positiva una reunificación en torno al apoyo a una revolución obrera.

En el momento de la reunificación, el Secretariado Internacional estaba dirigido por Mandel. Para entonces Pablo había sido separado por razones morales y de tipo organizativo. Mandel, sin embargo, siguió con una metodología muy parecida a la de Pablo. No por nada habían estado juntos durante tanto tiempo —más de una década— y escribiendo documentos en común.

A diferencia de Pablo, Mandel siempre había sido de una gran honestidad; en el terreno organizativo y moral siempre fue un extraordinario compañero. Pero desde el punto de vista de la política y de la metodología siguió con los mismos errores de siempre, de capitular a las direcciones stalinistas o pequeñoburguesas que dirigían procesos revolucionarios o movilizaciones de masas. Y, aunque su apoyo a la revolución cubana fue un hecho muy positivo, Mandel en seguida llevó ese apoyo a un extremo negativo.

La desviación guerrillerista de Mandel

Así como había capitulado al stalinismo a partir del 51, al titoísmo y al maoísmo en distintas épocas, siguiendo esa tradición impresionista que lo llevó a apoyar al MNR en Bolivia, Mandel en este caso comenzó a capitular al castrismo y principalmente al guevarismo, a aceptar toda la concepción guerrillerista. Esto culminó en el Noveno Congreso de la Internacional en el año 1969, originando una tajante división, alrededor del problema del guevarismo y de la guerrilla en Latinoamérica. Mandel, con una amplia mayoría de la Internacional reunificada, planteaba que en Latinoamérica nosotros teníamos que hacer guerrillas junto con los guevaristas. Y si era necesario, solos. La línea era hacer focos guerrilleros, es decir, el mismo planteo del Che Guevara.

Este planteo era tan capitulador al guevarismo que se llegó al extremo de escribir trabajos teóricos sosteniendo que también estaba planteada la guerrilla rural, o una variante parecida, en Francia. Esto fue escrito por uno de los grandes dirigentes de la corriente mandelista, el compañero Jebrac.

El SWP, el Partido Socialista de los Trabajadores (PST) argentino —antecesor del actual Movimiento al Socialismo (MAS)— y algunos compañeros sudamericanos lideramos una corriente que se opuso a ese análisis y orientación del foco guerrillero. Señalamos que en principio no estábamos en contra de la guerrilla, siempre que estuviera apoyada en el movimiento de masas, pero que la teoría del foco era justamente lo opuesto. Era una línea elitista. Insistimos en que el foco guerrillero era la línea del movimiento estudiantil y no la orientación del movimiento de masas latinoamericano, que en esos momentos estaba entrando en un gran ascenso urbano. Dijimos que por ser una orientación divorciada del movimiento de masas, llevaría al fracaso a todas las guerrillas guevaristas y que la Internacional perdería muchos compañeros muy valiosos.

Los hechos nos dieron, desgraciadamente, la razón. Desapareció toda un ala del trotskismo argentino, que fue la que más desarrolló la línea de Mandel. Esta línea también significó una tragedia para otros partidos. Por el contrario, hoy día el mandelismo mexicano es fuerte porque, a pesar de haber apoyado la orientación foquista, en los hechos se negó a aplicar la línea que había votado, es decir: no tiró ni un solo tiro.

La capitulación a la vanguardia juvenil ultraizquierdista

Hubo tres factores decisivos que obligaron al SU a abandonar finalmente la orientación del Noveno Congreso de adaptación al guevarismo: el primero y fundamental fue el gran ascenso urbano latinoamericano; el segundo, fue la derrota de la guerrilla foquista en toda América y en particular la destrucción de partidos liderados por el SU o que siguieron su orientación, como el PRT (El Combatiente)-ERP en la Argentina; en tercer lugar, el crecimiento del PST argentino, que se transformó en el partido más grande de la Internacional —lo que fue reconocido por todo el trotskismo mundial— en base a su inserción en las movilizaciones obreras y populares y al aprovechamiento de los procesos electorales y las libertades democráticas, es decir, siguiendo un camino opuesto al indicado por Mandel.

Comenzó entonces una nueva polémica, siempre alrededor del impresionismo de la corriente mandelista y su adecuación y claudicación a las tendencias de la vanguardia o a las direcciones coyunturales del movimiento de masas.

En 1968 se había iniciado un ascenso europeo detonado por el Mayo francés y las movilizaciones en Checoeslovaquia. Apareció entonces una vanguardia muy numerosa sobre la que tenía fuerte influencia al maoísmo y corrientes ultraizquierdistas. El mandelismo planteó entonces que “La tarea central para los marxistas revolucionarios en la etapa abierta en 1967-68 consiste en conquistar la hegemonía en el seno de la nueva vanguardia con j carácter de masas, a fin de construir organizaciones revolucionarias cualitativamente más poderosas que las de la precedente etapa” (La construcción de los partidos revolucionarios en la Europa Capitalista, E. Mandel, Boletín de Discusión Internacional del PST [A], N° II, pág. 15). La mayoría del SU, afirmó que el] objetivo prioritario era lograr la “transformación de las organizaciones trotskistas de grupos de propaganda en organizaciones capaces ya de aquellas iniciativas políticas a un nivel de la vanguardia de masas que son requeridas por la dinámica de la lucha de clases misma” (Germain, En defensa del leninismo, en defensa de la Cuarta Internacional, Boletín de Informaciones Internacional del PST [A], pág. 102).

Esto significaba abandonar una posición fundamental del marxismo revolucionario: el programa del partido se elabora en base a las necesidades históricas de las masas, en particular de la clase obrera; de allí se derivan consignas, adecuadas al nivel de conciencia de las masas y que las llevan a movilizarse, acercándose a esos objetivos históricos que define el programa.

Este trabajo polémico contra Mandel gira esencialmente en torno a su desviación guerrillerista y a su posterior capitulación vanguardista al maoísmo y la ultraizquierda en general, ya que eran los resultados de estas líneas los que debían ser balanceados en el Décimo Congreso Mundial. Después del Congreso, en el cual se consagró nuevamente la posición de Mandel, los problemas se siguieron agravando.

La claudicación de Mandel a la vanguardia juvenil europea tuvo graves consecuencias en la revolución portuguesa de 1974-75. El activismo y las tendencias ultras y maoístas apoyaban al Movimiento de las Fuerzas Armadas (MFA), una corriente pequeñoburguesa proimperialista, integrada por oficiales que habían derrocado a la dictadura de Salazar y que se decían de izquierda. El MFA era, en realidad, el pilar que sostenía al estado burgués frente a la revolución.

La sección oficial del Secretariado Unificado, la Liga Comunista Internacionalista, para ganar la “hegemonía” en la “vanguardia” siguiendo los consejos de Mandel, hizo suyas las posiciones de los maoístas y ultraizquierdistas, incluyendo el apoyo al principal enemigo de la revolución en esos momentos, el Movimiento de las Fuerzas Armadas, que gobernaba o cogobernaba el imperio portugués.

Nuestra ruptura con el SWP norteamericano

En 1973, el SWP norteamericano, el PST argentino y otros partidos habían formado la Fracción Leninista Trotskista (FLT), para enfrentar las desviaciones mandelistas. La FLT explotó entre 1975 y 1976, dividiéndose en dos corrientes, una liderada por el SWP y otra por el PST. La ruptura se produjo por diferencias en torno a la revolución portuguesa y la guerra de Angola.

Nosotros opinábamos que en Portugal había que levantar la línea de desarrollar los comités de obreros y de campesinos, desarrollar las ocupaciones de fábricas y de tierras e impulsar los comités de inquilinos. Que había que desarrollar los comités de soldados para dar vuelta al ejército a favor de una insurrección. Es decir, que había que orientarse hacia la toma del poder por el movimiento de masas.

El Socialist Workers Party estaba en contra y planteaba que sólo había que levantar consignas democráticas. Nada que llevara a la toma del poder por el proletariado, porque no estaban las condiciones maduras. Y, además, como no había condiciones para que nuestro partido interviniera con consignas que impulsaran la acción de las masas, su gran tarea debía ser... editar las obras de Trotsky.

El rompimiento se concretó por las diferencias aún más graves sobre Angola.

El Movimiento para la Liberación de Angola (MPLA), un movimiento guerrillero, acababa de tomar el poder, luego de la derrota y el retiro de las tropas del ejército imperialista portugués. Angola se convirtió así, de colonia, en un país independiente. El imperialismo se apoyó entonces en el ejército sudafricano y una guerrilla pagada por la CÍA: el UNITA. El ejército de Sudáfrica y el UNITA invadieron en forma conjunta el territorio angoleño.

El SWP sostuvo que el UNITA y el MPLA eran dos guerrillas progresivas, en lucha por cuestiones internas al movimiento anticolonialista y que, por lo tanto, no había que apoyar a uno contra otro. Eso era una claudicación a la política imperialista en África. Nosotros sostuvimos, por el contrario, que había que dar apoyo militar al MPLA en contra de la invasión proimperialista del UNITA y el ejército sudafricano.

Una mayoría de las organizaciones y militantes se retiró entonces de la FLT. Importantes partidos de Colombia, Brasil, Perú, México, Italia y España, entre otros, además de la organización argentina, formaron entonces una tendencia que, en pocos años habría de romper con el SU y, sumando el aporte de dirigentes y organizaciones provenientes de otras corrientes, se convertiría en lo que es hoy la LIT-CI.

Por su parte, la dirección del partido norteamericano y sus seguidores disolvieron su fracción en 1976 y se fusionaron una vez más con el mandelismo, afirmando que habían desaparecido las diferencias.

Nuestra corriente denunció que la fusión del SWP con el mandelismo sin resolver ni aclarar las diferencias, significaba un bloque sin principios. Eso se vería desgraciadamente confirmado al poco tiempo, cuando las diferencias entre Mandel y el SWP se agrandaron nuevamente.

Mandel capitula al eurocomunismo

A fines de los años ‘70, algunos partidos comunistas europeos, fundamentalmente el italiano y el español —capitaneado este último por Santiago Carrillo— comenzaron a apartarse de Moscú. Tal fenómeno, que se denominó “eurocomunismo”, también impresionó a Mandel, quien le atribuyó un carácter o un posible carácter progresivo.

Nosotros sostuvimos, por el contrario, que la dinámica que tomaban los partidos eurocomunistas los hacía parecerse cada vez más a los partidos socialdemócratas. Y eso por profundas razones económicas y sociales. A medida que los partidos comunistas crecían, se integraban más y más en las instituciones de la democracia burguesa, a nivel parlamentario y municipal. De esta forma llegaban a tener una dependencia de todo tipo, incluso económica, de la burguesía de su propio país, que debilitaba su tradicional dependencia absoluta en relación a Moscú.

Para nosotros esto era positivo sólo en el sentido de que profundizaba aún más la putrefacción del stalinismo como aparato mundial. Pero lo determinante era que transformaba a esos partidos, como dijimos en la “Declaración de la Fracción Bolchevique”, “de sirvientes del Kremlin en sirvientes de su burguesía imperialista”. Y, por esa razón, no podían originar ninguna tendencia progresiva, mucho menos revolucionaria.

No sosteníamos por ello que hubiera que apoyar al stalinismo clásico, de sumisión a Moscú frente al eurocomunismo. Para nosotros, ambos eran expresiones reaccionarias de un proceso muy progresivo: la crisis mundial del stalinismo.

En su proceso de adaptación a la democracia burguesa, el eurocomunismo renegó de la expresión “dictadura del proletariado” (como política ya no luchaba por la dictadura del proletariado desde hacía décadas). Mandel salió en defensa de la expresión “dictadura del proletariado” en un documento titulado “Democracia socialista y dictadura del proletariado”, que luego fue aprobado por el SU y más tarde por el Congreso Mundial del SU. En ese trabajo su capitulación al eurocomunismo llevaba a Mandel a adaptarse a las peores presiones democráticoburguesas del eurocomunismo y la socialdemocracia.

Así, sostenía que la dictadura del proletariado se regiría por la “norma programática y de principio” de dar “libertad política ilimitada’’ a todas las corrientes políticas, incluso las contrarrevolucionarias (“Democracia socialista y dictadura del proletariado”, Boletín de Polémica Internacional del Bloque Socialista colombiano, N°11, pág. 7). Y, si esas corrientes se levantaban en armas contra el gobierno de los trabajadores, la política propuesta por Mandel era someter individualmente a un juicio a los culpables con todas las formalidades y garantías de un código penal ultraliberal.

Nosotros combatimos esta concepción de Mandel, ya que ignoraba el hecho de que la revolución europea y mundial pasaría inevitablemente por un proceso de violentísimas guerras civiles y exteriores contra el imperialismo, las burguesías y la burocracia contrarrevolucionaria. Y ello impediría la vigencia de esas normas jurídicas y de esa democracia prácticamente absoluta para todo el mundo que Mandel preconizaba.

Hoy en día, uno de los tantos ejemplos que nos da la realidad es Haití, donde las masas encolerizadas matan a los “Ton-ton macoutes”, es decir a los asesinos y torturadores a sueldo de Duvalier, apenas los atrapan. Según la lógica de Mandel, los trotskistas deberíamos luchar en contra de estas ejecuciones sumarias y exigir que las masas esperen a que se puedan hacer juicios con todas las formalidades procesales. Nosotros, en cambio, defendemos la justicia revolucionaria del pueblo haitiano, porque somos por principio ardientes partidarios de que las masas que se movilizan haciendo una revolución tomen todas las iniciativas que ellas mismas democráticamente decidan tomar, antes o después de instaurada la dictadura del proletariado.

Nosotros sostuvimos, siguiendo la tradición de Lenin y Trotsky, que el proletariado en el poder debe otorgar inmediatamente libertades democráticas mucho más amplias que cualquier régimen burgués. Pero que esta política está objetivamente subordinada a la ley suprema, que es la lucha de clases. Por eso decíamos que la política de Mandel de la libertad más pura para todos era para la época en que el proletariado prácticamente ya había logrado derrotar al imperialismo a escala mundial, y no para aplicar al día siguiente de que los trabajadores tomaran el poder en algún país, ya que los próximos lustros y décadas estarán signados por una lucha feroz entre la revolución socialista y la contrarrevolución burguesa imperialista, que intentará aniquilar por todos los medios toda dictadura proletaria que se imponga en cualquier país del mundo.

La revolución nicaragüense divide al SU

Las diferencias con el SU adquirieron un carácter político-moral de enorme gravedad en la revolución nicaragüense. Nosotros habíamos llamado a constituir una brigada internacionalista para ir a combatir en Nicaragua al lado del Frente Sandinista de Liberación Nacional. Algo parecido a lo que se hizo en España cuando la guerra civil en los años ‘30.

La Brigada Simón Bolívar se cubrió de gloria en julio de 1979, al liberar Bluefields, el puerto más importante de Nicaragua en el Atlántico. La misma fue reconocida por la propia dirección sandinista y los brigadistas se quedaron en su mayoría a vivir en Nicaragua. Ya con el FSLN en el poder, la Brigada alentó y participó en la fundación de decenas de sindicatos. Pero ese proceso amenazó con generar una movilización de la clase obrera por fuera del control del sandinismo. Debido a esto la dirección del FSLN detuvo a los brigadistas y los expulsó del país. Nuestros compañeros fueron entregados a la policía panameña, que los torturó antes de dejarlos partir.

Pedimos entonces que la Internacional hiciera una campaña de defensa de los brigadistas. No sólo se negó el SU a hacer esa campaña, sino que la expulsión fue apoyada por caracterizados dirigentes de la corriente mandelista y del SWP.

Eso nos llevó a romper con el SU, considerando que había de por medio cuestiones de principios, morales, como era la negativa a repudiar la tortura burguesa y la política de un gobierno que expulsa a revolucionarios de su país.

La capitulación del SU al sandinismo ha adquirido últimamente características escandalosas. En una gira por Brasil, Mandel ha llegado a decir que los sandinistas son nuestros hermanos y que tenemos que aprender de ellos.

Nosotros nos encontramos con un grave problema para seguir ese consejo en Argentina: el FSLN ha dado su apoyo al gobierno de Alfonsín. En 1984 hubo un plebiscito sobre un acuerdo fronterizo con Chile. El sandinismo envió un representante al principal ] acto político del partido de gobierno, la Unión Cívica Radical, que es muy parecido al partido de la Thatcher o al de Reagan. El acto, realizado para defender la política gubernamental de pactar con Pinochet, legitimándolo, se hizo en un estadio de fútbol. Y en el palco, ocupando un sitio de honor, estaba Ernesto Cardenal, el ministro de Cultura del gobierno sandinista. Si siguiéramos el consejo de Mandel, nosotros tendríamos que estar junto al FSLN en el palco del Partido Radical, sosteniendo la política de hambre del gobierno argentino.

***

Para terminar, me permito señalar que el documento de Mandel y el SU sobre la “democracia socialista” fracasó en menos de un año ante la prueba de fuego de la revolución nicaragüense. Allí nos encontramos con que nosotros defendíamos el derecho de los compañeros de la Brigada Simón Bolívar a permanecer en Nicaragua, estábamos en contra de que fueran detenidos y expulsados sin juicio previo y, mucho más, de que fueran torturados. En cambio, el SU, esos paladines de la democracia que habían votado un documento asegurando las mayores garantías de libertad y justicia a los contrarrevolucionarios, frente a la quemante realidad de tener que pronunciarse contra las torturas y la cárcel sufridas por compañeros trotskistas a manos de gobiernos burgueses, terminaron apoyando a los autores de semejantes infamias.

Al cortísimo plazo de unos meses después de escribir y aprobar su documento, el propio SU tiraba a la basura en forma vergonzosa cualquier aspecto progresivo que pudiera tener su tesis. Todo un récord del mandelismo: dos claudicaciones contradictorias entre sí. Una al eurocomunismo, dando libertades absolutas a los contrarrevolucionarios; otra al sandinismo, negándoles los más mínimos derechos a los trotskistas en Nicaragua. Y todo esto para capitular, una vez más, a una dirección no proletaria (en este caso pequeñoburguesa) del movimiento de masas: el sandinismo nicaragüense.

Nahuel Moreno Buenos Aires, mayo de 1985

Introducción

Si bien la publicación del largo trabajo del compañero Germain —En defensa del leninismo, en defensa de la Cuarta Internacionalha ampliado el ámbito de la discusión entre las dos tendencias que existen actualmente en la Internacional, al mismo tiempo ha llevado la confusión a límites intolerables.

Los camaradas Frank y Germain han dicho que esta polémica parece ser un diálogo entre sordos. Después de leer atentamente al compañero Germain, tenemos que agregar que esto se debe a que hay compañeros que no quieren oír.

Un criterio objetivo para polemizar

En toda discusión, un dirigente responsable debe empezar por saber distinguir los puntos principales de los secundarios. Esta distinción no puede hacerse en forma subjetiva o caprichosa, de acuerdo a la voluntad, los sentimientos o el buen entender de cada uno de los polemistas. Por el contrario, debe ser un criterio objetivo fijar cuáles son los puntos principales y los secundarios de una polémica.

¿Cuál es ese criterio objetivo? Los militantes trotskistas no somos historiadores, sino políticos revolucionarios. Por lo tanto polemizamos sobre los candentes problemas que nos plantea la lucha de clases, sus perspectivas y el desarrollo de nuestras secciones en la etapa actual. Es decir que la polémica en torno al pasado debe reducirse a los cuatro años que van del anterior Congreso Mundial a éste, y debe servir para iluminar la discusión sobre qué política nos damos para la realidad actual. Sólo así esta 1 discusión armará políticamente a cada militante de nuestra Internacional, saliendo fortalecido al día siguiente de este Congreso, a realizar su tarea en su frente de actividad.

Definidos de esta manera los puntos de discusión, un dirigente responsable debe preocuparse por la forma de presentarla. Para ello, también debe primar un criterio objetivo: las particularidades del auditorio al que se dirige. La mayor parte de nuestros actuales cuadros son nuevos: han ingresado después del último Congreso Mundial. La obligación que tienen los dirigentes de ser concretos en sus discusiones políticas, se ve centuplicada por esta característica de los militantes de nuestra Internacional. Saber llevar a cabo una polémica, también forma parte de la ciencia y el arte de dirigir y educar responsablemente a nuestros cuadros.

El camarada Germain discute como un abogado

¿Cuáles son, entonces, los problemas que nuestros compañeros deben discutir? ¿Acaso si el imperialismo yanqui —o un sector de él— fue neutral o apoyó a Fidel Castro en 1959 (hace 14 años)? ¿Si Moreno aconsejó, o no, la guerrilla para Bolivia bajo el gobierno de Barrientos (2 años antes del último Congreso Mundial)? ¿Si Trotsky dio como línea fundamental la de construir un ejército revolucionario para China entre 1925 y 1927 (hace 47 años)? ¿Si se confirma la línea de la mayoría o la de la minoría a la luz de la I experiencia de Hugo Blanco en Perú (hace 11 años)? ¿Si Camejo definió bien o mal lo que caracteriza al partido bolchevique? ¿Si interpretamos correctamente lo que es una demanda o un programa? ¿Si debemos tomar en cuenta la conciencia inmediata de las masas como factor principal en la elaboración de nuestras demandas y programas? ¿Si estamos por la autodeterminación nacional y en contra de todo nacionalismo?

Hay un problema concreto al que el camarada le da enorme importancia: la política de nuestra sección canadiense. Esta también es una maniobra diversionista, ya que entre el anterior y este Congreso Mundial esa política no fue el centro del debate ni de la lucha de clases, ¿Podemos acaso comparar la importancia de Bolivia o Argentina con Canadá? Para Germain, si nos guiamos por su trabajo, tiene mucha mayor importancia Canadá.

¿Son éstos los temas fundamentales que tenemos que discutir?

¡¡Categóricamente no!! Estas cuestiones tienen que ver, indirectamente, con los principales sucesos que se produjeron en la lucha de clases desde el anterior congreso mundial, y con la política que nos dimos para enfrentarlos. En cambio, nuestro documento —”Argentina y Bolivia: un balance”— sí responde a esta forma de encarar la polémica. Partimos de hechos concretos de la lucha de clases y examinamos la política de nuestra Internacional y sus secciones frente a ellos. No nos escapamos por la tangente.

Al plantear infinidad de problemas alejados del actual proceso de la lucha de clases, el compañero Germain discute como un abogado y no como un trotskista serio, bolchevique. Veamos un ejemplo.

Atacando a Camejo por su referencia a la relación entre un sector del imperialismo yanqui y Fidel Castro, el compañero Germain trata de dar un golpe de efecto. Busca impresionar a la mayoría de los actuales cuadros que han entrado a la Internacional a partir de (y admirando a) la Revolución Cubana. Un estudio serio de los documentos de aquel período demuestra que Camejo tiene razón. Lo que interesa es señalar la forma en que el compañero Germain busca obtener una doble ventaja: primero, tocar los sentimientos de la juventud de la Internacional; segundo —y Principal—, desviar la discusión hacia temas que no hacen a la actual polémica, para eludir los puntos principales que, como veremos, no le son particularmente gratos.

Trotsky señaló algo muy importante, durante la polémica con los antidefensistas, que todos deberíamos tener en cuenta en actual debate. Advirtió que al obrero, porque tiene poco tiempo sólo le interesa discutir sobre los problemas fundamentales de lucha de clases, llevando esta discusión a fondo, sin ninguna limitación burocrática o disciplinaria, hasta que se agote. En cambio, el pequeño burgués (profesor o estudiante, agregamos nosotros), siempre quiere discutir sobre todo lo humano y lo divino, porque el tiempo le sobra.

A este comentario de Trotsky debemos sumarle que, cuando; encaran una polémica existe la misma diferencia entre dirigentes y escritores de nuestro movimiento. Están los que discuten sobre todo, especialmente sobre todo lo que tiene poco que ver con los acontecimientos principales de la lucha de clases en esta etapa; y están quienes centran su discusión sobre esos problemas esenciales.

¿Sobre qué debemos discutir?

¿Cuáles son entonces los ejes sobre los que debemos discutir? Nada hay más trascendente para la lucha de clases que sus dos polos: el triunfo de la revolución obrera o el de la contrarrevolución fascista. Según todos los documentos del POR (C), hubo en Bolivia tres golpes “fascistas”, y uno de ellos —el de Banzer— triunfante. No concordamos con la definición de “fascistas”, pero estamos de acuerdo en que hubo tres golpes ultrareaccionarios. Esos golpes fueron los acontecimientos decisivos de la lucha de clases en Bolivia durante esta etapa. Ellos le dan a los compañeros de la mayoría —en especial al compañero Germain— una buena oportunidad para demostrar la corrección de su política. ¿Por qué no la aprovechan?

Por ejemplo, ¿por qué Cahiers Rouge no edita un libro con todos los artículos donde el POR (C) —y sus defensores incondicionales de la mayoría— haya denunciado y alertado sobre los golpes “fascistas” como el máximo peligro para el movimiento obrero boliviano? ¿Por qué el trabajo del compañero Germain es tan avaro en citas sobre la política del POR (C) contra los golpes? •por qué sólo se refiere de pasada al periódico Combate (nueva serie, N° 5) de la primera quincena de mayo de 1971, pocos meses antes del Tercer Golpe? ¿Por qué dedica a los golpes sólo unas pocas líneas en contraste con las decenas y decenas que utiliza para la interpretación de Camejo de la Revolución Cubana, para los consejos de Moreno al POR (C) bajo Barrientos o para atacar a la sección canadiense? ¿No piensa el compañero Germain que, si demostrara que el POR (C) tuvo una política correcta frente a los golpes tendría una prueba casi categórica de que las resoluciones del IX Congreso fueron útiles y nos prepararon para responder a la realidad de la lucha de clases en Bolivia y América latina?

La obligación (que la mayoría no cumple) de prestarle más atención a la política mayoritaria y de la sección boliviana frente a los golpes “fascistas” se ve acrecentada por otro hecho. Germain y la mayoría del CEI son precisamente quienes consideran que la política del POR (C) ha sido un ejemplo de la corrección de las resoluciones del IX Congreso y de toda la orientación mayoritaria. Casi podríamos decir que la mayoría —o por lo menos, el compañero Germain— consideran a la sección boliviana un verdadero modelo, que sólo admite críticas organizativas. ¿No se juntaron, acaso, grandes cantidades de dinero, después del Noveno Congreso, para la sección boliviana? ¿Los militantes europeos, que con tanto sacrificio lo recolectaron, no merecen acaso recibir un amplio balance sobre los resultados de esa “inversión revolucionaria”?

La juventud de nuestro movimiento, si realmente tiene el espíritu crítico y la pasión revolucionaria que deben caracterizarla, está obligada a exigir al compañero Germain, y a su defendida, la sección hermana de Bolivia, la demostración exhaustiva de que han estado a la altura de las circunstancias. Es decir, las pruebas de que previeron y combatieron —con una política justa— los golpes “fascistas”. Y ante los intentos de los germaines de desviar la discusión para salvar su prestigio de dirigentes, deben responder categóricamente: ¡Incluyamos todos los temas que quieran (interpretación Camejo de la Revolución Cubana, Moreno consejero de González, Trotsky y China en 1925, etc. ) en los últimos puntos del orden del día del próximo Congreso Mundial! Pero no hagamos confusión ni diversionismo: estamos discutiendo la política que tuvimos desde el último Congreso Mundial hasta ahora. Por lo tanto, los primeros puntos del orden del deben ser los grandes hechos de la lucha de clases que ocurrieron en ese lapso. Entre ellos, los golpes “fascistas” bolivianos —junto a la lucha de clases en la Argentina y en Europa (particularmente en Francia)— tienen una importancia especial. Esos deben ser, y en ese orden, los primeros puntos del Congreso. Esos son los temas de nuestro documento.

Capítulo I
Bolivia, clave de
la actual discusión

Las previsiones de la mayoría

Cuando Trotsky dijo que “dirigir es prever” estaba afirmando que sin pronósticos correctos sobre el futuro inmediato de la lucha de clases, es imposible elaborar una política revolucionaria. Para lograrlo el marxista hace un análisis objetivo de la situación de la lucha de clases, basándose en ese arsenal teórico acumulado por el movimiento obrero en más de 100 años de lucha, que es el marxismo-leninismo-trotskismo.

Cuando alguien abandona esa tradición teórica y práctica cae, inevitablemente, en análisis, previsiones y líneas políticas incorrectas. Esto es lo que les ha sucedido, con respecto a Bolivia, a los compañeros de la mayoría. Todos ellos, en especial Germain, han echado por la borda los conocimientos anteriores para adherir casi incondicionalmente a una teoría, la guevarista. ¿Qué dice esa teoría? Simplemente, que en América Latina hay una unidad monolítica del imperialismo con las burguesías nacionales y sus ejércitos. El imperialismo es quien decide los cambios de régimen, optando por los “fascistas” o los “democráticos” según le convenga, pero la tendencia general es hacia los regímenes fascistas, los cuales, al liquidar toda posibilidad de lucha o movimientos legales, llevan inevitablemente a que todas las protestas se tengan que hacer armas en mano. Lo opuesto ocurre cuando se instauran regímenes de democracia burguesa: en esos casos, la perspectiva de lucha armada se aleja hasta desaparecer.

En otra parte veremos que este razonamiento no tiene nada que ver con el trotskismo. Lo que veremos aquí es cómo los compañeros de la mayoría adhirieron a estas concepciones, y cómo esa adhesión los llevó a hacer previsiones totalmente incorrectas y a formular líneas políticas absolutamente equivocadas en Bolivia, en los años que van desde el Noveno Congreso Mundial hasta la fecha.

El “Che” Maitán

Ya antes del Noveno Congreso, el compañero Maitán comenzó a aplicar para Bolivia el análisis guevarista:

“Dada la situación económica y social del país, el régimen capitalista —sea a través de Barrientos o cualquiera de sus posibles sucesores— sólo podrá sobrevivir empleando la violencia más sistemática. Esto implica que el trabajo preparatorio y organizativo más o menos legal será imposible para el movimiento obrero y ] campesino. Y, en el actual contexto, esto también excluye cualquier perspectiva de que la lucha tome la forma de insurrección urbana en su comienzo. Las contradicciones explosivas aún se dan en el campo y todavía hay posibilidades de que se den drama* ticos conflictos armados”.[1]

Para que no quedaran dudas, Maitán, en otra parte del] mismo artículo, aclaraba:

“Esto significa, más concretamente, que el método de la guerrilla, comenzando en zonas rurales, sigue siendo el método correcto.”[2]

Para sorpresa de los compañeros de la mayoría, vino primero el gobierno de Ovando y luego el de Torres, un gobierno burgués que permitió amplios márgenes democráticos al movimiento de masas y a los partidos de izquierda. El desconcierto que provocó entre ellos este acontecimiento inesperado se evidenció en dos pronósticos, aparentemente contrapuestos, de los compañeros Germain y Frank.

El laboratorio Frank-Germain

El compañero Frank, fiel a una parte del razonamiento guevarista (gobiernos democráticos = no hay perspectivas de lucha armada), vaticinó lo siguiente:

“Por el momento, y nadie sabe por cuánto tiempo será, la lucha armada no está a la orden del día en Chile y Bolivia.”[3]

El compañero Germain también fue fiel a una parte —distinta de la que tomó el compañero Frank— del razonamiento guevarista (unidad monolítica entre el imperialismo y las burguesías nacionales y sus ejércitos = tendencia a regímenes totalitarios). De allí dedujo que:

“Aquellos que piensan que, porque el general Torres subió al poder «con el apoyo de la izquierda», será más «tolerante», sufrirán unas cuantas sorpresas desagradables tan pronto como aquél logre restablecer la unidad del ejército, que es su objetivo primordial.”[4]

Como vemos, hubo entre Frank y Germain una verdadera división del trabajo y una apasionada competencia para aplicar lo mejor posible la concepción guevarista. Para uno, como el gobierno de Torres (y el de Allende) daban libertades democráticas, desaparecían las perspectivas de lucha armada en Bolivia (y en Chile). Para el otro, el “objetivo principal” de Torres era “restaurar la unidad el ejército” para después reprimir a las masas y a la izquierda, o sea que Torres era sólo una variante de esa unidad monolítica de los militares y burgueses nacionalistas con el imperialismo. Aparentemente contradictorios, ambos pronósticos se unían en un todo superior: el esquema guevarista de la lucha de clases en América Latina.

Los “aportes” del SU

Después de Torres vino Banzer. Seguro que los compañeros de la mayoría respiraron aliviados. ¡Por fin Bolivia volvía a la “normalidad” guevarista! Nuevamente estábamos frente a un régimen de unidad monolítica con el imperialismo. Nuevamente la represión volvía a abatirse sobre los trabajadores y la izquierda bolivianos, con lo que la lucha armada estaba nuevamente a la orden del día.

“La victoria del golpe de estado pro-imperialista —teleguiado y coordinado por representantes directos del imperialismo americano y dirigida por sus principales agentes sobre el terreno— representa una derrota táctica de las masas trabajadoras de Bolivia. Pero no es el fin de la guerra civil, no es más que el comienzo abierto. De una guerra civil larvada e intermitente, Bolivia pasa ahora a la guerra civil abierta y permanente.”[5]

Mientras la mayoría hacía estos vaticinios, la minoría sacaba conclusiones totalmente opuestas, que veremos al final de este capítulo. Ha llegado el momento de hacer el balance echando un vistazo a lo que realmente ocurrió en la lucha de clases boliviana.

Un equipo coherente de elaboración: ninguno acertó

Todos los hechos se encargaron de desmentir los pronósticos de la mayoría. En vez de “sobrevivir a través de la violencia sistemática” como decía Maitán en la época de Barrientos, el régimen sobrevivió a través de las concesiones de Ovando y Torres a las masas. El trabajo legal, que según Maitán sería “imposible para el movimiento obrero y campesino”, se hizo cada vez más posible bajo Ovando y plenamente abierto bajo Torres. La lucha armada no se dio en el campo, como preveía Maitán, sino en la ciudad (perspectiva expresamente “excluida” por él), y no tomó la forma de guerrilla rural, sino la de insurrección urbana. Tampoco se dio bajo el régimen más reaccionario (Barrientos), sino bajo el más democrático (Torres).

A los compañeros Germain y Frank no les fue mejor que a Maitán con sus previsiones. Los primeros ejemplos de lucha armada después de los de Santo Domingo, no aparecieron en ningún país con régimen dictatorial, sino que se dieron en Bolivia y Chile, países donde, según el compañero Frank, “no estaba a la orden del día”. El gobierno de Torres no tuvo ninguna posibilidad de “restaurar la unidad del ejército” como preveía Germain, ni tampoco dio ninguna “sorpresa” represiva a las masas y a la izquierda. Por el contrario, el ejército boliviano nunca estuvo más dividido desde la revolución de 1952 hasta la fecha que bajo el gobierno de Torres; y fue necesario un golpe militar que liquidara a Torres para “restaurar la unidad del ejército” y lanzar la represión.

Finalmente, no hemos visto todavía el famoso “comienzo abierto” de una “guerra civil abierta y permanente” que según los compañeros de la mayoría iba a venir como resultado inmediato del golpe de Banzer.

Hemos visto, eso sí, que el movimiento obrero boliviano tardó relativamente poco en recuperarse de la derrota que significó la caída de Torres, y que está desarrollando importantes luchas defensivas. Hemos visto también cómo en una de esas batallas hubo grandes enfrentamientos callejeros en La Paz. Y, finalmente, podemos prever que, si el ascenso del movimiento obrero y de las masas bolivianas sigue haciendo crecer estas luchas defensivas, desembocará en un nuevo régimen “democrático”, que volverá a dar libertades y concesiones al movimiento de masas y volverá a poner a la lucha armada a la orden del día.

Las previsiones de los compañeros de la mayoría sólo sirven si las invertimos, es decir, si basamos nuestra política en que sucederá exactamente lo contrario de lo que ellos vaticinan. Con semejantes asesores, sería un gran error echar sobre las espaldas de la sección boliviana la responsabilidad de todas —o incluso de la mayoría— de las equivocaciones cometidas.

Ultraizquierdismo y trotskismo frente al peligro fascista

El ultraizquierdismo no es un fenómeno nuevo en el movimiento revolucionario mundial. Junto al oportunismo ha sido un peligro permanente para la construcción del partido revolucionario, y el eje de algunas de las más violentas batallas políticas de Lenin y Trotsky. Dos de esas batallas, fundamentalmente, han dejado una rica experiencia teórica y práctica: la de Lenin en la Internacional Comunista (cuando escribió “El Izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo”) y la de Trotsky contra el stalinismo del “tercer periodo”.

Actualmente, ha surgido una nueva versión del ultraizquierdismo: el guevarismo. Estos tres tipos de ultraizquierdismo tienen orígenes históricos y contenidos sociales distintos.

El primero, combatido por Lenin en la Internacional Comunista, era el ultraizquierdismo que reflejaba a sectores radicalizados impactados por la Revolución Rusa que estaban impacientes por repetir la misma experiencia en todos los países. Era un ultraizquierdismo de la joven generación.

El segundo tipo de ultraizquierdismo, combatido por Trotsky, era diametralmente opuesto. Era nada más que un momento, un viraje a la ultraizquierda del centrismo stalinista. Expresaba la política circunstancial de una casta contrarrevolucionaria, que llevaría al movimiento obrero mundial a la peor derrota de su historia: el triunfo del nazismo.

El tercer tipo de ultraizquierdismo, el guevarista, se parece más al primero por su origen histórico y su contenido social. Es el de la juventud izquierdizada repelida por el stalinismo. Por su origen histórico y su contenido, no tiene nada que ver con el ultraizquierdismo stalinista del “tercer periodo”, pero sí se parece a él en sus postulados teóricos y en la mecánica con que se mueve su razonamiento político.

Comenzaremos por describir cuál fue la política stalinista del “tercer periodo” que Trotsky combatió y cuál fue su posición. Luego veremos en qué se asemeja la concepción guevarista a la del tercer período y si ésta fue realmente la que los camaradas de la mayoría aplicaron al formular su política para Bolivia.

El ultraizquierdismo stalinista del “tercer período”

Antes que Hitler tomara el poder, el stalinismo se dio una política ultraizquierdista, denominada del “tercer periodo”: Al no querer luchar por el frente obrero antifascista en Alemania, permitió el ascenso de Hitler al poder. Esta política abarcó los años que corrieron entre 1928 y 1933.

En la lucha a muerte contra el ultraizquierdismo del tercer periodo nació el trotskismo como tendencia internacional bien organizada. La ruptura con la III Internacional y el plan de que era necesaria una nueva organización internacional revolucionaria fueron una consecuencia de esa catastrófica política stalinista.

Los cinco aspectos fundamentales en los que Trotsky la atacó son los siguientes:

a) No saber distinguir el gobierno fascista —o el peligro de gobierno fascista o ultrarreaccionario— de las otras formas burguesas de gobierno.

Trotsky no se cansó de señalar que todos los gobiernos burgueses no son iguales. Que hay que saber distinguir cuidadosamente los distintos tipos que existen y establecer si hay luchas entre bandos de la burguesía. Insistió en que, cuando hay síntomas de avance fascista se debe señalar a los trabajadores que la tarea más urgente es combatirlo a muerte, por todos los medios. Para ello, es necesario medir conscientemente si hay fuerzas suficientes para voltear al gobierno burgués de turno y tomar el poder, o si, en cambio, hay que unir a los trabajadores en luchas defensivas contra el fascismo.

El stalinismo, por el contrario, definía como igualmente peligrosos a los dos campos burgueses (el reaccionario o el “democrático”). Caracterizaba como fascistas a todos los gobiernos y partidos políticos, especialmente a los partidos obreros (“socialfascistas”, etc. ). Al final, cuando el agua les llegó al cuello, los stalinistas se vieron obligados a luchar por el régimen burgués democrático y terminaron capitulando ante él con los “frentes populares”.

b) No aplicar la política del frente único obrero contra el peligro de gobiernos fascistas o ultrarreaccionrios.

En tiempos de Lenin, la Internacional Comunista —especialmente a partir de su tercer congreso— había formulado la política del frente único obrero, principalmente para tareas defensivas. Trotsky decía que en Alemania había que llamar a la dirección y a las bases de todas las organizaciones que se reclamaban del proletariado a enfrentar unidas la tarea más urgente y sentida por los obreros: defenderse del fascismo.

El stalinismo, en cambio, aplicaba su propia versión ultraizquierdista del frente único: llamaba a la unidad para la acción revolucionaria y no para la acción defensiva antifascista. Y este llamado lo hacía sólo a las bases de las organizaciones obreras reformistas, ignorando a sus direcciones. A esto lo llamaba “frente único por la base”. En los hechos, quería decir que el Partido Comunista Alemán no hacía frente único con nadie, o a lo sumo hacía una parodia de frente único con su periferia de simpatizantes y los escasos obreros reformistas que ya casi habían roto con sus líderes y organizaciones.

Trotsky insistió hasta el cansancio en que la política del frente único obrero está basada en proponer tareas sentidas por todos los trabajadores, principalmente por los trabajadores reformistas. También insistió en que el planteamiento de frente único debía hacerse a las organizaciones reformistas, empezando por sus direcciones. Las razones que daba Trotsky eran concluyentes: “si hay amplios sectores obreros que siguen dentro de las organizaciones reformistas, es porque creen en ellas y en sus Líderes”.

Por lo tanto, el solo hecho de pretender ignorar a los dirigentes reformistas arruina toda posibilidad de acción común con los obreros de esas organizaciones. Lo mismo ocurre si, en vez de plantear acciones comunes defensivas contra el fascismo, se plantean acciones revolucionarias, de derrocamiento de los gobiernos burgueses democráticos, a los obreros reformistas. Concretamente: un obrero socialdemócrata que odiaba a Hitler, podía aceptar la unidad de su partido con el Partido Comunista para defenderse de él. Ese obrero era socialdemócrata justamente porque aún no quería derribar al gobierno burgués democrático. Todo llamado a la acción común para esta última tarea, caía en el vacío entre los obreros socialdemócratas, porque estaba mucho más allá de lo que sentían y comprendían que debían hacer.

Finalmente, al plantear el frente único en esa forma sectaria y ultraizquierdista, el Partido Comunista no tenía ninguna oportunidad de desenmascarar a las direcciones reformistas y ganarles su base obrera para una política revolucionaria.

c) Crear organizaciones de masas artificiales, paralelas a las tradicionales (que estaban dirigidas por los reformistas).

Estas invenciones organizativas (sindicatos “rojos”, soviets por encargo), imaginadas por el stalinismo para desarrollar el proceso revolucionario, eran la consecuencia de haber abandonado la política del frente único obrero. Toda organización de masas es —de hecho— un frente único obrero, dado que allí se agrupan los trabajadores de todas las tendencias.

Contra esta línea de crear organismos artificiales, Trotsky reiteró la posición leninista de permanecer y trabajar en las organizaciones tradicionales del movimiento obrero (sindicatos, comités de fábricas, soviets del movimiento de masas, etc. ) cualquiera que fuere su dirección. Estar allí era doblemente imprescindible: en primer lugar, para enfrentar al peligro de la ultraderecha en forma unida, en segundo lugar, para disputar la dirección del movimiento de masas a los reformistas.

d) Plantear el armamento del proletariado como una tarea en sí.

El stalinismo veía esta actividad como algo independiente de la situación política de conjunto. Para citar un caso, veamos el de España en 1931, del cual Trotsky hizo un magnífico análisis. El problema político central, y el que más interesaba a las masas en ese momento, eran las elecciones a las Cortes (Parlamento). El stalinismo, al mismo tiempo que mantenía silencio sobre las elecciones, agitaba la consigna de “armamento de los obreros”. Trotsky señalaba con razón que “lanzar la consigna de armamento de los obreros en contra de las realidades de la vida política que alcanzan en lo más profundo a las masas, es aislarse a sí mismo de las masas, y, al mismo tiempo, alejarlas del empleo de las armas”. Y proponía, en cambio, que la consigna de armamento formara parte de un programa político estructurado; es decir, un programa que tomara en cuenta la situación de la lucha de clases, y especialmente la intervención en las elecciones de las Cortes.

e) Sostener que el triunfo del nazismo abría nuevas y mejores perspectivas de luchas revolucionarias y de desarrollo del partido que las que se daban bajo el régimen democrático-burgués.

Esto ya no era para Trotsky un “error”. Era un suicidio y una traición incalificable, porque el triunfo reaccionario habría de retrasar, hasta límites incalculables, el proceso revolucionario.

El ultraizquierdismo guevarista

Como concepción, el guerrillerismo guevarista es una repetición y ampliación de estos trágicos errores ultraizquierdistas que acabamos de resumir. Veamos las similitudes.

a) El stalinismo no halló diferencias entre el fascismo y la social democracia reformista. El guevarismo no hace diferencias entre los diversos regímenes que se dan en América Latina. Para él, el nacionalismo burgués y el régimen ultrarreaccionario proimperialista no son más que distintas formas de gobierno que asume el acuerdo monolítico entre burguesías nacionales e imperialismo, cuya tendencia es hacia el monolitismo total, fascista o semifascista.

b) El stalinismo se negaba de hecho a plantear el frente único obrero contra el fascismo (al plantear el “frente único por la base”). El guevarismo no plantea el frente único en ningún sentido y, más aún, abandona todo intento de trabajar en el movimiento de masas. Comete un error similar, pero más grave.

c) El guevarismo intenta crear organismos artificiales para la toma del poder, despreciando a los que se dan las masas. Pero también agudiza este error porque el stalinismo intentaba, al menos, copiar las organizaciones del movimiento de masas (soviets y sindicatos), en tanto que el guevarismo plantea como órgano de poder al “ejército guerrillero”.

d) El guevarismo siempre plantea el “armamento en sí”, pero profundiza el error porque ni siquiera se lo plantea a las masas, como los stalinistas, sino a una vanguardia.

e) Finalmente, como el stalinismo, sostiene que los regímenes fascistas son la mejor base objetiva para el desarrollo de la lucha armada.

Nuestros camaradas de la mayoría son dignos discípulos del ultraizquierdismo guevarista, y, como veremos a continuación, estos criterios fueron, y son, los ejes de la política mayoritaria en Bolivia.

¿Todos los gobiernos son iguales?

Hemos visto que uno de los errores que Trotsky criticaba al ultraizquierdismo era el poner un signo igual entre todos los gobiernos burgueses. Para los ultraizquierdistas, todos los gobiernos eran “fascistas” por la sola razón de ser burgueses.

Los compañeros del POR(C) no barajan la posibilidad de regímenes distintos, provocados por las contradicciones generales con el imperialismo y el movimiento de masas en ascenso. Así caen en una peligrosa confusión

Una cosa es no confiar en ningún gobierno burgués ni apoyarlo, aunque sea de “izquierda” o “nacionalista”; otra cosa es no distinguirlos de los gobiernos ultrarreaccionarios, y no darse una política apropiada ante cada uno de ellos. No apoyar a Torres o al primer gobierno de Perón, es correcto. No distinguirlos de los regímenes de Banzer u Onganía es suicida.

Barrientos - Ovando - Torres

De que el régimen de Barrientos era reaccionario y agente del imperialismo no cabe ninguna duda. Pero luego de Barrientos vino Ovando, y el régimen cambió. Sin embargo, para el el gobierno de Ovando era el gobierno “del capitalismo imperialista moribundo, que ha asumido una máscara ‘revolucionaria’ para salvarse a sí mismo”.[6]

Compañeros del POR(C), ¿la diferencia entre Barrientos y Ovando era sólo una “máscara”?

La realidad siguió cambiando: el régimen de Ovando fue sustituido por el de Torres. Pero las caracterizaciones se conservaron. Para el POR(C):

“La tendencia del ‘nacionalismo revolucionario’ que emergió con Ovando es la que continúa en el poder con Torres” (Torres está ubicado) “dentro de la política económica llamada ‘desarrollismo’ que el imperialismo lleva adelante para los países semicoloniales...” “Los oportunistas confunden este nuevo papel de los militares que cae en el campo de la táctica moderna del imperialismo, con el proceso revolucionario, que es cosa muy distinta”. “Por consiguiente, el Alto Mando Militar asesorado por la embajada yanqui, llegó a la conclusión de que había que sustituir al gobierno Ovando”.[7]

Para cerrar con un broche de oro la caracterización del régimen de Torres, “Combate,”, órgano oficial del POR(C) decía:

“En la crisis militar y política de octubre no triunfaron las masas. La victoria del general Torres es más bien una derrota de las masas revolucionarias y un triunfo del ejército como partido de la burguesía”.[8]

Como vemos, de Barrientos a Torres, pasando por Ovando, nada había cambiado en Bolivia, según los compañeros del POR(C). Todas eran derrotas de las masas. Todo se reducía a diferentes combinaciones tácticas, lucubradas por el imperialismo y los jefes militares bolivianos, en el aséptico laboratorio de la embajada yanqui, totalmente aislado de los efectos de la lucha de clases.

Trotsky contra el POR(C)

Sin embargo, Trotsky ya había señalado —en la época del “tercer periodo”— que: “la desgracia de la burocracia stalinista es que no ve mejor en España que en Alemania las contradicciones reales que existen en el interior del campo enemigo,...” “En teoría (si está permitido emplear aquí esta palabra) se asegura contra las desviaciones oportunistas rechazando de forma general efectuar cualquier diferenciación política o de clase: Hoover, Papen, Vandervelde, Gandhi, Racovsky, todos son ‘contrarrevolucionarios’, ‘fascistas’, ‘agentes del imperialismo’. Pero todo vuelco brusco en el curso de los acontecimientos, todo nuevo peligro, obliga en la práctica a los stalinistas a luchar contra uno de estos enemigos y a arrodillarse ante los otros ‘contrarrevolucionarios’ o ‘fascistas’”.[9]

Esta trayectoria que señala Trotsky nos sugiere un paralelo con nuestra sección boliviana: ¿acaso el POR(C) no comenzó por caracterizar a Torres como ejecutor “de la moderna táctica imperialista”, para verse luego obligado a combatir a su lado y, después, terminar “hincado de rodillas” ante él, en el FRA?

Sin dar ninguna importancia a las enseñanzas de Trotsky, los compañeros del POR(C) siguieron diciendo, bajo el gobierno de Torres, que “Los trabajadores y sus vanguardias revolucionarias no tienen que escoger entre dos bandos militares en pugna”.[10]

Mientras Trotsky en una situación igual decía exactamente lo contrario: “Los bolcheviques no permanecieron neutrales entre el campo de Kerensky y el de Kornilov. [Lucharon en el primero contra el segundo]. Aceptaron la autoridad oficial mientras no eran lo suficientemente fuertes como para derrocarla.”[11]

Para demostrar que esta ceguera política no fue un encandilamiento momentáneo, los compañeros del POR(C), dos meses antes del segundo golpe de Miranda lanzaron su célebre vaticinio:

“El Ejército, partido armado de la burguesía, sigue controlando el poder. Las discrepancias y roces entre los jefes militares, si bien es cierto que no han desaparecido, no son todavía lo bastante profundas como para enfrentar a unos sectores con otros y romper la estructura castrense”.[12]

Desde el punto de vista de los compañeros del POR(C), esto no podía ser de otra manera: ¿cómo iba a haber un “conflicto entre los distintos sectores”, o una ruptura de los altos mandos, si todos ellos obedecían como títeres a los mandatos del imperialismo, y los militares formaban una eterna unidad monolítica con el Departamento de Estado yanqui?

Unos meses después — ¡por fin!—, luego de un año de abiertos preparativos golpistas, con ruptura de los altos mandos en mil pedazos, y acontecidos dos golpes “fascistas”, el compañero González descubrió, asombrado, que “las grietas en el ejército son demasiado anchas”.[13]

Lamentablemente, ese cambio saludable no llevó al compañero González a distinguir entre Kerensky y Kornilov, entre Torres y Miranda-Banzer; siguió luchando contra los dos al mismo nivel, como si ambos fueran sus enemigos inmediatos. La cita que da el propio Germain (para demostrar lo contrario) nos da la razón a nosotros:

“Por esto decimos que el proceso revolucionario en Bolivia se enfrenta a dos peligros. Por una parte el golpe fascista que es alimentado desde la embajada yanqui y el gorilismo argentino y brasileño, golpe que se incuba en las divisiones de las FF.AA. bolivianas y por el otro lado está el reformismo militar y civil que busca adormecer la conciencia de las masas, que de hecho se ha convertido en un obstáculo para el triunfo de la revolución”.[14]

Aquí se dice claramente, que hay “dos peligros”: el “fascismo” y el “reformismo”, pero se pone un signo igual entre ambos, y no se dice que el peligro inmediato, cierto, objetivo, para el movimiento de masas, es el “fascismo”. Menos aún se señala el papel contradictorio del reformismo, el que, según Trotsky, no es sólo una valla hacia la revolución, sino también una valla hacia el fascismo. Esta diferencia, que es justamente la que había entre Kerensky y Kornilov, es la que nunca planteó el POR(C). La mejor demostración de que no se distinguió cuál era el peligro inmediato y puso en el mismo saco a todos los sectores y regímenes burgueses, se sintetiza en esta afirmación referida a la política de los “sectores más avanzados y combativos de la clase obrera”, semanas antes del golpe de Banzer:

“En realidad, ellos luchan por... un gobierno obrero y campesino que sea definitiva y concretamente antiimperialista y socialista”.[15]

Los compañeros del POR(C) hicieron caracterizaciones parecidas a los stalinistas del “tercer periodo”: igualaron reformistas con “fascistas”, nacionalistas burgueses con “agentes del imperialismo”, a Barrientos con Ovando, a Ovando con Torres y a Torres con los oficiales que preparaban el golpe. Y, después de todo, ¿para qué molestarse en buscar diferencias, si los cambios de gobierno no son más que un cambio de “máscaras” y a los presidentes los saca y los pone el embajador yanqui, apretando un timbre, después de hablar con los militares?

Nuestra sección frente a los golpes

No hacer la distinción entre los diferentes tipos de regímenes, llevó a los compañeros del POR(C) a darse una misma política frente a todos ellos. Al no plantear el frente único obrero para enfrentar a los golpes “fascistas”, los compañeros del POR(C) cayeron en el tipo de modelo del “tercer período” que criticó Trotsky.

Para refrescar un poco la memoria, recordaremos algunas fechas: Barrientos murió en un extraño “accidente de aviación” el 27 de abril de 1969: el 29 de septiembre del mismo año subió al poder el general Ovando. También en 1969 se reiniciaron las actividades guerrilleras, que terminarían sin pena ni gloria, en Teoponte, en octubre de 1970. El 6 de octubre de 1970 se produjo el primer intento de golpe “fascista”, el golpe del general Miranda, de cuyo fracaso surgió el gobierno de Torres. En enero de 1971, se sublevó nuevamente el general Miranda, de quien era segundo el general Banzer. Este último, finalmente, derribó a Torres el 21 de agosto de 1971, y sigue aún en el poder.

Como vemos, en el corto periodo que va de octubre de 1970 a agosto de 1971, hubo tres golpes “fascistas”. ¿Cómo preparó el POR(C) políticamente a las masas bolivianas, a la clase obrera y a su vanguardia para enfrentarlos? En nuestra opinión no los preparó en absoluto.

El primer golpe

De entre los materiales del POR(C) inmediatamente anteriores al golpe de Miranda, hemos buscado cuidadosamente alguna mención al peligro de golpe y algún llamado a la unidad de todos los partidos y comentes obreras para enfrentarlo. No hemos encontrado ninguna.

En cambio, sí encontramos pasajes como éste: “¿Qué pasa con el gobierno? Prepotente y temerario para hablarle al pueblo, pero incapaz de enfrentar a la derecha antinacional que él mismo denuncia. ¿O es que esa derecha actúa por encargo oficial?” “Si es necesario hablar de conjura antinacional, esa es la única que existe, colocarse un cuero de oveja para ocultar el hocico del lobo e hincar sus colmillos en el pueblo”.[16]

Los camaradas del POR(C) no sólo les decían a los trabajadores que tenían dudas de que existiera una conspiración de la derecha, sino que insinuaban que dicha conspiración actuaba “por encargo” del propio gobierno, que se colocaba “un cuero de oveja” para “hincar sus colmillos en el pueblo”.

Pero hay más aún. En el número siguiente de Combate leemos:

“Con ese criterio para nosotros la crisis militar no excede los límites de la ideología de esa institución que se llama Ejército y cuyo fundamento es el anticomunismo”. “Entonces, ¿dónde están las divergencias entre los generales? ¿Existen esas diferencias? Evidentemente sí. ¡Pero cuidado! El desacuerdo es táctico y se refiere a cómo derrotar al comunismo y cómo impedir el acceso de las masas al poder”.[17]

Para los camaradas del POR(C), las diferencias entre los militares bolivianos, tres meses antes del golpe de Miranda, eran “ideológicas”, eran desacuerdos “tácticos”, y alertaban: “¡Cuidado!” con confundirse dándole importancia a esas diferencias. Esto es lo opuesto a alertar sobre el peligro de un golpe de derecha.

Esto nos plantea algunas preguntas muy importantes: ¿Por qué los compañeros del POR(C) no aconsejaban, como Trotsky:

“Asumir una posición defensiva significa estrechar filas con la mayoría de la clase obrera alemana y la formación de un frente único con los trabajadores socialdemócratas e independientes, contra la amenaza fascista”?[18]

Es cierto que los compañeros del POR(C) tiraron un volante en el Congreso Minero de Siglo XX. Pero, ¿por qué, como nos enseñó Trotsky, no llevaron al Congreso Minero y a todos los sindicatos y partidos obreros “un programa concreto, cuidadosamente detallado y práctico para una lucha común contra el fascismo, exigiendo sesiones comunes de los ejecutivos de los partidos con la participación de las direcciones de los sindicatos y simultáneamente haber bajado este mismo programa enérgicamente a todos los sectores de los partidos y de las masas”?[19]

Cuando una organización trotskista detecta el peligro de golpe “fascista”, sabe que se abre en dicho país una etapa de la lucha de clases en la cual lo primero es el combate contra el golpe, a través de la estrategia del frente único con las organizaciones reformistas. Proponer a los mineros que se armen, no fiara enfrentar el golpe, sino para “... revivir los piquetes armados y valientemente proclamar la solidaridad militante con aquellos que en este momento luchan en la guerrilla... “ fue, y es un crimen político. Decir a los mineros que se armen para ir a la guerrilla contra Ovando, y no para enfrentar el golpe que estaba preparando Miranda contra Ovando, era romper de entrada con todo obrero antigolpista que no fuera partidario de la guerrilla. Era llamar al movimiento obrero a que se divida entre proguerrilleros y antiguerrilleros, cuando había una gran tarea en común para todos ellos: luchar contra la derecha mirandista (incluso en forma armada). La necesidad de esta tarea la veían todos los obreros de Bolivia: la de hacer guerrillas, casi nadie. Y esto se demostró en los hechos: la clase obrera se movilizó contra el golpe mirandista y provocó la crisis del ejército y las instituciones burguesas durante dos o tres días, pero de ninguna manera respondió a los llamados del POR(C).

Nuestra política debió haber sido frente único y no guerrilla. Debíamos haber dicho a los mineros lo siguiente:

“Camaradas: aunque muchos de ustedes y las organizaciones a las que ustedes pertenecen no se hayan dado cuenta, nosotros —los trotskistas— les hacemos un alerta y un llamado: estamos ante el grave peligro de un golpe ultrarreaccionario. Debemos defendernos unidos. Para eso, debemos formar piquetes armados y proponerles a todos los sindicatos del país y a la COB que también los organicen para enfrentar el inevitable golpe de estado que prepara la reacción. Los militares —al igual que la burguesía— están divididos como consecuencia del ascenso de nuestras luchas. Un sector de la burguesía y del ejército quiere emplear métodos duros contra nosotros; otros sectores —en cambio— quieren emplear métodos más blandos y dominarnos mediante negociaciones. Nosotros estamos contra las concepciones de Lechín y de los Partidos Comunistas, en quienes muchos de ustedes confían, y queremos convencerlos de que nuestras concepciones revolucionarias son las mejores. Es decir, queremos convencerlos de que no hay que depositar confianza en ningún sector burgués y luchar intransigentemente contra todos los explotadores, los blandos y duros. Pero para eso hay tiempo; para enfrentar al golpe fascista, no: Nosotros sabemos que ustedes odian tanto como nosotros al fascismo. Por eso les proponemos que nos organicemos contra él, de arriba a abajo y de abajo a arriba. Hemos comenzado por invitar al frente único a Lechín y a los Partidos Comunistas. A este frente único obrero de lucha contra el golpe “fascista”, invitamos también a los guerrilleros siempre que se unan a la acción común y no rompan el frente o lo saboteen con acciones aisladas o aventureras. Si no nos organizamos unidos contra el golpe, si no hacemos los piquetes, no será culpa de los trotskistas, sino de vuestras direcciones. Porque nosotros estamos dispuestos a hacer cualquier cosa, menos abandonar nuestra independencia política y el derecho a defender nuestras posiciones, con tal de lograr la unidad de los trabajadores para luchar contra el golpe reaccionario. Si nos unimos nosotros, es decir los sindicatos y los partidos que se reclaman de la clase obrera, a corto plazo podremos arrastrar a los campesinos y a los estudiantes”.

Esta hubiera sido una posición trotskista. Pero, lo que es más importante, hubiera permitido que nuestra organización se consagrara como la dirección política indiscutida de todo el proletariado boliviano.

Nada de esto hizo el POR(C). Podríamos admitir que se equivocó, pero entonces hay que agregar que no aprendió nada de sus errores. Durante Torres, se siguieron manejando las mismas caracterizaciones y la misma política que bajo Ovando. Para el POR(C), pasó completamente inadvertido el hecho de que la clase obrera boliviana se había movilizado, había creado un frente único de hecho y había derrotado al golpe reaccionario imponiendo un régimen nacionalista burgués. Este régimen, débil, que cedía constantemente a la presión de las masas, que acentuaba día a día sus características kerenskistas, fue un gran triunfo de la clase obrera boliviana. ¿Que las masas no impusieron un gobierno obrero y campesino? Eso es totalmente cierto, pero, ¿de quién fue la responsabilidad? La culpa fue de sus direcciones burocráticas y reformistas, y, desde el punto de vista revolucionario, de los compañeros del POR(C). Si ellos hubiesen disputado la dirección de la lucha contra el golpe “fascista”, si hubiesen sido los primeros y más consecuentes en denunciar ese golpe, si hubiesen sido los campeones del frente único para enfrentarlo, habrían impuesto tarde o temprano su dirección e impulsado la lucha hacia la toma del poder.

De los documentos del POR(C) se puede deducir que el no haber llegado al gobierno obrero y campesino fue culpa de las masas, y el haber impuesto a Torres fue una derrota del movimiento de masas y no de la reacción “fascista”. Y así lo dijeron:

“En la crisis militar y política de octubre no triunfaron las masas. La victoria del General Torres es más bien una derrota de las masas revolucionarias y un triunfo del ejército como partido de la burguesía. La crisis de octubre demuestra las limitaciones de la acción directa de las masas”.[20]

El segundo golpe

Esta caracterización será la base de la política del POR(C) bajo Torres. Ya hemos visto que en los diez meses de gobierno torrista, hubo dos golpes “fascistas”: el segundo de Miranda (primero de Banzer) y el golpe definitivo de Banzer en agosto de 1971. Pero la lucha contra ellos, a través del frente único obrero, jamás fue la principal tarea de nuestra sección boliviana.

La línea votada por el Comité Ejecutivo del POR(C), ni bien sube Torres al poder, y cuyas consideraciones ya hemos citado, se basa en tres reivindicaciones claves (que tienen muy poco que ver con el programa que le atribuye Germain):

“a) La organización de un Comando Revolucionario Obrero y Popular, con todas las tendencias políticas que admitían la salida socialista para la situación actual del país y que apoyen la lucha armada por el Poder, superando el reformismo y economicismo, la capitulación y el colaboracionismo clasista, causante de las sucesivas derrotas y frustraciones del pueblo boliviano.

“b) La creación de un Ejército Revolucionario Obrero y Popular, instrumento indispensable para tomar el Poder.

“c) Surgimiento de un organismo representativo de las masas, donde ellas lleguen con toda su fuerza revolucionaria, sus iniciativas, inquietudes y voluntad transformativa”.[21]

Como vemos, exceptuando esta última consigna (que tiene algo que ver, pero muy poco, con el frente único obrero y la posterior Asamblea Popular), las tareas esenciales que plantea el programa se oponen por el vértice al frente único obrero para luchar contra el golpe “fascista”. Por otro lado, ni en este programa del POR (C), ni en ningún otro, figura como eje central la lucha contra un Banzer o los otros militares golpistas.

Es cierto que en el programa van incluidas varias consignas económicas y democráticas correctas, y seguramente sentidas por el movimiento de masas. Pero Trotsky se cansó de criticar programas parecidos de los ultraizquierdistas. Para España, por ejemplo, el Pravda del 14 de mayo de 1933 daba el siguiente programa: “organizar a los obreros para el desarme de la reacción, para el armamento del proletariado, para las elecciones de comités de fábrica, para el logro de las siete horas diarias de trabajo.”

Este programa mereció la siguiente crítica de Trotsky: “Las consignas enumeradas son indiscutibles aunque se den sin ninguna conexión interna, carentes de la lógica consecuente que reclama el desarrollo de las masas... Pravda habla únicamente de la jornada de 7 horas, de los comités de fábrica y del armamento de los obreros; ignora deliberadamente la ‘política’ y en todos sus artículos no encuentra nada que decir sobre las elecciones a Cortes: así Pravda se acerca al anarcosindicalismo... “ “Lanzar la consigna de armamento de los obreros en contra de las realidades de la vida política que alcanza en lo más profundo a las masas, es aislarse a sí mismo de las masas y, al mismo tiempo, alejarlas del empleo de las armas.”[22]

El programa del POR(C), tiene todos los defectos que ve Trotsky en el del “Pravda”; no tiene cohesión interna y sus consignas no giran alrededor de ningún problema político central y real. ¿No existía en ese momento en Bolivia, ningún problema político central que nos permitiera concretar una o varias consignas decisivas? Nosotros creemos que sí, que ese eje era el golpe y algunas de las consignas podían haber sido: ¡armémonos desde las organizaciones obreras para frenar el inevitable golpe de derecha! o ¡hagamos un frente único con todas las organizaciones obreras que quieran luchar contra el golpe “fascista”!

El programa del POR(C) era opuesto al del frente obrero y de la lucha contra el golpe “fascista”. Planteaba formar un “Comando Revolucionario”, para luchar contra el “reformismo” y el “economicismo”, cuando al reformismo se lo debía llamar al frente único para luchar contra el golpe “fascista”. Planteaba la unidad con todos los que están de acuerdo con el “socialismo” y la “lucha armada”, cuando debía plantear la unidad de todos los sectores obreros dispuestos a luchar contra el golpe, en primer lugar con Lechín y los PC, vale decir con el “economicismo y reformismo”.

Pero todo esto es disculpable, partiendo de la base de que el peligro del golpe “fascista” fue sistemáticamente ignorado por el POR(C). Lo que no es disculpable es justamente esa ignorancia, porque después del primer golpe de Miranda, se dio bajo Torres el segundo golpe (o primero de Banzer), y el POR(C), como quien oye llover, siguió sin darse una política frente al peligro “fascista”. Mejor dicho, sin decir ni una sola palabra sobre él.

Y llegó el tercer golpe

Apenas a partir de abril de 1971 —a seis meses de asumir Torres y después de dos golpes “fascistas”— o sea, cuando el agua le «llegaba al cuello, el POR(C), muy a la pasada, comienza a hablar de la inevitabilidad del golpe.

Para ver esto más en detalle, examinemos algunas de las cinco recomendaciones resueltas en un CC ampliado, realizado en abril de 1971. Lo primero que se ve es que en ninguna de ellas se llama a luchar contra el golpe.

La primera de las recomendaciones votadas a la dirección del partido por el CC fue la siguiente:

“1. Intensificar el trabajo político hacia las masas para arrancarlas de la influencia del reformismo haciendo surgir direcciones verdaderamente revolucionarias”.[23]

La segunda recomendación es intervenir “con este criterio” en todas las organizaciones obreras; la tercera, la cuarta y la quinta, que veremos más adelante, se refieren a la actividad militar del partido.

¡Ni una palabra sobre nuestra política de frente único hacia las organizaciones reformistas para luchar contra el golpe “fascista”! Al contrario, si algo se desprende de estas recomendaciones es que plantean como fundamental trabajo político la lucha contra el reformismo, y no el frente único con él para enfrentar el peligro “fascista”.

Nosotros también opinamos que la lucha contra el reformismo era, y es, un problema de vida o muerte para la revolución boliviana. Pero el problema es cómo luchar contra él. Las masas bolivianas presenciaron el siguiente espectáculo: el golpe se avecinaba, y esto era claro para todo el mundo; Lechín y los partidos comunistas alertaban sobre ese peligro y llamaban a mantener la paz y a frenar la movilizaciones obreras para evitarlo; el POR(C) no le daba la menor importancia, y hablaba de la necesidad del gobierno obrero y campesino impuesto por la guerra revolucionaria. ¿Cómo convencer a los trabajadores de que el POR(C) fue una dirección que ellos debían reconocer, si fue el único que no hizo del enfrentamiento al golpe el eje de su política, que era la única manera de derrotar al reformismo en ese momento? Dentro de ese frente único, con ese objetivo común, venía la lucha por la dirección. El reformismo y la burocracia decían “no movilizar”; el POR(C) debía responder: “La única manera de derrotar al golpe es con el armamento de los trabajadores”. ¡Así habríamos derrotado al reformismo! ¡Si hubiéramos planteado realizar la tarea más sentida por las masas, podríamos haber gritado ante ellas: mirad las vacilaciones y traición de los reformistas!

El camarada Germain insiste, pese a la evidencia de los hechos, en que el POR(C) tuvo una política correcta frente al golpe. Hace hincapié fundamentalmente en el número de Combate previo al ls de mayo de 1971. Nosotros no conocemos este número completo, pero sí tenemos la fotografía de su primera página. Realmente, con lo que allí se ve, basta y sobra para que todas las pruebas del camarada Germain se derrumben. Hay dos artículos; el primero de ellos tiene un titular a toda página que es un símbolo: “Marchemos al asalto final del poder para el socialismo”.

Evidentemente no se está llamando al luchar contra el golpe de estado reaccionario sino a lanzarse a tomar el poder. Pero ¿no era acaso el General Torres quien estaba en el poder en ese momento? Nuevamente, el POR(C) estaba llamando a las masas, que confiaban en Torres, a derribarlo y tomar el poder, y no a prepararse para luchar contra el golpe reaccionario.

En la parte del artículo que cae bajo este título que tenemos a nuestra disposición, y que es de donde saca su cita el camarada Germain, se vaticina que habrá un golpe de estado. Esto no es un gran mérito porque ya hacía un buen rato que los preparativos golpistas eran públicos y notorios. ¿Pero acaso se llama a luchar contra él como el peligro más inmediato y fundamental para los trabajadores bolivianos? Nuevamente, no. Hay un subtítulo que es otro símbolo: “Ni con el fascismo ni con el reformismo: con la revolución socialista”.

Quizás en otra parte de este artículo, que no esté a nuestra disposición, podamos encontrar el subtítulo correcto: “Junto al reformismo en un frente único contra el fascismo”. Lo dudamos mucho. Si así fuera, le rogaríamos al camarada Germain que nos indique dónde está.

El segundo artículo de la primera plana lo tenemos completo. En él sí que podemos comprobar cuál era la verdadera política del POR(C). Su título dice que la Asamblea Popular debe nacer de la bases y plantea la elección democrática de los delegados a la misma. No se dice nada sobre el golpe, ni sobre la necesidad de que la Asamblea Popular lo enfrente movilizando y armando a las masas, ni sobre la imperiosa necesidad de construir un frente único contra él. Termina con tres consignas que, suponemos, deberían de ser las fundamentales del POR(C) en ese momento: “Reformismo no, socialismo sí; el ejército burgués no, el ejército revolucionario del pueblo sí; parlamento burgués no, asamblea popular sí”.

Es evidente que, para los camaradas del POR(C) el peligro más importante para el “socialismo” (vale decir, para las masas bolivianas), era el reformismo, no el golpe de estado reaccionario, ya que ni lo nombran en sus consignas.

El último periódico del POR(C) que conocemos es de dos meses antes del golpe. Lleva el número 6, y corresponde a la primera quincena de junio. Allí se vaticina que “los días de Torres están contados”.

También se habla de la contrarrevolución fascista. Se habla de la “responsabilidad de la izquierda”, pero no se llama a los partidos de izquierda a unirse contra el golpe y, lo que es más grave, ni siquiera nombra a la Asamblea Popular. La posición del POR(C) está resumida de la siguiente forma:

“Saliendo de las abstracciones es indispensable sobre la marcha crear las fuerzas armadas universitarias, mineras, fabriles, campesinas, etc. Hay que armarse y entrenarse para el combate que viene. Al mismo tiempo ni un paso atrás en las ocupaciones e intervenciones de la propiedad capitalista e imperialista. Hay que golpear el poder económico, los centros nerviosos del imperialismo y la burguesía nativa.

“Hay que fortalecer al Partido Obrero Revolucionario, herramienta indispensable para soldar las corrientes revolucionarias en un sólido frente. ¡Adelante con las ocupaciones y el armamento obrero! ¡Muerte al imperialismo!”[24]

Una vez más, a dos meses del golpe, el POR(C) vuelve a llamar al frente de las “corrientes revolucionarias” (no de los partidos obreros, incluidos en primer término los reformistas), con el objetivo de dar “muerte al imperialismo y capitalismo” (es decir, una vez más, a Torres y no al golpe reaccionario que se preparaba).

¿Para qué seguir? El POR(C) nunca planteó como su política ante el golpe “fascista” el frente único o la movilización obrera desde la Asamblea Popular. Si desde el punto de vista de la lucha de clases, los culpables de la derrota frente a Banzer fueron la reacción y el imperialismo, si desde el punto de vista del movimiento obrero, los culpables fueron los reformistas y los burócratas, desde el punto de vista del movimiento revolucionario, la culpable de esa derrota fue nuestra sección boliviana, el POR(C).

La verdadera política del POR(C)

Hemos descrito los hechos, que no dejan dudas sobre los errores políticos de nuestra sección boliviana. Pero si tuviéramos que sintetizar, definiéndola, cuál fue la verdadera política del POR(C), deberíamos decir que fue y es el armamento de las masas como una tarea “en sí”, para cualquier momento de la lucha de clases. La misma política de los ultraizquierdistas españoles que criticaba Trotsky.

Nadie discute que el POR(C) tomó como tarea central la guerrilla rural bajo el régimen de Barrientos. Nadie puede discutir, tampoco, que dicha guerrilla no tuvo nada que ver con el cambio que se dio con Ovando, ni tampoco con las conquistas que el movimiento de masas obtuvo durante el gobierno de este último, como ser el funcionamiento legal del movimiento sindical, y la semilegalidad de la izquierda.

Hemos sostenido y seguimos sosteniendo que, con distintas variantes, la línea de “armamento en sí” y de construcción de un “ejército revolucionario popular” que tuvo el POR(C) bajo Barrientos, la siguió teniendo bajo Ovando, bajo Torres y bajo Banzer. Bajo Barrientos, Ovando y los primeros momentos de Torres, se expresó como guerrilla rural. Luego cambió de forma, llegando incluso a plantear algo aparentemente correcto: los piquetes armados de los sindicatos. Siempre se hizo bajo el rótulo de la “construcción de un ejército revolucionario”. Y siempre fue planteada totalmente al margen de la situación de la lucha de clases y de las necesidades de las masas: ¡Nunca jamás, para no dar más de un ejemplo, se planteó el armamento para luchar contra los golpes “fascistas”!

El compañero Germain afirma lo contrario. Formula una pregunta:

“¿Falló la sección boliviana en hacer la distinción entre Kornilov y Kerensky, entre Torres y Barrientos o Banzer?” Y contesta: “La afirmación de que ‘el POR(C) siguió esencialmente la misma línea bajo Torres que bajo Barrientos o Banzer’ es completamente infundada”.[25]

Tanto en la pregunta como en la respuesta, el compañero Germain se “olvida” del gobierno de Ovando, durante el cual se dio el primer golpe de estado “fascista”, el del general Miranda. Para los marxistas, la memoria es política. No es una casualidad que Germain se olvide del gobierno de Ovando y del golpe de Miranda. El golpe de Miranda tuvo una importancia extraordinaria. Según informó Hugo González, provocó nada menos que una... “pelea de los jefes militares (que) paralizó la fuerza represiva del ejército; durante dos días había un vacío de poder, con abandono del Palacio de Gobierno y los ministerios. En ese momento, había que actuar con las masas en la calle, había que derrotar a los mirandistas en la acción y la lucha”.[26]

Vemos que, para González, hubo dos días de “vacío de poder”, durante las cuales la tarea central era “derrotar a los mirandistas” (y no luchar contra Ovando y Miranda al mismo tiempo), Y esa lucha había que darla “con las masas en la calle” (y no con un grupo guerrillero en el campo). Coincidimos con esta caracterización y esa tarea tal como la plantea González, pero ¿fue esa la política del POR(C)?

Nosotros sostenemos, mal que le pese a Germain, que bajo Ovando la sección boliviana se dedicó a hacer exactamente lo mismo que había hecho bajo Barrientos, prepararse para la guerrilla rural. Sostenemos también que no utilizó los resquicios legales que dejaba el régimen de Ovando para trabajar sobre el movimiento de masas. Finalmente sostenemos que no hizo de la lucha contra el golpe de estado el eje de su actividad ni, mucho menos, planteó el frente único obrero para “derrotar al mirandismo”. En síntesis, y esto se demostró cuando el golpe vino: el POR(C) no estaba en condiciones de luchar “con las masas en la calle” para “derrotar a los mirandistas”, porque jamás se dio tal línea política.

Esto es, por otra parte, lo que afirman los propios compañeros del POR(C). Hugo González dice que:

“Bajo el régimen de Ovando, el partido operaba en condiciones de completa clandestinidad y estaba totalmente absorbido por la lucha armada”.[27]

Es evidente que un partido que operó en la “completa clandestinidad” poco o nada pudo aprovechar los márgenes legales que dejaba el régimen para penetrar en el movimiento de masas. Por otro lado, ese no era su propósito, ya que “estaba totalmente absorbido por la lucha armada”.

¿De qué lucha armada se trata? De la guerrilla rural, como claramente expresan las propias publicaciones del POR(C). Veamos:

Diciembre de 1969, el camarada Vallejos, director de “Combate” asegura:

“En este contexto (del nuevo ascenso) la guerrilla no es otra cosa que la continuación del movimiento revolucionario de masas, cuyo desarrollo fue frenado y truncado por las masacres y la represión de los círculos militares”. “Mientras que en la época del Che, en 1967, el movimiento guerrillero ya contaba con amplio apoyo popular, su reaparición en 1969, con Inti Peredo, ocurrió en una situación mucho más madura...”[28]

Febrero de 1970: el POR(C) dice oficialmente lo mismo que había dicho Vallejos sobre la guerrilla del Inti. Y agrega:

“Este criterio popular que admite y hace suya la vía guerrillera, es el que sostiene y alienta la guerrilla”. “Nuestra posición es clara. El atraso y subdesarrollo de Bolivia no serán resueltos con medidas parciales de un programa burgués, sino por la revolución socialista, dirigida por un Ejército de Liberación Nacional y Social, partiendo de la guerrilla...” “La guerrilla sigue estando vigente. No importan los golpes recibidos y las pérdidas de hombres y pertrechos. Todo eso, aunque doloroso, se puede reponer. Lo importante es constatar que no hay otra vía para los revolucionarios de verdad”.[29]

Abril de 1970: en su mensaje al Congreso Minero (¡el primero que se realizaba legalmente en muchos años!), el POR(C) llama a los mineros a seguir el ejemplo del Che, apoyar al Inti y... “rearmar a los sindicatos mineros y crear una gran fuerza armada de mineros que será parte del gran Ejército de Liberación Nacional y Social, cuya construcción comenzó en Ñancahuazú. Este es el camino de la victoria”.[30]

Mayo de 1970: “Por otro lado, ante los revolucionarios de América Latina, aparecen los métodos revolucionarios empleados (se refiere al secuestro del embajador alemán Von Lolleven en Brasil) y la tortura a los patriotas antiimperialistas que caen en las garras de la tenebrosa CIA”. “En nuestro país, a partir de Ñancahuazú, se ha valorizado una estrategia de poder concreta y real, surgida de nuestra misma realidad político-social”.[31]

Julio de 1970: “Por consiguiente, lejos de ser arbitraria, la guerrilla es la salida natural a la situación actual”, “... la política de masas, a partir de cierto momento, se convierte en lucha armada; la guerrilla, por eso, es la continuación por otros medios, del movimiento de masas. “ “Por eso, para tomar el poder el socialismo es vital construir un verdadero ejército del pueblo, surgido de sus entrañas, que se levante alternativamente frente al Ejército profesional burgués. En Bolivia tal ejército popular de liberación nacional, ha iniciado su marcha en Ñancahuazú con el comandante Che Guevara.” “La Tesis del IV Congreso de la COB, como antes del Congreso Minero de Siglo XX, ignoró una de las adquisiciones más importantes de las masas bolivianas, que es la experiencia sobre la guerra revolucionaria y la guerrilla. Un documento que no tenga en cuenta la guerrilla del Che Guevara, del Inti y la que ahora propician el ELN y el POR, es un documento que no tiene en cuenta la realidad concreta del país. Las masas en su enfrentamiento con la dictadura militar, llegaron a sentir la necesidad de nuevos métodos de lucha, que la guerrilla del Che supo dar expresión; por eso le dieron su simpatía y apoyo, que los mismos guerrilleros por una serie de circunstancias no supieron aprovechar. Pero independientemente de esto, las masas vieron y ven ahora, que la guerra revolucionaria es la vía para derrotar a un ejército que las masacraba y amordazaba”.[32]

¿Para qué seguir? Palabras y más palabras sobre guerrillas, ejércitos populares, apoyo incondicional a la guerrilla del Inti, afirmaciones categóricas de que esa era la única vía para los revolucionarios. ¿Qué objeto tenía toda esta verborragia guerrillera? Derribar a Ovando y hacer la “revolución socialista”. Ni una sola palabra de alerta sobre el peligro de un golpe de derecha; ni un solo llamado al frente único obrero contra el golpe. Y cuando se llama a los mineros a armarse no es bajo la disciplina de sus sindicatos y para luchar en frente único contra la derecha: Se Jes pide que se armen desde sus sindicatos para formar parte (!!) de la guerrilla rural (el “ejército que se comenzó a construir en Ñancahuazú”).

Pese al POR(C) las masas se movilizan

Vino el golpe de Miranda; la burguesía y el ejército entraron en crisis; hubo un vacío de poder de dos días que, finalmente, fue cubierto por Torres. Las masas “salieron a la calle”, con sus direcciones reformistas y burocráticas. “Derrotaron a a los mirandistas” e impusieron a un presidente nacionalista burgués. Vale decir que las masas cumplieron las dos tareas que señalaba el compañero González. Pero, como consecuencia lógica de su política, el POR(C) nada tuvo que ver con ello.

Las masas salieron a la calle desarmadas, pero los responsables son aquellos que nos les dijeron que se aproximaba un golpe de estado, y debían armarse para enfrentarlo. Los culpables son los que les plantearon armarse para ir a hacer la guerrilla, los que les plantearon el “armamento en sí”, no para derrotar al mirandismo. Los responsables de que las masas no impusieran un gobierno obrero y campesino, son aquellos que se aislaron de ellas porque estaban “totalmente absorbidos por la lucha armada” y las dejaron a merced de sus direcciones burocráticas y reformistas.

Derrotar a la derecha mirandista por medio de la movilización es una inmensa tarea que realizaron las masas, más aún, un triunfo heroico, considerando que el POR(C) —la única esperanza de partido revolucionario— no les había alertado ni sobre el peligro de golpe.

Octubre de 1970, ¿una “derrota de las masas”?

Pero ésta no fue la conclusión que extrajo el POR (C) de la crisis de octubre. Como ya vimos, para nuestra sección boliviana, la subida de Torres significó “una derrota de las masas” y “un triunfo del ejército”. Más aún:

“Hay quienes sostienen todavía que frente a la lucha armada ha triunfado la acción directa de las masas, llamando triunfo al gobierno de Torres.” “La crisis de octubre demuestra las limitaciones de la acción directa de las masas. La huelga general sólo puede conducir al Poder Obrero si al mismo tiempo existe un Ejército Revolucionario, que precisamente surge mediante la lucha armada. Cuando este ejército obrero no existe, la movilización de las masas sólo sirve para encumbrar a un sector de la burguesía cuando no concluye en una sangrienta masacre.”[33]

Así enfrentó el POR(C) la nueva etapa, la del gobierno de Torres. Y siguió, mal que le pese al compañero Germain, dentro de su política constante de “armamento en sí”, levantando nuevamente la guerrilla rural: “A pesar de las derrotas la guerrilla sigue siendo la vía de la liberación nacional y social”. “Como en octubre de 1967, han reaparecido hoy los teóricos sobre el fracaso de la guerrilla como método para tomar el poder.” “Independientemente de las contingencias de cada frente guerrillero, por encima de las cualidades personales de los combatientes, no obstante la pérdida de vidas valiosas, la guerrilla sigue siendo la vía para tomar el poder.”[34]

Que no se nos diga aquí que no se ríos está hablando de la guerrilla rural. Los únicos “frentes guerrilleros” que se conocieron en Bolivia, fueron rurales, y Combate es bien claro cuando dice que “independientemente de las contingencias de cada frente guerrillero... la guerrilla sigue siendo la vía para tomar el poder”.

De la guerrilla rural al... “armamento de las masas”

El kerenskismo cada día más acentuado del régimen de Torres, sus constantes concesiones al movimiento de masas, el surgimiento de embriones de organismos de poder dual, la casi absoluta legalidad para las tendencias de izquierda y revolucionarias, dejó a la guerrilla cada vez más aislada, condenada a cocinarse en su propia salsa. Esto provocó un reajuste formal en la política de “armamento en sí” del POR(C). La sacrosanta guerrilla fue desapareciendo de la propaganda de nuestra sección boliviana y fue reemplazada, como ya dijimos antes, por llamados generales al armamento de las masas. Estos llamados llegaron a tomar la forma, aparentemente correcta, de los destacamentos armados de los sindicatos. Pero estos cambios, insistimos, fueron formales: la nueva manera de plantear el problema del armamento seguía en la línea ultraizquierdista del “armamento en sí”. ¡Jamás! ¡jamás! se planteó el armamento como una necesidad ligada a la lucha de clases real y concreta.

En el CC ampliado del POR(C) de abril de 1971, cerca ya del golpe de estado, se discutió el siguiente orden del día:

“a) Informe sobre la Internacional. Situación del proceso revolucionario en América Latina y el rol que cumplen las secciones de la Cuarta Internacional. Situación de la Argentina y la lucha que desarrollan nuestros camaradas del PRT y ERP.

“b) La situación nacional; caracterización del gobierno Torres, la situación del ejército y su entroncamiento con la derecha civil. El movimiento de masas y sus limitaciones. La izquierda y sus desviaciones. El peligro permanente de golpe. Perspectivas.

“c) La guerrilla. Balance y experiencias. La concepción del POR(C) sobre la guerra revolucionaria”.[35]

En el subcapítulo anterior hemos visto las dos primeras recomendaciones de las cinco que votó este CC ampliado a la dirección del POR(C). En ellas se daba el eje político de lucha contra el reformismo, sin hablar para nada del golpe de estado y de la necesidad del frente único obrero para enfrentarlos. Veamos ahora las restantes tres recomendaciones:

“3) Impulsar el armamento obrero, tomando la iniciativa para la formación de destacamentos armados a nivel sindical.

“4) Intensificar al mismo tiempo el trabajo militar del partido y el fortalecimiento de su aparato militar, para las próximas acciones, íntimamente unidos a las masas revolucionarias.

“5) El trabajo político hacia las masas y la actividad militar del partido, se reajustan equilibradamente, todo, bajo la dirección única y centralizada del mismo”.[36]

Como vemos, sobre cinco resoluciones, tres están referidas a la cuestión militar, pero en ninguna de ellas se hace referencia a que el llamado al armamento de los trabajadores, debe hacerse sobre la base de que es necesario luchar contra el golpe de estado “fascista”. ¿Para qué les proponía el POR(C) a los trabajadores que organizaran “destacamentos armados a nivel de sindicatos”? Si somos consecuentes con los dos puntos políticos de estas recomendaciones, debía ser para la tarea central y única, de “luchar contra el reformismo”. Pero no creemos que el POR(C) haya llevado hasta tal punto su torpeza política. Simplemente planteaba el armamento por el armamento “en sí”, sin ningún objetivo político concreto, salvo la lucha por “la liberación nacional”, el “socialismo” y la “construcción del ejército revolucionario”.

Temario y recomendaciones verdaderamente trotskistas

¿Cuál debía haber sido el temario y las recomendaciones del CC ampliado de un partido trotskista en Bolivia en esos momentos? Muy sencillo:

I) El peligro de golpe de estado de derecha contra el gobierno de Torres como máximo peligro para el movimiento obrero y de masas. La política de frente único obrero contra el golpe como nuestra política central. El trabajo del partido en las organizaciones de masas: sindicatos y Asamblea Popular.

II) El armamento de los trabajadores a partir de la lucha contra el golpe y de las organizaciones de masas (sindicatos y Asamblea Popular).

Recomendaciones: 1) Lanzar ya mismo un llamado a todas las organizaciones obreras, especialmente a las reformistas y a la burocracia sindical, a formar un frente único contra el peligro “fascista”.

2) Lanzar ya mismo una campaña de denuncia ante todas y cada una de las vacilaciones o traiciones de las direcciones reformistas o burocráticas alrededor de esta tarea central.

3) Plantear en los sindicatos y la Asamblea Popular la necesidad de organizar destacamentos armados para luchar contra el golpe de estado.

4) Tomar la iniciativa en la construcción de esos destacamentos en los lugares (sindicatos o barrios obreros) donde nuestro partido ya ha ganado el apoyo de los trabajadores para esta tarea.

5) Iniciar ya mismo el trabajo político sobre la base del ejército, con la consigna de democratización interna, elección de delegados de los soldados y suboficiales para la Asamblea Popular. Mantener dentro de sus regimientos a todos los soldados o suboficiales que simpaticen con nosotros y darles la orientación de que formen grupos del partido dentro de sus regimientos.

Esta era la única forma correcta de plantear el armamento. Esta era, también, la única manera de lograrlo. Pero el POR(C), desgraciadamente, no tuvo esta política.

El armamento “en sí” a pocos días del golpe de Banzer

Volvamos al número de Combate preferido por el camarada Germain, el No. 5 del lo. de Mayo de 1971. Ya hemos visto que una de las tres consignas fundamentales era: “Ejército burgués no, ejército revolucionario del pueblo sí”.

Nuevamente aparece aquí el famoso “Ejército Revolucionario del Pueblo” cuya construcción según el camarada Germain, no fue la tarea y política centrales de la sección boliviana. Nuevamente, la estrategia del “armamento en sí” se despliega aquí en todo su esplendor. Ese esplendor es aún más refulgente en el último periódico del POR(C) antes del golpe, el No. 6, que ya hemos citado. En él, se comenta la multitudinaria movilización obrera del lo. de Mayo con el título, a toda página, de: “Socialismo y armas, grito de guerra del 1 de Mayo”.

Nuevamente, las armas serán para lograr el “socialismo” y no para enfrentar el peligro del golpe, que no es mencionado ni una sola vez en el artículo. Sólo hay ponderaciones, elogios a la política y los carteles de la manifestación, principalmente referidos a la columna del sindicato controlado por el partido:

“Ante el júbilo y el ruidoso aplauso, desfiló la Federación de Trabajadores Harineros con un gran cartel que decía: ‘Necesitamos un Ejército Revolucionario del Pueblo’ y detrás de él grupos seleccionados de obreros uniformados de guerrilleros, con la boina y la estrella del Che, portando algunas armas. Es el Ejército Obrero que nace para llevar al socialismo a través de la única vía realista: la guerra revolucionaria”. “Las masas están inscritas en la línea de la lucha armada, de la guerra revolucionaria, y de su seno están haciendo surgir los embriones del futuro Ejército Popular Revolucionario”.[37]

Una vez más vuelve a aparecer el ejército revolucionario del pueblo, los uniformes “de guerrilleros” y el “Ejército Obrero” para hacer “la guerra revolucionaria” y llegar “al socialismo”. Para el POR(C) la política de estos manifestantes de no mencionar el peligro de golpe es correctísima. Más adelante el POR(C) resume toda su posición diciendo que se debe:

“Impulsar el surgimiento de los instrumentos políticos militares populares”. “Hay que hacer surgir en cada sindicato, en las universidades, en el campo, destacamentos armados como embriones de la futura fuerza militar revolucionaria indispensable para vencer sobre los militares fascistas y lacayos del imperialismo. En el enfrentamiento de clases que se aproxima serán las armas las que decidan el destino de la revolución”.[38]

¿Cuál es el objetivo de estos “instrumentos políticos militares populares”, de esa “futura fuerza revolucionaria” a la que deberían incorporarse los destacamentos armados de los sindicatos, las universidades y el campo? Por primera y única vez parecería que el POR(C) plantea el armamento de una forma adecuada, con el objetivo de derrotar a los “militares fascistas y lacayos del imperialismo”. Pero, desgraciadamente, éste es sólo un desliz, un punto luminoso en medio de un artículo donde el armamento se plantea, permanentemente, para “hacer la guerra revolucionaria” por el “socialismo”. ¿Cuál de los dos objetivos era el que realmente planteaba el POR(C) a los trabajadores cuando los llamaba a armarse? Eso para el POR(C) no tiene ninguna importancia; cualquiera de los dos sirve. Es lo mismo llamar a armarse para el socialismo que contra Banzer; es lo mismo llamar a armarse para la guerra revolucionaria que para vencer a los militares fascistas. El problema es llamar a armarse. Y esta política, nítido ejemplo del “armamento en sí” es la que sigue planteando el POR(C) en su último periódico antes del golpe “fascista”.

Por más que el camarada Germain intente ocultar la realidad, todos los llamados a las armas del POR(C) efectuados permanentemente como tarea central bajo Barrientos, Ovando, Torres y Banzer, tenían el único objetivo organizativo de construcción del “Ejército Revolucionario”. Algunas veces fue la guerrilla rural, otras un “Ejército Obrero”; otras un “Ejército Obrero y Campesino”, otras un “Ejército Revolucionario del Pueblo”, otras la “Fuerza Militar Revolucionaria”. Si esto no es tener una única y misma política (o estrategia) para cualquier situación, si esto no es la línea ultraizquierdista del “armamento en sí”, le pedimos a los compañeros de la mayoría, en especial a Germain, que nos explique qué es.

Cómo amasar el propio fracaso

Hemos visto cómo nunca —ni aun ante los golpes fascistas— el POR(C) centró su política en el frente único contra los golpes. Bajo todos los gobiernos y frente a todos los golpes, tuvo una sola y única política: la “construcción del Ejército Revolucionario”.

La razón profunda de esta política es la total subestimación de las posibilidades del movimiento de masas. El camarada González nos dice:

“Una movilización insurreccional de masas, por más amplia que sea, acabará siendo derrotada por los ejércitos modernos en función de partidos de la burguesía. Ejemplo: Méjico, Córdoba... Las insurrecciones masivas de Méjico, Córdoba, la COB en Bolivia, fueron derrotadas porque le faltaban dos elementos fundamentales... b) el instrumento armado y organización militar, preparado, entrenado, capaz de responder en el nivel de las armas al ejército capitalista”.[39]

Aunque no claramente formulado, aquí se esconde un conocido argumento guerrillerista: a los viejos ejércitos se los podía enfrentar con el movimiento de masas y una política correcta, a los modernos, no. Este argumento es falso por la base. Los nuevos ejércitos imperialistas se diferencian de los viejos por tener aviación, tanques, armas atómicas y cohetes. Hoy día es más difícil que en los viejos tiempos oponer y construir un ejército popular que enfrente militarmente al ejército burgués. Por eso, todo intento de querer oponer un ejército al ejército reaccionario, en lugar del movimiento de masas con una política correcta, está condenado al fracaso. Sin embargo, para los compañeros de la mayoría:

“Si falta el ejército revolucionario, no se lo puede construir solamente por el heroísmo de las masas”.[40]

Este tremendo pesimismo de los compañeros del POR(C) sobre las posibilidades del movimiento de masas explica su línea permanente de “construcción del Ejército Revolucionario”. Esa impotencia de las masas es constante, eterna, permanente, bajo cualquier tipo de gobierno, Barrientos, Ovando, Torres o Banzer. Así quedan diluidas las diferencias entre los gobiernos, los avances o retrocesos del movimiento obrero, los problemas políticos candentes que enfrentan y sufren los trabajadores —por ejemplo, la amenaza de golpes “fascistas”. Y, después de todo, ¿para qué molestarse en precisar etapas, hacer caracterizaciones, buscar consignas, etcétera, si todo se simplifica con la panacea universal: el ejército revolucionario? Se aclara aquí el planteo del POR(C), mediante el cual llamaba al Congreso Minero a tomar las armas para “solidarizarse con la guerrilla”. También se aclara la posición, al comienzo del gobierno de Torres de “un Ejército Revolucionario Obrero y Popular, instrumento indispensable para tomar el poder”.[41]

¿Quién debe tomar el poder?

En resumen, el silogismo ultraizquierdista se nos presenta otra vez perfecto, aunque inútil y falso: premisa mayor, las grandes luchas de masas siempre culminan en lucha armada contra el ejército, premisa menor: a un ejército moderno sólo se lo puede vencer con otro ejército. Conclusión: empecemos a construir enseguida el ejército revolucionario, ya que lleva años hacerlo. La conclusión final moral y —no política— es obvia:

“Toma el poder quien tiene las armas y quien está decidido a tomarlo confiando en sus propias fuerzas”.[42]

La toma del poder ya no es un problema de política justa; de situación objetiva, de relaciones entre las clases, de lucha y “confianza” en el movimiento de masas; se convierte, en cambio, en un problema moral-militar: tener armas y estar dispuesto a usarlas.

La conclusión organizativa de la política del POR(C) tiene dos caras: primera, la invención por parte del partido de organismos artificiales (una vez más la crítica de Trotsky al ultraizquierdismo, en este caso al “Ejército Revolucionario”); segunda, el desprecio por los organismos naturales del movimiento de masas, en este caso, por los sindicatos y la Asamblea Popular. Sobre esta segunda cuestión nos detendremos en el próximo capítulo. Entremos ahora al organismo artificial inventado por el POR(C), el famoso “Ejército Revolucionario”.

La concepción de que para América Latina en esta etapa nuestra tarea central es la construcción de esos “Ejércitos Revolucionarios”, modifica todo nuestro programa de transición y nuestra concepción marxista, porque significa que nuestra tarea central ha dejado de ser la construcción de partidos revolucionarios bolcheviques y trotskistas. El camarada Germain hace un juego de palabras alrededor de todo esto: dice que el partido se hace construyendo el ejército o planteando a las masas la lucha armada. El compañero González es más preciso cuando dice que la única forma de construir el ejército revolucionario es “a través de la lucha armada”. Pero no es eso lo que nosotros discutimos, sino si el ejército revolucionario “es el instrumento esencial para tomar el poder”.

Esta discusión es mucho más profunda de lo que parece: hace al poderío de la clase obrera, sus debilidades y carencias. Para el POR(C), la carencia esencial es el “Ejército Revolucionario”; para nosotros, es el partido revolucionario y una política revolucionaria correcta.

Esto es lo que plantearon, permanentemente, nuestros maestros. Así es como la Internacional Comunista, en su III Congreso votaba lo siguiente:

“Puede suceder que se vea obligado en un intervalo de algunos días a movilizar al partido para una lucha armada, a movilizar no sólo al partido sino también a sus reservas, a organizar a los simpatizantes y toda la retaguardia, es decir a las masas revolucionarias no organizadas. En ese momento, no se tratará de formar un ejército rojo regular. Debemos vencer sin ejército construido de antemano, solamente con las masas colocadas bajo la dirección del partido”.[43]

Para Lenin y Trotsky, y para nosotros, los trabajadores son capaces de todo —¡sí! de todo—, inclusive de derrotar al ejército burgués sin haber construido previamente un ejército propio, siempre que sigan una política correcta, tengan a su frente un partido bolchevique y se hayan sacado de encima a las direcciones reformistas, burocráticas y traidoras. La derrota de los trabajadores bolivianos no se debe a que no hayan logrado formar un ejército, sino a algo mucho más sencillo: a que los trotskistas no hemos logrado sacarles de encima a esas direcciones y construir nuestro partido con influencia de masas.

Trotsky y la lucha armada

Esta es la concepción de Trotsky de la lucha armada. Jamás planteó construir “Ejércitos Revolucionarios”, pese a que fue el máximo organizador del Ejército Rojo. Trotsky señaló ante todo, la necesidad de armar a las masas con una política correcta. Sólo de esa manera se las podría armar con las armas propiamente dichas, construyendo las milicias obreras. Y sólo se podía asegurar el triunfo destruyendo, nuevamente por medio de una política correcta, a las fuerzas armadas del régimen desde adentro, llevando la lucha de clases a su seno, ganando políticamente y organizando a los obreros, estudiantes y campesinos que visten uniforme.

Así como Trotsky nunca planteó, antes del estallido de la revolución, como tarea central y permanente la construcción de ninguna clase de ejército, tampoco planteó que la política correcta fuera llamar constantemente a las masas a prepararse para la lucha armada. Para el trotskismo, la política correcta es levantar las consignas adecuadas a cada momento de la lucha de clases. Así como nadie puede levantar la huelga general como consigna permanente (excepto el posadismo), porque a nadie se le ocurre que la huelga general sea la tarea cotidiana de las masas de acá al triunfo de la revolución socialista, nadie puede plantear la lucha armada en esa forma, porque la lucha armada es la respuesta a una cierta etapa de la lucha de clases, y no una tarea permanente de las masas explotadas ni de su partido revolucionario. Y así como la huelga general planteada en un momento en que no tiene razón de ser, nos aisla de las masas y perjudica la posibilidad de que éstas se lancen a la huelga en el momento preciso, el planteo permanente y “en sí” de la lucha armada —o de la preparación para ella construyendo “Ejércitos Revolucionarios”— “significa” —insistimos con Trotsky— “aislarse de las masas y a las masas de las armas”.

Ese fue el trágico error del POR(C) en Bolivia: porque si había allí un camino para armar a las masas, ese camino era el de convencerlas de que hicieran un frente único y se armaran para combatir el golpe. El POR(C) eligió el otro camino, el de juntarse al pequeño grupo de militantes del ELN y dedicarse a fabricar un organismo artificial, el famoso “Ejército”. Hace ya ocho años que están en eso y el tal “Ejército” no se ha visto por ninguna lado. Salvo que se quiera hacer pasar por “Ejército” a los puñados de militantes que cada tanto, como en Teoponte, se hacen masacrar por las Fuerzas Armadas Bolivianas. Mientras tanto, se desperdició una situación revolucionaria colosal.

Nuestro Programa de Transición dice justamente lo contrario de lo que sostiene el camarada González;

“Cuando el proletariado lo quiera, hallará los caminos y los medios para armarse. En este dominio, también la dirección incumbe naturalmente a las secciones de la Cuarta Internacional”.[44]

Aunque los compañeros de la mayoría sostengan que ellos dicen lo mismo, que el proletariado tiene que quererlo y darse esa tarea, lo que verdaderamente significa esta frase es que la clase obrera puede armarse en cualquier momento, cuando se den las condiciones. Exactamente lo opuesto a afirmar que sea una tarea permanente de las masas, ni del partido.

Es Trotsky quien afirma que:

“No son cerraduras ni muros los que separan las armas del proletariado, sino el hábito de la sumisión, la hipnosis de la dominación de clase, el veneno nacionalista. Bastará con destruir esos muros psicológicos, y ningún muro de piedra resistirá. Bastará que el proletariado quiera tener las armas, y las encontrará. La tarea del partido revolucionario es la de despertar en el proletariado esa voluntad y facilitar su realización”.[45]

El trabajo sobre el ejército

Esta tarea propagandística —”despertar ese deseo y facilitar su realización”— se complementa con otra, la de destruir por dentro el ejército burgués. Los oportunistas, y sus mellizos de la “ultra” consideran que esta última tarea es imposible, porque contra los ejércitos modernos no se puede hacer nada.

“Respondemos: detrás de cada máquina hay hombres, ligados por relaciones no sólo técnicas, sino también sociales y políticas. Cuando el desarrollo histórico pone ante una sociedad una tarea revolucionaria impostergable, como cuestión de vida o muerte, cuando existe una clase progresiva a cuya victoria se encuentra ligada la salvación de la sociedad, la propia marcha de la lucha política abre ante la clase revolucionaria las posibilidades más diversas: tan pronto, paralizar la fuerza del enemigo, tan pronto, apoderarse de ella, al menos parcialmente”.[46]

Cuando nosotros acusamos al POR(C) y al PRT(C) de no trabajar sobre los ejércitos burgueses, el compañero Germain elude elegantemente la cuestión, diciendo que lo primero que hay que hacer son las milicias obreras. Esto nadie lo discute, aunque dejamos sentada la diferencia que hay entre “milicias obreras” y los fantasmales “Ejércitos Revolucionarios”. Pero esto no invalida el hecho de que el POR(C) y el PRT(C) no hayan trabajado sobre los ejércitos burgueses. Han aplicado la típica política anarquista guerrillerista, una posición incompatible con la permanencia en nuestras filas. Su mejor expositor es, nuevamente, el POR(C): “En este nuevo ejército podrán tener un sitio los oficiales y militares de las Fuerzas Armadas burguesas que rompan con ellas y quieran luchar efectivamente por la liberación de Bolivia”.[47]

¿Desde cuándo la deserción individual es una posición marxista y trotskista? ¿Es una casualidad que la sostengan, tanto el POR(C) como el PRT(C), las dos secciones oficiales de nuestra Internacional? ¿O es, por el contrario, la consecuencia lógica de la política ultraizquierdista y guerrillerista votada en el IX Congreso?

Nunca entendieron los compañeros del POR(C) que no se pueden construir organismos artificiales para la lucha armada (ni para ningún otro tipo de lucha); nunca comprendieron que la lucha armada (como cualquier otra) debe plantearse a partir de las necesidades inmediatas y concretas del movimiento de masas, provocadas por la situación momentánea de la lucha de clases; así llegó el POR(C) al golpe sin entender que:

“La organización armada del proletariado, que en ese momento coincide casi por completo con la defensa contra el fascismo, es una nueva rama de la lucha de clases”.[48]

Seis años guerrilleros contra un día de las masas

¿Y qué ocurrió con el famoso “Ejército Revolucionario” artificial inventado por el POR(C) cuando vino el golpe? Veamos lo que nos dice el propio compañero González:

“La lucha fue feroz y heroica: más de 5. 000 combatientes pero el 90°/o de ellos sin armas. A último momento, el asalto a un depósito de armas nos proporcionó 1. 300 rifles de la guerra del Chaco...”.[49]

Nadie, nunca, jamás, podrá enterrar a los “Ejércitos Revolucionarios” y con ellos a la política del POR(C) (y de la mayoría), en forma tan definitiva como lo hace el camarada González en estas pocas líneas. Desde el año 1965, con la entusiasta adhesión y el apoyo financiero y moral de los camaradas de la mayoría, el POR(C) se viene preparando para la lucha armada inevitable, para la “guerra prolongada”. Además, está el ELN (Ejército de Liberación Nacional) que viene haciendo lo mismo desde la guerrilla de Ñancahuazú, y con el apoyo, por lo menos al principio, de los cubanos. Ambos, el POR(C) y el ELN, han tomado como tarea estratégica la construcción del “Ejército Revolucionario”. Y cuando llega el momento culminante, después de tantos años de “preparación” intensa para la “lucha armada”, construyendo día tras día el ejército que iba a enfrentar y derrotar al ejército burgués, entre el POR(C), el ELN y todas las organizaciones de izquierda solamente juntan 500 armas (el 10°/o de 5.000 combatientes). Mientras tanto, las masas lograron, en un solo día 1.300.

Aquí algo anda mal. El camarada Germain afirma que la línea política del POR(C) fue un modelo y la resolución sobre Bolivia del CEI asegura que sólo existieron fallas organizativas. Nosotros preguntamos: ¿consideran satisfactorios, los compañeros de la mayoría, los resultados de esa “correcta” línea política? ¿No creen que es un poco mezquino, después de tantos años de aplicar una línea “correcta”, conseguir tan pocas armas?

La mayoría le echa la culpa a las masas

En lugar de asumir las culpas, la mayoría del SU —tal cual Trotsky decía que haría el ultraizquierdismo— le echa el fardo a la incomprensión del movimiento de masas o a los reformistas. No dice una palabra acerca de que, desde 1965, nuestra sección supuestamente se estaba preparando para la lucha armada y que, por la tanto, tiene responsabilidad en su resultado: “La experiencia boliviana muestra el carácter ilusorio de todas las concepciones que esperan que un vigoroso levantamiento de masas, sólo por su aliento y fuerza, pueda poner bajo control los apetitos de los ‘gorilas’ latinoamericanos. Si tal movimiento de masas no comprende la imperiosa necesidad de prepararse a sí mismo para el enfrentamiento armado con la burguesía, de armarse a sí mismo y. desarmar a la reacción, será rechazado y liquidado por la violencia, como ha sucedido una vez más con las masas en Bolivia”.[50]

Esto ya es un insulto a las masas trabajadoras. Aquí se dice que “si no comprenden” la necesidad de armarse están destinadas a la masacre. ¿Y qué hicimos nosotros para que “comprendieran”? ¿Acaso les explicamos que nuestro mayor enemigo era el golpe de estado “fascista”, y que había que unirse para derrotarlo? ¿Acaso les planteamos que debían armarse desde sus propias organizaciones? Nada de eso. Les planteamos que no había diferencias entre un Torres y un golpe proimperialista y que no debían “escoger entre dos bandos militares en pugna”. Les dijimos, que se armaran, no para enfrentar al golpe, sino para enfrentar al régimen burgués (que en ese momento estaba representado por Torres). Vale decir, les dijimos que se armaran contra Torres y contra el golpe al mismo tiempo. Les dijimos que formaran un organismo artificial, el “Ejército Revolucionario” y no que construyeran los brazos armados de sus organismos, los sindicatos y la Asamblea Popular.

¿Y encima tenemos la desfachatez de echarles en cara a los trabajadores bolivianos que no hayan comprendido la necesidad de armarse? Quien no comprendió la necesidad de armar a los trabajadores, por más propaganda que haya hecho sobre “lucha armada”, más “preparación técnica” del partido que haya concretado y más “Ejército Revolucionario” que haya imaginado, fue el POR(C), la sección oficial de la IV Internacional.

Organismos artificiales contra organismos de las masas

Así como la otra cara de la política del armamento “en sí” del POR(C) era su esfuerzo impotente por construir un organismo artificial (el “Ejército Revolucionario”), la otra cara de su negativa a aplicar la política de frente único obrero es su desconocimiento de los organismos naturales del movimiento obrero. Esto es así porque en esos organismos se da, de hecho, el frente único de los trabajadores de todas las tendencias políticas. Así ocurre permanentemente en los sindicatos, y así ocurrió en la Asamblea Popular.

El marxismo se caracteriza por luchar contra las tendencias sectarias, reivindicando la necesidad del trabajo sobre los organismos de las masas y desechando los artificiales. Uno de los objetivos fundamentales de este trabajo es poder disputarle la dirección del movimiento obrero y de masas a las direcciones oportunistas de esos organismos, postulándolos como dirección revolucionaria de alternativa. Allí estamos y permaneceremos para que las masas puedan corroborar todos los días que nuestra política y nuestra dirección son las únicas correctas.

El POR(C) y la Asamblea Popular

Fruto de su política, el POR(C) fue incapaz de darse una línea consecuente respecto a la Asamblea Popular. Empezó por no integrar el Comando Político que luchó contra el primer golpe de Miranda, que provocó “dos días de vacío de poder”. El camarada Germain ha dicho que fue correcto no integrar ese Comando ya que participaban en él algunos sectores burgueses. Esta es una confusión inaceptable entre un comité para la acción conjunta por un objetivo preciso (la lucha contra el golpe de Miranda) y un frente único. Fue Trotsky quien señaló que, para la acción —en el momento de lucha contra los golpes reaccionarios— había que unirse aun con el diablo. Se trata de acuerdos momentáneos y circunstanciales que —contra lo que opinaba el ultraizquierdismo del “tercer periodo” que los veía como claudicaciones a la burguesía— para Trotsky eran no solamente lícitos sino obligatorios. Y el POR(C), al no intervenir en el Comando Político, se cerró un camino muy importante para influir en el movimiento de masas, ya que ese Comando Político habría de ser el futuro organizador de la Asamblea Popular.

El POR(C) no le dio ninguna importancia a la Asamblea Popular como organismo de masas. Siguió demostrando su ultraizquierdismo de esta manera: (La Asamblea Popular) “debería ser un organismo que discutiese los problemas nacionales y sus soluciones, pero dejase el poder en manos de las organizaciones de masas (sindicatos y milicia popular o ejército del pueblo)”. “En la actual situación, sus perspectivas son muy limitadas. Una aguda crisis política podría revitalizarlas pero eso no es seguro. Los compañeros del POR que están en la Asamblea... no se hacen ilusiones. Usan la Asamblea como un foro, como una plataforma, eso es todo”.[51]

La caracterización es pésima, crear organismos artificiales en lugar de participar en los que las masas han creado y reconocen, es peor. Poner la “milicia popular o ejército del pueblo” —inexistentes— como órganos de poder al mismo nivel que los sindicatos y a un nivel superior a la Asamblea Popular (grandiosas conquistas del movimiento de masas), es una típica barbaridad ultraizquierdista. El POR(C) quiere utilizar un organismo existente, —lleno de deficiencias pero existente— la Asamblea Popular, como un “foro” y no como un organizador de las masas y, al mismo tiempo, quiere utilizar un organismo inexistente —o existente sólo en su imaginación guerrillerista—, el “Ejército del Pueblo”, como órgano de poder.

Pasan unas semanas, y el POR(C), sin solución de continuidad, se atreve a asegurar que:

La Asamblea Popular no puede tener otro rol que el de órgano de poder dual... Debe convertirse en un gobierno de los obreros y los campesinos y debemos luchar dentro y fuera de ella para lograrlo”.[52]

De un “foro” sin posibilidades ha pasado a ser un organismo dentro y fuera del cual debemos luchar para que sea el “gobierno de los obreros y campesinos”.

Pero el virus ultraizquierdista y guerrillerista del IX Congreso es demasiado fuerte como para no esterilizar esta afirmación correcta:

“En este proceso, un instrumento político-militar crecerá paralelamente a la Asamblea, que puede servir como el poder que aún falta para reforzar sus decisiones”.[53]

Es decir que el “instrumento político-militar” (¿el “Ejército Revolucionario”?) corre “paralelo” a la Asamblea Popular, no es un brazo dependiente de la misma. Las milicias no deben ser dependientes de los sindicatos y de la Asamblea Popular, sino paralelas a ellos.

Este paralelismo es típico de las concepciones de los guerrilleristas, que siempre creen que es un organismo militar y no las organizaciones de masas, las que deciden la lucha. Las milicias armadas que definieron la Revolución Rusa no eran paralelas al soviet, sino dependientes de él. No fueron organismos político-militares independientes de un organismo político. Fueron el brazo armado del soviet.

Lo que dijimos nosotros

Para la misma época nosotros planteábamos una política que reproduciremos textualmente, pues no necesita agregados.

La Asamblea Popular es una conquista, un fruto del ascenso de las masas. Que carezca de una dirección revolucionaria no nos debe confundir. Aparte de las apasionantes perspectivas, sólo podemos decir que es un esbozo de poder dual. Nada más. Si las masas y la vanguardia boliviana toman este órgano como propio, lo instalan a nivel regional y zonal, y, a través de él centralizan y desarrollan sus luchas, reivindican para las Asambleas todo el poder político nacional y regional, llaman a integrarse a los soldados, suboficiales y oficiales revolucionarios, dirigen la formación de milicias obreras y populares, estaremos ante el poder soviético boliviano”.[54]

Esto es lo que el POR(C) no hizo ni se planteó hacer ante la Asamblea Popular. Debió haberse esforzado por hacer todo eso en los barrios y pueblos campesinos y mineros donde tuviera influencia. Una sola Asamblea Popular realmente democrática en cualquier lugar de Bolivia, unida y dispuesta para la acción con piquetes armados dependientes de ella y de los sindicatos obreros y campesinos, habría sido un ejemplo explosivo para el resto de Bolivia. El POR(C), pese a su influencia limitada, pudo y debió haberlo hecho. Y si no podía, debió haberlo intentado. La única política para encarar esta tarea era haber plantado la necesidad de armarse para enfrentar el golpe, denunciando sistemáticamente la incapacidad del gobierno de Torres para hacerlo. Debimos y pudimos ser los campeones en el desarrollo de la Asamblea Popular como órgano del frente único obrero. Pero el POR(C) nunca olvidó su famoso “Ejército Revolucionario”. El fracasado intento de construir un organismo imaginario le impidió desarrollar una política correcta en el más avanzado organismo de las masas bolivianas, la Asamblea Popular. Y esa buena memoria del POR(C) en relación a su “Ejército” (que no es más que buena memoria en relación a las resoluciones del IX Congreso) le produjo una amnesia completa en cuanto a una de las definiciones claves del marxismo: “Con las masas todo, sin las masas nada”.

Con las masas nada, con la burocracia y el reformismo unas cuantas cosas

Toda política ultraizquierdista presenta, tarde o temprano, su cara oportunista. Así ocurrió con nuestra sección boliviana, que no dio la batalla en los organismos de masas contra las direcciones burocráticas y reformistas del movimiento obrero boliviano.

El camarada Germain ha utilizado como argumento la cantidad de delegados que tenía el POR(C) en la Asamblea Popular. El dice que fueron doce, nosotros y el camarada de la sección francesa que visitó América Latina decimos que fueron seis. Pero no es cuestión de números sino de política. Los trotskistas intervenimos en las organizaciones de masas con tres objetivos: el primero es movilizarlas, el segundo, ganar a las masas para nuestra política por medio de la educación más paciente; el tercero, expulsar de la dirección de esos organismos a las direcciones traidoras y oportunistas denunciándolas implacablemente y postulándonos para ocupar su lugar.

Para realizar esas tres tareas, es necesario dar la consigna precisa, plantear la tarea correcta en cada momento de la lucha de clases y denunciar a las direcciones reformistas por no ser capaces de cumplirlas.

Desgraciadamente el tipo de tareas y de discusiones que plantearon los compañeros del POR(C) en las organizaciones obreras de masas, no siguieron este método:

“La tesis de la COB guarda silencio sobre este problema. En el congreso mediante artimañas de la Presidencia, se impidió a los universitarios y a otros delegados obreros desarrollar este punto. Una confabulación entre el oportunismo, los agentes del gobierno y los partidos del pacifismo impidió que se discutiera la Estrategia de Poder para el socialismo, que en las actuales condiciones concretas de Bolivia, es la lucha armada y la guerrilla. Pero la vanguardia combatiente, con las armas en la mano, en las montañas, las ciudades y las minas, superará este vacío del Programa Obrero”.[55]

¡Así que la batalla del POR(C) contra la dirección de la COB tres meses antes del primer golpe de Miranda se centró en discutir la “Estrategia de poder para el socialismo, que... es la lucha armada y la guerrilla!” ¡Y encima se quejan de que la presidencia haya utilizado “artimañas” para impedir esa discusión! ¿Alguna vez, se preguntaron los compañeros del POR(C) por qué no pudieron impedir que las “artimañas” de la presidencia tuvieran un éxito aplastante?

¿No será acaso porque estaban planteando cuestiones alejadas de la lucha de clases, no sentidas por el movimiento obrero boliviano y absolutamente generales y abstractas? ¿No les parece que si hubieran planteado la discusión sobre el peligro de golpe de estado, la necesidad de unirse para combatirlo, la necesidad de armarse a partir de los sindicatos y de la propia COB, la presidencia habría tenido muchas más dificultades para responder con “artimañas” a estos problemas sentidos por el proletariado boliviano?

Pero esto es sólo un antecedente. Volvamos a la Asamblea Popular. El camarada Germain critica al POR de Lora por confiar en que el General Torres combatiera el golpe reaccionario. Que no le tiemble la voz al camarada Germain cuando critique, con el mismo tono y violencia, la autocrítica del camarada González que dice que se retrasaron las acciones armadas:

“Perdiendo tiempo a la espera de que las direcciones de la COB y la Asamblea Popular se decidieran a combatir, sabiendo como sabíamos que no podrían vencer sus vacilaciones y falsas concepciones”.[56]

Exactamente la misma posición del POR(masas) con la diferencia de que Lora confía en el General Torres y el camarada González en “las direcciones de la Asamblea Popular y la COB”. ¡Y lo hace sabiendo que “no podrían vencer sus vacilaciones y falsas concepciones”!

¿Cuándo y dónde se postuló el POR(C) como dirección revolucionaria de alternativa en las organizaciones de masas y atacó implacablemente a la dirección burocrática? Nunca y en ninguna parte. ¿Qué política tuvo el POR(C) para desenmascarar a Lechín y a la siniestra burocracia del PRIN y el PC en los sindicatos y la Asamblea Popular? Ninguna.

Para, el Congreso Minero de abril de 1970, el POR(C) manda un volante con todo un programa político, donde no se critica a Lechín ni se propone una dirección de alternativa revolucionaria, ni siquiera clasista, contra la dirección reformista y burocrática.

Según todos los informes de la Asamblea Popular, el POR(C) votó por Lechín para presidente, y Lora por el candidato del PC. Supongamos que éstos sean datos falsos, suministrados por los enemigos del camarada González. Todos los testigos, y los propios compañeros del POR(C) dicen que no levantaron candidaturas propias contra Lechín y el PC. ¿Por qué no lo hizo? ¿Por qué no insistió en que esa dirección llevaba al desastre al movimiento obrero y al triunfo casi inevitable de la reacción?

Ni en la Asamblea Popular, ni en los sindicatos, el POR(C) presentó y luchó por un programa de armamento y movilización de la clase obrera, el campesinado y el estudiantado contra el golpe, en su carácter de única dirección capaz de llevarlo a cabo. Al no proceder así, cometió un error histórico. Tiene razón González al afirmar que cayó enredado “en las discusiones bizantinas en torno a la Asamblea Popular”.

Debió haber discutido propuestas claras, por el armamento y la unidad de la clase obrera, contra el golpe de estado y, alrededor de estas tareas debía haber levantado la gran consigna de lucha contra la dirección burocrática: ¡fuera Lechín y su política de la dirección de la COB y de la Asamblea Popular, porque son incapaces de cumplir este programa!

Germain falsifica la política del POR(C)

Hasta ahora no hemos polemizado mayormente con el compañero Germain. No lo hicimos por dos motivos: en primer lugar porque la política que se aplicó en Bolivia es la del POR(C), y a ella debemos referirnos; en segundo lugar, porque el compañero Germain falsifica repetidas veces la política del POR(C) para reubicarse en la discusión internacional ante su evidente fracaso. Veremos algunas de esas falsificaciones.

El compañero Germain falsifica la política del POR(C) bajo Ovando cuando dice: “La sección boliviana de la IV Internacional, que había comenzado a preparar sus cuadros para la lucha armada durante el periodo de la dictadura de Barrientos, centrando su orientación hacia el desarrollo de la guerrilla contra la dictadura, comprendió la necesidad de realizar un giro en cuanto la dictadura de Ovando permitió algún margen semilegal para las actividades de la clase obrera”.[57]

La resolución de la mayoría del CEI sobre Bolivia exagera aún más el supuesto cambio de orientación del POR(C) bajo Ovando, al insinuar que estuvieron de hecho contra la orientación guerrillera de Peredo. ¡Hermoso cuadro! pero... nada más falso.

Ya vimos que el compañero González decía la verdad cuando afirmó que bajo Ovando operaban “en condiciones de completa clandestinidad” y “totalmente absorbidos por la lucha armada”. Más aún, agregamos nosotros, absorbidos por la preparación de la guerrilla rural, tal cual lo demostramos en multitud de citas en el subcapítulo 5. Salvo aspectos formales (la publicación del periódico y el volante del Congreso Minero) esa fue la orientación del POR(C).

El periódico es nuestro principal instrumento de relación con el movimiento de masas, y más aún en épocas de semilegalidad como la de Ovando o de legalidad plena, como la que había bajo Torres. Sin embargo, desde junio de 1970, cuando se publicó el número 1 de Combate (Nueva Época) hasta junio de 1971, en que se publicó el número 6, transcurrieron doce meses. Es decir, que se publicó un número cada dos meses. No sabemos cuándo se publicaron los números 7 y 8, pues no los tenemos, pero sabemos que el número 9 se publicó en enero de 1972, es decir que el ritmo decreció aún más. En este punto, la mayoría hace la crítica de que el periódico no aparecía regularmente, lo que constituye una mera crítica organizativa. Nosotros pensamos que lo que hay que preguntarse es si Germain considera que la forma de realizar un giro hacia las masas, es publicar un periódico bimestral. Suponemos que dirá que no, pero entonces tendrá que encontrar algún justificativo. Que no nos diga que no había dinero para publicarlo más seguido, puesto que en Europa se realizaron importantes colectas con destino a la sección boliviana. Si el dinero no fue a la publicación del periódico, suponemos que habrá sido destinado a la compra de armas, puesto que el POR(C) no realizó las “expropiaciones” de sus colegas argentinos del PRT(C). Y dedicar el grueso de las finanzas y la organización del partido a ese tipo de tareas, ¿le parece a Germain que puede llamarse, sin caer en una falsificación, un “giro” del POR(C) hacia el trabajo sobre las masas? La verdad es otra: el POR(C) bajo Ovando siguió con su línea guerrillera y para justificar esa orientación comenzó a publicar a desgano un periódico aprovechando la legalidad. No hubo tal giro hacia las masas, tal cual nos hemos cansado de demostrar.

En lo que se refiere a su no participación en la aventura guerrillera del Inti Peredo, baste con recordar que en el volante dirigido al Congreso Minero se llamaba a los trabajadores a seguir el ejemplo del Che y apoyar al Inti, así como en Combate del 15 de julio de 1970 se habla de “la guerrilla del Che Guevara, del Inti y la que ahora propician el ELN y el POR”.

Germain también falsifica la política del POR(C) cuando dice que bajo Torres nunca planteó la guerrilla rural. Ya hemos reproducido la cita de Combate, en la que se insiste en que “independientemente de las contingencias de los frentes guerrilleros (y los únicos que habían existido en Bolivia eran rurales)... la guerrilla sigue siendo la vía para tomar el poder”.[58]

En lo que tiene razón el compañero Germain es en que, bajo Torres, el POR(C) fue alejándose de la guerrilla rural, pero para seguir planteando como siempre, como ya hemos demostrado, una política de “armamento en sí” y de construcción de un ejército popular, tan alejada de la lucha de clases boliviana como antes había sido la guerrilla.

Finalmente, el compañero Germain sostiene que el POR(C) denunció sistemáticamente el golpe de Banzer y supo darse una línea que “al tiempo que armonizaba toda una serie de reivindicaciones inmediatas y transitorias (incluyendo un programa concreto de revolución agraria) estaba centrada en tres reivindicaciones claves:

“I) Transformación de la Asamblea Popular en un verdadero organismo de poder de los obreros y del pueblo trabajador, a través del establecimiento de asambleas locales (por ejemplo soviets) que eligieran delegados a la Asamblea Nacional, conservando el derecho a renovar sus mandatos. “II) Inmediato armamento de los obreros y campesinos. “III) Extensión al campo del proceso revolucionario”.[59]

No sabemos si ésta es una nueva falsificación, puesto que el camarada Germain no dice dónde ni cuándo publicó el POR(C) semejante programa. Pero ya vimos que el verdadero programa del POR(C) se basa también en tres reivindicaciones: 1) crear un Comando revolucionario de los que proclaman el socialismo y adhieren a la lucha armada, para luchar contra el reformismo; 2) crear el Ejército Revolucionario; 3) desarrollar “un cuerpo representativo de las masas, a través del cual puedan expresar todo su poder revolucionario...”

Esta última consigna es la única que tiene algo que ver con la Asamblea Popular, y mucho menos de lo que pueda sostener Germain, ya que el POR(C) no participó en el Comando Político que sería su organizador. La primera reivindicación de Germain es totalmente falsa ya que el organismo encargado de tomar el poder sería el “Ejército Revolucionario”, y no la Asamblea Popular.

Ya hemos visto que el POR(C) fue variando su posición y algunas de las consignas que le atribuye Germain como una política consecuente bajo Torres no pasaron de los papeles y de planteos esporádicos, ya que nunca el POR(C) abandonó la construcción del “ejército popular revolucionario”, sino que la mantuvo como la tarea central bajo todos los regímenes. Ese fue el verdadero eje político de su acción.

De cualquier manera, el programa que Germain le atribuye al POR(C), no es mucho mejor que el programa que en realidad tuvo.

Lo que ocurre, es que Germain apoya en general y en particular la política del POR(C), y en eso hay que reconocer que es consecuente con lo votado en el IX Congreso. Allí se votó la guerrilla rural y la “estrategia de lucha armada” (de armamento “en sí” diría Trotsky) para toda una etapa en América Latina.

Sólo queda una cuestión por aclarar. El compañero Germain, como último argumento para rebatir la acusación de que el POR(C) y la mayoría no supieron ver las diferencias entre los regímenes que se sucedieron en Bolivia, dice que la gran demostración de que sí lo hicieron es que los compañeros del POR(C) lucharon junto a Torres y contra Banzer. Este es un argumento infantil. Aquí estamos examinando una política y no de qué lado pelearon los militantes cuando la marea de los acontecimientos los arrojó, fatalmente, junto a Torres.

Con el criterio del compañero Germain, el stalinismo tuvo una política correcta cuando capituló ante Chiang Kai shek en China, ya que sus militantes terminaron peleando y muriendo en la lucha armada contra el golpe de Chiang. Ese trágico final no disminuye, sino que confirma el crimen stalinista. Imaginemos a Stalin diciendo: “¿Cómo se atreven los trotskistas a decir que capitulamos ante Chiang, si nosotros luchamos y morimos en primera fila peleando contra él?”.

Este no es un argumento político sino sentimental. En estos momentos, tras la caída de Allende, los stalinistas argentinos también exhiben sus muertos en Chile para esconder que su política de confianza en las Fuerzas Armadas chilenas llevó al desastre a todo el movimiento obrero, y a ellos junto con él.

Pero quizás el ejemplo más parecido sea el del Partido Comunista Alemán. ¿Se imagina el compañero Germain al stalinismo alemán sosteniendo que tuvo una política correcta frente al peligro hitlerista con el solo argumento de que sus militantes fueron masacrados en la lucha contra el régimen fascista?

Se lo puede imaginar, porque así fue. ¿No le parece al compañero Germain que esta argumentación tiene una curiosa similitud con la suya?

El argumento de Germain no es mejor que los del stalinismo para justificar los desastres en China, Alemania y Chile. De lo que se trata es de la línea general adoptada, y no de sus inevitables reajustes, provocados por el choque arrollador contra una realidad que no había sido prevista en las caracterizaciones. Llegado el momento del golpe, para luchar contra Banzer ya no era necesario tener línea política sino simple instinto de conservación.

El FRA: un frente con la policía y el ejército bolivianos

Para el camarada Germain, el gobierno de Banzer es “reaccionario”; para el POR(C) es “fascista”. ¿Cómo puede entonces la mayoría coincidir con la política del POR(C) y defenderla? Es uno de los tantos misterios de la mayoría, en cuyas filas coexisten toda clase de caracterizaciones y políticas. Es así como, en lugar de la política que nuestro Programa de Transición plantea para los países fascistas (hacer esencialmente propaganda, dado que hay retroceso), Germain aprueba la política del POR(C) para los regímenes “fascistas” de Barrientos y Banzer, que resume de este modo: “Los camaradas del POR(C) actúan ilegalmente bajo Barrientos y Banzer, siguiendo una orientación de preparar la -lucha armada por contingentes mucho más pequeños”.[60]

Esta cita resume admirablemente la concepción antimarxista y guerrillerista de Germain: en una etapa de retroceso de las masas hay que enfrentar a todo un régimen solamente con la vanguardia (“contingentes mucho más pequeños”). También considera que la actual etapa (régimen de Banzer) es una etapa de mayor lucha que bajo Torres, puesto que, con el golpe de estado proimperialista, “de guerra civil larvada e intermitente, Bolivia pasa ahora a la guerra civil abierta y permanente”. Todo esto se dice pese a que Trotsky ya alertó que:

“Es cierto que no está en manos de cualquier grupo armado de revólveres modificar en cualquier momento la orientación política de un país. Únicamente las bandas que son órganos de una clase determinada pueden, en ciertas circunstancias, jugar un papel decisivo”.[61]

La posición de Germain fue expresada y adoptada por la mayoría del SU en la declaración sobre el golpe de Banzer:

“Y ya la vanguardia revolucionaria, especialmente nuestros camaradas del POR, el ELN, el ala Zamora del PC prochino y otros, continúan la lucha organizando la guerra de guerrillas”.[62]

Por su parte, el POR(C), como si nada hubiera pasado, como si no hubiera posibilidades de nuevos regímenes kerenskistas como el de Torres, afirma:

“El pueblo no tiene otra alternativa que tomar el poder político del estado por medio de la lucha armada en una guerra larga y prolongada, en la que participará el pueblo armado y organizado en un ejército popular, como la más alta expresión de la lucha política de las masas explotadas”.[63] El POR(C) y Germain siguen siendo consecuentes; la gran tarea continúa siendo la misma: desarrollar una “guerra prolongada” a través de un “Ejército Popular”.

Para ser un revolucionario basta con estar por la lucha armada. Como sabemos, para Germain la vanguardia latinoamericana se divide, no por los diversos programas políticos, sino entre los que están a favor y los que están en contra de la lucha armada. Si combinamos esta concepción con la anterior (una vanguardia luchando sola, armas en mano, contra el régimen “fascista”) nos encontramos con el FRA. Como el general Torres, el mayor Sánchez y todos los militares y policías que los siguen están a favor de la “lucha armada” y nosotros nos definimos junto a los que están a favor, nosotros también estamos en el FRA, junto a los militares y policías bolivianos y a la vanguardia guerrillera.

Así se degrada el trotskismo hasta la abyección. Así termina nuestra sección boliviana “hincada de rodillas” ante un sector de la burguesía y los militares bolivianos. Aunque nos indigne no nos debe sorprender. Esto nos recuerda lo que Trotsky previo cuando dijo que el ultraizquierdismo, después de su política del “tercer periodo”, después de poner un signo igual entre fascistas y reformistas, después de renegar de la política de frente único obrero contra el peligro reaccionario, terminaría claudicando ante los sectores “democráticos” de la burguesía. El stalinismo así lo hizo con los “frentes populares”; el POR(C) lo hizo entrando al FRA, y con esto no queremos ni siquiera insinuar que nuestra sección boliviana tenga algún rasgo de stalinismo.

El piso se mueve bajo los pies de Germain quien, para defenderse, recurre a su artillería pesada: esconder hechos políticos de la mayor gravedad a la base de nuestro movimiento.

El POR(C) se disciplinó al FRA

Germain ha dicho, muy suelto de cuerpo, que los compañeros de la IV Internacional tienen derecho a discutir la historia pasada. Pero lo que quiso decir, en realidad, es que tienen derecho a hacer la polémica como les parezca, y él da el ejemplo: toma una revista, International Socialist Review, lee sólo un artículo, el que le sirve para atacar a Camejo, e ignora otro aparecido en el mismo número en el cual Moreno aporta la documentación para demostrar que el POR(C) ha hecho un entrismo incondicional al FRA. No se lo vamos a permitir; le exigimos que lo lea y conteste, también aportando pruebas si cree que los hechos son diferentes. Allí recordábamos que “La dirección del FRA es la alta comisión político-sindical-estudiantil, y los partidos políticos y organizaciones, deben subordinarse a ella en la ejecución de la línea votada en el Frente”. “El FRA actuará como entidad unitaria en todos los frentes de la vida social... “. “El frente presentará listas únicas en los eventos electorales de todo tipo...”.[64]

Recordemos quiénes forman el FRA: los dos PC, un grupo de oficiales de las fuerzas armadas, Lora, el PRIN de Lechín, el POR(C) y un partido socialista. Como nuestra sección boliviana se supeditará al FRA, quiere decir que se supeditará a todos esos partidos. Quiere decir, por ejemplo, que si hay elecciones en los sindicatos iremos en una lista unitaria con el burócrata Lechín. O que si hay elecciones nacionales iremos en una lista unitaria con el burgués reformista General Torres, a quien hasta ayer denunciábamos como un peligro equivalente a Banzer para las masas bolivianas. Esto significa, lisa y llanamente, la liquidación del trotskismo en Bolivia. Así lo reconoce el POR(C) quien, a diferencia de Germain, afirma honestamente que “... debemos olvidar nuestras siglas partidarias para actuar en un frente sólido”.[65]

¿Qué es este “frente sólido”? ¿Un frente antiimperialista o, acaso, un frente obrero? Para el POR(C), y para Lora, es un frente antiimperialista. Tanto en ese caso como en el otro, no podemos perder nuestra independencia política en ese organismo. El IV Congreso de la III Internacional fue categórico al respecto. Por otra parte, si el objetivo es independizar a la clase obrera de todo sector burgués, no entendemos cómo podremos lograrlo olvidando “nuestras siglas partidarias”.

Para nosotros, el FRA sería un frente antiimperialista si, como ocurre en cualquier frente, todas las organizaciones que participan en él mantuvieran su independencia política y organizativa. Como no ocurre así, sino a la inversa, el FRA no es un frente, sino un nuevo “partido”, con un programa más o menos antiimperialista. Por su parte, Germain es muy cuidadoso, lo define por la negativa: el FRA no es un frente popular por tres razones:

1) El programa (no el manifiesto) es “explícitamente socialista en su carácter y en sus propósitos...”. “La línea de esta carta es sustancialmente la de la teoría de la revolución permanente”.

2) Las “Fuerzas Armadas Revolucionarias dirigidas por el mayor Sánchez, han declarado que están a favor de la Revolución socialista y adhieren al marxismo leninismo”.

3) “Que el FRA, en oposición al Comando Político, no es una coalición con la burguesía, ya que ni un solo partido burgués participa en él”.[66]

Examinaremos cada uno de estos argumentos para descubrir los grandes engaños. Las cuatro frases que hacen decir a Germain que se trata de un programa de revolución permanente son las siguientes:

1) “El pueblo... está preparado para luchar por el socialismo como su objetivo político”;

2) “Todos los sectores revolucionarios se unieron bajo la bandera de la lucha contra el fascismo, la liberación nacional y la construcción del socialismo”;

3) “Nuestra posición patriótica, abierta públicamente a una alianza con los sectores progresistas, no implica valla alguna para nuestra posición de clase, ya que la alianza que nosotros establecimos y al frente de la cual nos colocamos en su lucha por la liberación y el socialismo, expresa la ideología de la clase obrera”;

4) “Solivia tiene que lograr la culminación del histórico proceso de liberación y construcción del socialismo, dentro de la estructura del desarrollo revolucionario a una escala latinoamericana”.[67]

La III Internacional alertó a los partidos comunistas contra el peligro que significaban los movimientos nacionalistas burgueses que acoplaban frases y consignas comunistas para mejor engañar a las masas. Las frases que hemos citado entran dentro de esta categoría. Si ese es el programa de la revolución permanente, todos los grandes partidos y personalidades burgueses argentinos son “socialistas” y “trotskistas”, y ni qué hablar del stalinismo criollo. Perón está, incluso, más a la izquierda. Dijo una vez que había que destruir “el ejército burgués y crear milicias obreras”; todos los. días decía que había que luchar por el socialismo. El stalinismo repite todos los días que el objetivo histórico es construir el socialismo en la Argentina.

Un programa de revolución permanente no son dos o tres frases para agitar los días de fiesta, sino las consignas políticas extraidas de la realidad de la lucha de clases del país. En Bolivia no puede haber ningún programa de revolución permanente que no plantee claramente el problema del gobierno y de las fuerzas armadas: debe decir categóricamente que gobiernos como Torres nunca más deberán gobernar Bolivia, que se debe imponer un gobierno de las organizaciones obreras, apoyado en el campesinado sobre la base de la liquidación de las Fuerzas Armadas burguesas. Debe ser así porque esa es la experiencia inmediata y más reciente de las masas. Un programa de revolución permanente debe decir que la “crisis de la revolución boliviana es la crisis de su dirección”, de los Lechín, los PC de ambos signos, el socialismo, Torres, Lora, Sánchez, y debe plantear que lo que se impone es la construcción de un auténtico partido trotskista. Si no lo dice sólo hará demagogia ante las masas, embelleciendo la imagen de esos traidores.

Además, el programa debe expresarse en la política concreta que se aplica en la acción. Que nosotros sepamos, el FRA jamás propagandizó este programa. El folleto donde el FRA hace conocer oficialmente sus posiciones, no lo incluye, pero sí incluye el manifiesto, donde aclara que está por un gobierno popular.

¿Son necesarias más pruebas de que estas frases “trotskistas” son un caso típico del anzuelo que tiende un movimiento nacionalista burgués para que se lo traguen las masas? Germain, al caracterizarlas como un “programa de revolución permanentemente”, ¿no está demostrando que él se tragó el anzuelo?

El segundo argumento de Germain es el de que las Fuerzas Armadas Revolucionarias del mayor Sánchez “están a favor del socialismo y adhieren al marxismo leninismo”. El folleto del FRA de que hablábamos incluye una carta abierta de las FAR y otra del mayor Sánchez, que cuentan con la aprobación del POR(C), dado que éste las publicó en un lugar destacado de su periódico Combate. (A menos que se trate de una publicación impuesta por la disciplina del FRA). Esto significa que el compañero Germain también debe conocerlas. Escuchemos al mayor Sánchez:

“Se me atribuyen calumniosamente declaraciones o propósitos que me son ajenos. Unas veces se dice que soy miembro del ELN o que he pedido mi incorporación a esa organización, sostienen que patrocino la disolución de las Fuerzas Armadas y su reemplazo por milicias armadas, afirman que tengo el propósito de vietnamizar el país... Nada más falso”.[68]

¿Escuchó, camarada Germain? ¡Nada más falso! El mayor Sánchez está por mantener las fuerzas armadas y en contra de las milicias. ¡Qué extraño ejemplar de “marxista leninista”! Pero hay más:

“Jamás, antes de ahora, los cuarteles, templo del civismo de la juventud boliviana, habían sido convertidos en cárceles, donde se tortura y se fusila. Jamás el ejército nacional se había prestado...”.[69]

Ahora nuestro “marxista leninista” se olvidó del asesinato de un prisionero desarmado y herido, el Che Guevara, en ese “templo de civismo”. ¿No le da náuseas mentir tanto a los nuevos cuadros, compañero Germain? ¿Usted les ha mostrado esto que dijo Sánchez?; “Mi lucha no tiene otro objetivo que el de lograr la integración de las fuerzas armadas con su pueblo”. “Estamos viviendo un momento histórico y quiero en esta oportunidad anunciarles que, por decisión espontánea y patriótica, se ha organizado el instrumento político de unidad que nos llevará a la victoria, integrado por todas las fuerzas políticas de izquierda, movimientos sindicales, universitarios y populares, las FAR y la Policía Boliviana”. “Nuestra lucha no es antimilitarista, es esencialmente antiimperialista. Ninguna revolución podrá marchar sin el concurso y el esfuerzo de las fuerzas armadas, institución nacida de la entraña misma del pueblo para el servicio del pueblo”.[70]

Como vemos, nuestro “marxista leninista” descubre ahora que las fuerzas armadas son una “institución nacida de las entrañas del pueblo” (y no el brazo armado del régimen burgués), y que “ninguna revolución podrá marchar sin su concurso”. Y menos aún, agregamos nosotros, si se propone destruirlas.

En esta clarísima exposición del “marxista leninista” mayor Sánchez está también la respuesta al argumento de Germain de que el FRA no es un frente popular porque en él no hay partidos burgueses. El mayor Sánchez ha dicho que en el FRA está la “Policía Boliviana”, y las FAR no son menos explícitas:

“Se está con los que traicionan las instituciones armadas, aliándose con el MNR que está vetado por las Fuerzas Armadas, o se está con las mayorías nacionales; se está, en fin, con los que cometen crímenes comprometiendo el prestigio y el honor de las Fuerzas Armadas y la Policía bolivianas, o se está con la patria”.[71]

Y más aún, “como todos los hombres y mujeres que luchan contra los sanguinarios y antipatriotas que están manchando con sangre a nuestras instituciones cada uno de nosotros, militares y policías, debe tomar su propia decisión”. “Por nuestro pueblo, por nuestras instituciones, debemos cumplir con este deber de boliviano: ¡Morir, antes que esclavos vivir!”[72]

Mal que le pese a Germain, estos neófitos del marxismo leninismo” nos dicen sin tapujos cuáles son sus intenciones. En Bolivia las masacres de Banzer están “manchando de sangre” a sus “instituciones” (las Fuerzas Armadas y la Policía) y “comprometiendo su prestigio y honor”, por lo tanto, ellos tienen la misión de salvar dicho prestigio y honor y, con ellos, a sus “instituciones”. Dicho de otra manera: con las barbaridades que está haciendo Banzer, las masas bolivianas nunca volverán a tener confianza en las fuerzas armadas y la policía como la tuvieron bajo Torres, las FAR están luchando para evitar semejante peligro para el régimen burgués.

Luego, los altos militares y policías que están en las FAR nos informan que están dentro del FRA. Alguien que crea en Germain debe suponer que sus “marxistas leninistas” están dentro del FRA como mínimo, en nombre de la clase obrera. Nada de eso:

“Desde la clandestinidad y el exilio, informamos a todos los camaradas de las fuerzas armadas y la Policía Boliviana que, en forma conjunta, y en representación de ambas instituciones nos hemos integrado al FRA”.[73]

Esta es la verdad y hay que reconocer la honestidad burguesa del mayor Sánchez y sus camaradas. No sólo son el reaseguro político burgués, sino el reaseguro de la casta militar y la policial: son la garantía que el FRA necesita para imponer, tal cual lo indica la declaración, un nuevo bonapartismo burgués en Bolivia.

Con su caracterización de que en el FRA no hay ningún sector burgués, los compañeros de la mayoría, como siempre, olvidan lo que dijeron ayer. Han venido insistiendo desde hace años en que los partidos burgueses casi han dejado de existir en América Latina, y que su lugar lo ocupa el partido militar, o sea las Fuerzas Armadas.

Para nosotros es relativamente cierto que las fuerzas armadas tienden a jugar el papel de gran partido de reserva de los regímenes burgueses latinoamericanos. Esto tiene que ver con la poca tradición democrática de nuestros países. Pero de lo dicho sobre su “unidad monolítica con el imperialismo” no es cierta ni una palabra. Los roces de las burguesías nacionales con el imperialismo son los que explican el surgimiento de gobiernos bonapartistas “sui generis” de izquierda, como el primero de Perón, el de Ovando, o el de Torres al comienzo.

Para los compañeros de la mayoría, los militares que responden al FRA, aparentemente han dejado de ser militares, puesto que ya no están en su famosa “unidad monolítica”. Para nosotros, las fuerzas armadas siempre defenderán políticamente al régimen, aun cuando se vuelquen hacia el nacionalismo, con la única condición de que se les permita seguir existiendo como institución, y los militares que están en el FRA son sólo el ala “nacionalista” de las fuerzas armadas burguesas de Bolivia, el ala “izquierda” del partido militar. El hecho de que, circunstancialmente, estén en la oposición y el exilio no invalida ese carácter.

Los propios militares y policías que están en el FRA nos dan la razón, cuando dicen que están allí, justamente, para preservar a las fuerzas armadas y la policía como “instituciones”.

Por eso, cuando el camarada Germain afirma que no hay partidos burgueses en el FRA, algo de razón tiene. En el FRA no están los partidos burgueses, sino el ejército y la policía bolivianos, a través de sus representantes políticos de izquierda. Pero en definitiva, son la representación —o sombra de representación— de las fuerzas armadas burguesas de Bolivia.

Nos queda por hacer unas preguntas al compañero Germain: Si es cierto que en el FRA no hay sectores burgueses, si es cierto que los militares y policías que están allí han, adherido al marxismo-leninismo, si es cierto que el FRA tiene un programa de revolución permanente, si es cierto (como lo hemos demostrado) que tiene una dirección centralizada y una férrea disciplina interna, si todo eso es cierto, ¿por qué no le proponemos al FRA que se incorpore como sección oficial de la IV Internacional? ¿Cuál es el requisito que les falta llenar para estar en condiciones de ingresar?

A partir de esto, nadie puede llamarse a engaño en la discusión internacional. Se está con el programa trotskista de la minoría (lucha a muerte contra el régimen imperialista y capitalista, contra todas las instituciones, contra todas las burocracias reformistas y burguesías nacionales que dirigen los movimientos de masas o los estados obreros), o se está con el programa de la mayoría, (frente monolítico con los representantes políticos de la policía y el ejército bolivianos, “olvidando nuestras siglas partidarias”). En esta disyuntiva no entran sólo los principios, sino también el estómago y el olfato: para estar con la mayoría hay que estar con el oportunismo y a favor de la unidad con las más podridas instituciones del régimen burgués.

Moreno, consejero del POR

El subcapítulo intitulado, “Moreno, consejero del POR” debe ser una de las “bombas” de las que Germain espera mayor efecto. Sólo así se explica que malgaste tanto espacio en él (es uno de los más largos del documento). Pero en tantas líneas no responde a la pregunta esencial: ¿Moreno estuvo bien o mal? ¿Había o no había que entrar a la OLAS?

La resolución del Noveno Congreso dice exactamente lo mismo que Moreno: “trabajar como parte integrante de la OLAS”. Si Moreno se equivocó, también la resolución del Noveno Congreso estuvo mal, muy mal. Si Moreno estuvo bien, si su análisis fue correcto, en líneas generales, hay que reconocerle ese mérito, y luego criticarlo por haber cambiado su posición sin que hubiera un cambio en la realidad. Pero Germain no hace nada de esto.

Moreno se equivocó; el IX Congreso también

Nosotros no andamos con vueltas: sostenemos que Moreno se equivocó en la política general que da en el documento que cita el compañero Germain, y también sostenemos que el Noveno Congreso se equivocó al votar la resolución sobre América Latina. Más aún, sostenemos que Germain sabe perfectamente que Moreno estuvo en contra de que nuestra sección boliviana se embarcara en preparar la guerra de guerrillas bajo Barrientos. El documento que cita Germain es un documento interno, que tuvo vigencia durante cinco meses, de noviembre de 1967 hasta mayo de 1968; en cambio la posición de Moreno sobre la política que debíamos darnos bajo Barrientos fue dada por él mismo en una carta fechada el 20 de noviembre de 1965.

No le daremos el gusto a Germain de empezar la polémica al revés. No vamos a partir de una línea que se mantuvo durante cinco meses, sino de todos los otros trabajos de Moreno y la minoría referidos a la Bolivia de Barrientos en adelante. Sólo después de haber mostrado cuál fue la política propuesta para Bolivia en todos esos años, nos abocaremos a la tarea de explicar el porqué del documento citado por el camarada Germain; una tarea que se podía haber obviado si el camarada hubiera obrado de buena fe, es decir ubicando dicho documento en el contexto de la vida de nuestra Internacional.

La verdadera posición de la minoría

Comenzaremos, pues, con la carta del 20 de noviembre de 1965, que fue publicada varias veces (por eso decimos que Germain no puede ignorarla), con ligeras modificaciones de forma. En ella Moreno le decía a González: “Ustedes repetidamente definen en ‘Lucha Obrera’ al gobierno como fascista. Como se desprende de nuestra resolución nosotros discrepamos con vuestra caracterización. Creemos que es un gobierno bonapartista reaccionario, agente del Pentágono, producto de una semicontrarrevolución, pero no creemos que sea fascista”. “Dicho de una sola vez: en Bolivia no se ha cerrado la etapa prerrevolucionaria con el triunfo del fascismo, sino que se ha agudizado con el triunfo de un gobierno ultrarreaccionario, bonapartista, que no ha logrado aplastar todavía al movimiento de masas, y al que le resulta por el momento imposible lograr una base de masas para aplastar al movimiento obrero”.[74]

Como para esa fecha el gobierno de Barrientos todavía no había aplastado al movimiento de los obreros mineros, dábamos allí una línea esencialmente correcta:

“Esta es la clave de la actual situación boliviana y de ella surgen con nitidez toda una política, que no puede ser otra que: impedir una lucha aislada de los mineros y organizar al resto de los trabajadores para que den una batalla junto con los mineros. Si logramos esto, la derrota de la junta militar es segura”. “¿Desde qué organizaciones ayudaremos a los mineros?” y respondíamos: “... nosotros estamos especialmente por la reorganización de la COB a través de los comités de defensa sindical clandestinos y concentraremos todos nuestros esfuerzos en propagandizar y llevar a cabo esta colosal tarea”.

El frente único obrero

Por aquella época, González sostenía que no era necesario luchar por el frente único con los partidos obreros y populares, porque la clase obrera comenzaba a seguirlo a él y a su partido. Nosotros discrepábamos, porque pensábamos que los partidos reformistas seguirían teniendo influencia en el movimiento obrero. Sosteníamos que nuestra obligación era, por lo tanto, levantar una política de frente único con ellos para tareas concretas. Dicho frente único estaba ligado, para nosotros, al problema del poder:

“Creemos que la primera consigna que responde al problema del poder es ‘Abajo la Junta Militar’. Sobre esta consigna todos estamos de acuerdo. Y al decir todos, me refiero a toda la base popular y a todos los partidos con influencia popular, desde sectores de la Falange al MNR, los dos PC, el PRIN, el POR y la COB en la clandestinidad. El problema surge cuando debemos responder a las preguntas siguientes: ¿cómo voltear a la Junta Militar? ¿Quiénes deben voltearla? y ¿para qué voltear a la Junta Militar? Vamos a empezar por la respuesta a la última pregunta: ¿para qué voltearla? Si hemos de guiarnos por vuestro periódico debemos voltearla para implantar el socialismo, ‘la única alternativa real que es el socialismo’, ‘se trata del enfrentamiento del programa burgués con el programa socialista’. Creemos que ustedes cometen aquí un grave error de método, que es confundir vuestras aspiraciones con las de las masas y la dinámica de clase, los métodos, con las grandes tareas que tienen planteadas las masas que son tres aspectos de la realidad íntimamente relacionados, pero no idénticos. Por ejemplo, las grandes tareas de la Revolución Rusa eran democráticas, aunque sus métodos y su dinámica de clase fueran proletarios. Estamos convencidos de que la gran tarea actual que unifica a todos los trabajadores bolivianos, al proletariado con el campesinado y la clase media de las ciudades es voltear al gobierno para llamar a elecciones libres y democráticas. Y no voltearlo para inaugurar el socialismo como plantean ustedes. Esta tarea mucho más modesta que la de instaurar el socialismo exige que el proletariado la dirija y métodos insurreccionales para poder lograrla. Este es el cómo lograrlo. Tenemos que responder ahora quiénes o a quiénes debemos plantearles el logro de este objetivo, o dicho de otra forma, qué fórmula de poder propugnamos como reemplazante de la Junta Militar que queremos voltear. Creemos que corresponde que llamemos a la constitución de un frente cuya base de sustentación sea la COB, en frente único con las centrales de estudiantes, maestros y campesinos, con el apoyo de todos los partidos que están contra el gobierno, tienen base popular y están por el llamado en 60 días a elecciones absolutamente libres y democráticas. Es decir, nosotros creemos que el golpe militar de mayo ha ampliado la necesidad del llamado a frente único y no lo ha parcializado. Que los partidos pequeño burgueses van a sabotear este frente único lo mismo que la burocracia sindical y no van a aceptar la jefatura de la COB y del movimiento obrero, no nos queda ninguna duda. Pero que esto servirá para desenmascararlos ante el movimiento de masas, si nosotros efectuamos este llamado al frente único de acuerdo a los lineamientos generales del trotskismo, no sólo por la base sino también a las direcciones con base de masas, tampoco nos queda ninguna duda.”

Las milicias armadas de la COB y los sindicatos

Previendo que se masacraría a los mineros —que fue lo que ocurrió— planteamos una tarea precisa de lucha armada:

“Coincidimos plenamente con ustedes en que el gran problema es prepararse para la inevitable lucha armada que se dará contra la Junta Militar. Este problema tiene distintas facetas. Antes que nada, la relación con los heroicos luchadores que quieran organizar guerrillas, siguiendo las enseñanzas del castrismo.

A estos camaradas hay que tratar de ligarlos a nuestra estrategia y táctica fundamental de lograr el apoyo armado e inevitable del movimiento minero. En ese sentido hay que exigirles que coordinen su acción con las organizaciones sindicales en la clandestinidad y principalmente la COB. Sin esperar mucho de estos camaradas, la gran tarea para prepararnos para la lucha armada pasa por la organización de un aparato de defensa armado de la COB y sus organizaciones sindicales y paralelo a ello de las organizaciones unitarias del frente, que serán barriales, campesinas o urbanas. Nuestro partido debe comenzar, donde puede, a llevar a la práctica esta política. Hay que reorganizar comités unitarios armados de defensa de tres o cuatro camaradas y donde sea posible centralizarlos y disciplinarlos. Esta tarea, que es la fundamental, va íntimamente ligada a otra que es tan importante como ella, que es el trabajo sobre la base del ejército. Si combinamos y organizamos todas estas tareas, aceleraremos la crisis del régimen y su derrota será cuestión de poco tiempo. Si, por el contrario, dejamos que las masas actúen por su cuenta y riesgo, muy posiblemente el régimen puede ir derrotando a cada uno de sus sectores”.

“De nuestra caracterización del régimen surge la posibilidad de que en determinados momentos se abran resquicios legales. Nuestro odio justificado a la dictadura militar no debe hacernos olvidar que tenemos la obligación de utilizar esos resquicios legales. Debemos utilizarlos para plantear aumentos de salarios o consignas mínimas, en lo posible unificadas, que aceleren la crisis del régimen. Lo mismo que decimos de los aumentos de salario podríamos decirlo de todo resquicio dentro de los sindicatos amarillos reconocidos o una futura elección nacional amañada. Antes de declarar el boicot a estos resquicios debemos tomarle muy bien el pulso a la situación de la lucha de clases y sólo si hay condiciones óptimas declararlo”.[75]

Esta línea tenía el objetivo inmediato de evitar que los mineros fueran aplastados. Salió en una carta polémica contra los intentos de los camaradas bolivianos, especialmente del camarada González, de largarse a la guerrilla. Como vemos, ya en esa carta se expresan todas las diferencias actuales.

Lo que decía “La Verdad” en marzo de 1971

Esta misma línea prosiguió posteriormente. Cuando se empezaron a filtrar las primeras noticias de la guerrilla del Che, nuestro periódico (La Verdad) señaló que la apoyábamos en la perspectiva de que fuera una guerrilla masiva, dentro de la estrategia insurreccional y no guerrillera. En pleno año 1967, La Verdad insistía en que la perspectiva para la revolución boliviana era la insurrección y no la guerrilla.

Es el mismo método de análisis y de elaboración de la línea política que nuevamente nos hizo discrepar con los compañeros del POR(C) acerca del gobierno de Torres. Recordemos que, para ellos, Torres era un agente del imperialismo, la variante táctica resuelta entre los militares bolivianos y la embajada yanqui, y su subida al gobierno una derrota de las masas ante el ejército. Para nosotros, en cambio:

“La huelga del 6 de octubre de 1970 permitió la derrota del ala más reaccionaria del ejército y la ascensión de Torres al poder, no liquidó las fuerzas proimperialistas ni mucho menos”. “Es un hecho que siguen existiendo sectores de derecha dentro y fuera del ejército”. “A Torres lo hemos definido como el Kerensky boliviano, oscilante entre el movimiento obrero y las fuerzas burguesas e imperialistas”. “... el grupo Lora cae en el mismo pecado oportunista (actúa como si el gobierno de Torres fuera el gobierno de la clase obrera, con la excusa de que la COB está burocratizada), no exige que la COB tome el poder, ni que sean los sindicatos quienes se armen para luchar contra el peligro de la reacción”, Y viendo el peligro que se cernía sobre el proletariado boliviano como consecuencia de la política “trotskista” de Lora y González, decíamos: “Desgraciadamente, no vemos en Bolivia ningún partido que se dé la estrategia de los revolucionarios rusos”.[76]

No vamos a abundar en citas, sólo queremos demostrar que desde Barrientos, hasta ahora siempre mantuvimos nuestra estrategia de formar “un partido que se dé la estrategia de los revolucionarios rusos”. Siempre estuvimos contra la política guerrillera, siempre planteamos el armamento de las organizaciones de masas, siempre nos opusimos a los famosos “Ejércitos Revolucionarios” y siempre dijimos que eran las organizaciones de masas las que debían armarse y tomar el poder, bajo la dirección de un partido revolucionario y que para ello era esencial el trabajo sobre la base del ejército.

El porqué de nuestro “guerrillerismo”

Recién ahora podemos entrar en el documento citado por el camarada Germain que, repetimos, era un documento interno que sólo tuvo validez entre noviembre de 1967 y mayo de 1968.

¿Qué ocurrió hacia fines de 1967 para hacernos cambiar de opinión y volvernos guerrilleristas y procubanos? ¿Por qué nos volcamos con todo a favor de la entrada a la OLAS? ¿Toda una dirección y todo un partido se habían vuelto locos? Estas explicaciones sicológicas se las dejamos a Livio y a Germain, que son especialistas. Nosotros nos mantenemos en el terreno de la política revolucionaria y de la lucha de clases. Excepto Germain, que sufre de amnesia, todos conocen y recuerdan lo que pasó: los cubanos entraron en una polémica muy dura con los partidos comunistas latinoamericanos. Su posición pública era extender la revolución socialista por medio de la guerra de guerrillas a todo nuestro continente. Es verdad que los cubanos, desde su triunfo, habían apoyado material y moralmente a todo tipo de grupos guerrilleros pero sin intervenir directamente. La diferencia era ahora cualitativa: estábamos ante el programa de la intervención directa del estado y la dirección cubanos en este nuevo curso. Del otro lado, el imperialismo yanqui se embarcaba más y más en su escalada en Vietnam. Era lógico pensar que esa escalada se extendiera a Cuba a corto plazo. Así lo pensaba la dirección cubana. Su política de desarrollar la revolución en el continente era la mejor forma de paralizar al imperialismo y, llegado el caso, derrotarlo. Dos acontecimientos promovidos por la dirección cubana nos demostraban la seriedad del nuevo curso: el alejamiento de Cuba del Che Guevara para iniciar la guerra de guerrillas en el continente y la fundación de la OLAS. Para toda la IV Internacional, este nuevo curso de la dirección cubana era progresivo, y merecía nuestro apoyo. Esto no significaba apoyar la estrategia guerrillera, sino el curso hacia el desarrollo de la revolución socialista en el continente. Para toda nuestra Internacional, incluidas las actuales mayoría y minoría, se trataba de apoyar el nuevo curso para orientarlo hacia nuestras posiciones en el desarrollo de la lucha que estaban emprendiendo.

Cuba, la OLAS y la guerra civil continental

Dicho en forma aún más categórica: en 1967 toda nuestra Internacional creyó que la dirección cubana, con el Estado detrás, se lanzaba a desarrollar con todas sus fuerzas la guerra de guerrillas en América Latina como defensa al muy posible ataque imperialista. Si esta era la orientación de Fidel y el Che, se abría en nuestro continente una etapa de guerra civil continental semejante a la existente entonces en la península indochina. La guerrilla del Che era el comienzo de esa guerra civil continental. Y, como toda la Internacional, nosotros creímos que teníamos que participar activamente y en primera línea en esa guerra civil promovida por los cubanos, para combatir su orientación meramente guerrillera.

Pero el camarada Germain, en su extensa cita, se olvida de dar las citas del mismo documento donde criticamos la orientación política de los cubanos con respecto a la OLAS, y principalmente se olvida de señalar que nuestra entrada a las OLAS no significaba en modo alguno un acatamiento o apoyo a su política, sino simplemente que nos poníamos bajo su disciplina militar. “Nuestro ‘entrismo’ a la OLAS no debe ser esencialmente a su organización política, sino a su aparato militar. Nuestro partido tiene la obligación de inscribir como su tarea militante número uno el formar un aparato técnico rígidamente disciplinado a la OLAS para las tareas técnicas que la OLAS le ordene dentro de su estrategia armada de lucha por el poder. Otro significado de nuestro ingreso a la OLAS no puede haber”.[77]

Esta posición era la de nuestra Internacional. Nada lo demuestra mejor que una carta del camarada Maitán del mismo año crucial de 1967, donde decía: “He visto que La Verdad ha subrayado la evolución positiva de la actitud cubana. Nosotros sabemos de una forma segura, actualmente, que los dirigentes fidelistas consideran un error el ataque contra nosotros al fin de la Tricontinental”. “Nosotros pensamos que actualmente deberemos poner el acento sobre aquello que nos une a los cubanos. No ignoramos que todavía hay entre ellos la tendencia a generalizar abusivamente la táctica de guerrillas y el libro de Debray que ellos propagandizan es bastante malo (estoy en tren de escribir una respuesta). Pero hoy día es más importante discutir sobre los casos concretos que se plantean en esta etapa, a saber, Venezuela, Guatemala, Colombia y Bolivia, y en esto yo creo que estamos de acuerdo con los cubanos”.[78]

La visita de Maitán a fines de 1967 robusteció este acuerdo general y originó el documento que cita Germain. Era nuestra forma de preparar a nuestro partido para la línea que toda nuestra Internacional sostenía en ese momento.

Concretamente: nosotros sostuvimos la posición de la Internacional, y preparamos al partido para la guerra civil que Cuba, con su OLAS, se aprestaba a comenzar en todo el continente en forma inmediata.

El hecho de que Cuba desatara una guerra civil continental merecía nuestro apoyo, aunque lo consideráramos equivocado desde el punto de vista táctico. Era un hecho independiente de nuestra voluntad; algo parecido a una huelga obrera, que puede haber sido lanzada en un momento preciso o inadecuado, con una preparación suficiente o sin ella, pero en la que debemos participar (disciplinándonos a la tarea que fije su dirección, no a su orientación política), porque en ella se enfrenta nuestra clase con la clase enemiga.

El informe del camarada del SU indicaba que se abría en América Latina un proceso parecido a la guerra en la península indochina. Allí se iban a enfrentar nuestra clase (el estado cubano) y el ejército de nuestra clase, con su organismo paramilitar (la OLAS), contra el imperialismo, las burguesías nacionales y sus ejércitos. No se trataba de una aventura guerrillera de un puñado de pequeño burgueses radicalizados y desesperados o de militantes desmoralizados y decepcionados del trabajo sobre el movimiento de masas. Había una sola política posible: luchar junto a los cubanos y bajo la “disciplina militar” de la OLAS. Si Cuba, por intermedio de su Estado y de su Ejército, se lanzaba a una guerra civil continental contra el imperialismo yanqui, la guerrilla en Bolivia podía ser o no correcta. Pero, aunque nos pareciera un error, teníamos el deber de apoyarla. Pero entonces, y solamente entonces. Algo parecido al apoyo a las guerrillas francesas contra el nazismo durante la segunda guerra mundial.

Nuestra posición, aunque equivocada, demuestra mejor que diez tomos que, cuando decimos que estamos a favor de la guerrilla en momentos determinados de la lucha de clases, y en contra de transformarla en un método absoluto o una estrategia, decimos la verdad.

Fue suficiente que el camarada Maitán volviera a visitarnos en 1968 para que nos diéramos cuenta de que él tenía la concepción guerrillerista de la lucha armada. Si Cuba se lanzaba o no a la guerra civil continental, no significaba nada esencial para su estrategia. Al mismo tiempo, veíamos que los cubanos no se lanzaban a la guerra civil continental. Para nosotros, éste era el hecho objetivo, el que podía transformar la guerrilla en Bolivia en un hecho objetivo de la lucha de clases, no en una aventura voluntarista de un puñado de valientes.

Por eso, nuestra posición de apoyo incondicional a la guerrilla boliviana, con su corolario organizativo de entrada a la OLAS (y por lo tanto de incorporación del POR(C) al ELN), como central militar de la guerra civil en América Latina duró el mismo tiempo que transcurrió entre los dos viajes de Livio. Uno abrió la etapa; otro la cerró. Fueron unos pocos meses de apoyo a la guerrilla boliviana como aspecto táctico de la guerra civil que el estado cubano, suponíamos, iba a desatar en América Latina.

A partir de ese momento, comienza la actual división de nuestra Internacional. Por razones parecidas a las nuestras, el SWP comienza a cuestionar la línea de toda nuestra dirección y movimiento con relación a la OLAS, a la que también había apoyado entusiastamente. Este cambio de nuestros dos partidos se debió a un hecho objetivo de fundamental importancia: los cubanos, impactados por el fracaso del Che, cambiaron completamente su estrategia de impulsar la revolución en América Latina, sea con la estrategia que fuere. Empezaron a aproximarse a la URSS y a su política de coexistencia pacífica. Dejaron a la OLAS librada a su suerte.

Mientras nosotros sacamos la conclusión lógica de que no había ninguna posibilidad cierta de guerra civil continental a corto plazo, debido a ese cambio de los cubanos, la mayoría siguió adelante con la estrategia y los análisis cubanos, pero sin cubanos, tratando de reemplazar a Cuba con nuestra Internacional. Este error metodológico de querer reemplazar un factor político objetivo (la política del estado cubano) con uno subjetivo (nuestra voluntad y nuestro partido), se fue extendiendo del escenario latinoamericano a todos los otros escenarios de la política mundial, ampliando la brecha entre la mayoría y la minoría. Pese a esta explicación, el nuestro no dejó de ser un error. Lógicamente nos autocriticarnos públicamente por él, como lo hemos hecho por tantos otros. Errores, todos estos, que casi siempre se originaron en una mala evaluación de la realidad objetiva, y no por aplicar fórmulas abstractas a la realidad (“estrategia de lucha armada”, construcción del “Ejército Revolucionario” y tantas otras) como éstas a que nos tiene acostumbrados la mayoría.

Hoy, cuando en Bolivia se da una situación parecida a la que existió bajo Barrientos, los camaradas bolivianos y de todo el mundo pueden sacar provecho de las distintas posiciones del camarada Moreno y de las que ha asumido la mayoría. ¿Cuál de los consejos que dio Moreno a la sección boliviana fue el correcto? ¿El que coincide con la resolución del IX Congreso de hacer la guerrilla y entrar a la OLAS? ¿O el que planteó que no había que esperar nada de los guerrilleristas, ni preparar guerrillas, que había que volcarse a trabajar en el movimiento de masas, dentro de las organizaciones existentes, utilizando todos los resquicios legales, y, de esa manera, —no de otra— organizar a las masas para la lucha política y armada?

Son los hechos los que dan la respuesta más categórica. Después de ocho años la guerrilla boliviana no ha logrado nada y la OLAS está disuelta. Las grandes batallas armadas las han dado las masas, en las ciudades, con sus organizaciones tradicionales, los partidos y los sindicatos.

Por eso no podemos menos que recordar la autocrítica de Moreno que confirma que el mayor acierto de un bolchevique es reconocer cuándo debe cambiar una caracterización y una línea política que los hechos han demostrado equivocadas.

Capítulo II
Argentina:
la prueba definitiva de dos líneas

Los hechos desmienten a Germain

Germain afirma que el PRT(C) ha tenido una línea incorrecta a partir del segundo cordobazo, que fue la de tratar de desarrollar un ejército popular. En esto estamos de acuerdo, de modo que no vamos a discutir. Pero también dice que, en cuanto a los vaticinios, antes del primer cordobazo, el PRT(C) estaba en lo cierto y nosotros estábamos equivocados. En este punto sí vamos a discutir. Como de costumbre, Germain disuelve un problema concreto en una cuestión de perspectiva histórica. Interesa poco saber si alguien previo con un año o dos de anticipación la posibilidad de una insurrección. (¡Cómo deberíamos calificar a Lenin, que no previo la proximidad de la revolución rusa!). Lo verdaderamente importante y decisivo es precisar cuándo surgió una situación insurreccional o seminsurreccional, y si se tuvo o no una política correcta para esa situación. Esto que hace Germain es parte del extraño método que utiliza para defender al PRT(C), cuyas otras características son: 1) mencionar hechos (y hasta publicaciones) que nadie conoce en forma imprecisa (“varios” en lugar de “2” o “5” como hacíamos hasta ahora); 2) ignorar otros de los que sí hay pruebas o narrarlos en forma confusa o diferente; 3) no utilizar las pruebas que nosotros aportamos para ayudarlo (ni se digna contestarnos).

Primer hecho: el cordobazo

Afirmamos que nosotros previmos que estallaría y estuvimos a favor del cordobazo y que el PRT(C) no lo previo y, cuando comenzó, estuvo en contra de promoverlo. Las pruebas, las mismas que dimos en Argentina y Bolivia, un balance. En el subcapítulo “Dos posiciones sobre el cordobazo”, hemos colocado dos citas que demuestran categóricamente que previmos un mes antes del cordobazo, el ascenso que se preparaba y cómo iba a manifestarse (“manifestaciones de masas, ocupación de facultades y edificios, resistencia a las fuerzas represivas. Se impone extender y coordinar estas acciones”), en contraposición al PRT(C) que, pocos días antes decía: que “era suicida enfrentar a los policías y demás organismos de represión con las manos vacías” aconsejando no hacer movilizaciones por un largo tiempo, hasta que las masas estuvieran armadas. ¿Quién tuvo razón?

Segundo hecho: los conflictos obreros

Germain no toma en cuenta nuestros argumentos cuando tiene que contestar a nuestra acusación de que el PRT(C) no le daba ninguna importancia a las luchas obreras en sus reuniones de dirección, ni tenía una política para las mismas, al punto. de olvidar a las huelgas generales de aquellos días, como producto del alejamiento de la lucha de clases que le provocaba su línea guerrillera. Hemos denunciado que el órgano oficial del PRT(C), durante todo el año 1971, (año de los conflictos obreros), sólo publicó tres artículos generales de carácter gremial y ninguno sobre los conflictos; en cambio, nuestro órgano publicó doscientos cincuenta. El camarada Germain alude a hechos desconocidos: “publicaron varios periódicos especiales de fábricas y de reuniones sindicales”. ¿Cuáles son, y dónde están camarada? En la Argentina, conocemos un solo número de un solo periódico.

En Tucumán hubo una huelga general que paralizó a toda la provincia, precedida por varios días de agitación estudiantil, un pequeño mayo francés. Pero como la agitación estudiantil fue más “violenta” que la huelga general, el órgano oficial del PRT(C) jamás mencionó la huelga general. Se decía que Tucumán vivió intensas jornadas... hasta el día de la huelga general, a la que no se menciona. Para ellos ese día terminó todo; no pasó absolutamente nada en la provincia (que estuvo paralizada durante dos días). Decir esto es lo mismo que si, analizando el mayo francés, dijéramos que después de la noche de las barricadas todo volvió a la normalidad en París. Y lo mismo sucedió con todas las huelgas generales, empezando por la que dio origen al primer cordobazo. No sabemos qué huelgas parciales dirigió el PRT(C). Puede ser que algunas. En todo caso, muy pocas, porque todas las importantes, las más conocidas, fueron dirigidas por el stalinismo, los maoístas o nosotros, en algunos casos apoyados por Política Obrera u otros grupos de la extrema izquierda, incluido el PRT(C). ¿Cuáles son las huelgas que dirigió el PRT(C)?

Tercer hecho: Sitrac-Sitram

Lo mismo podemos decir de SITRAC-SITRAM. Nadie conoce aquí a la presidenta de los plenarios de SITRAC-SITRAM de que habla Germain. El presidente siempre fue el mismo; el “viejo Pedro”. En uno de los plenarios, una compañera, muy joven, delegada, oradora excepcional, que pertenecía al PRT(C), conmovió ai auditorio con su intervención. ¿El camarada Germain se refiere a ella? Pues no era presidenta, camarada. La dirección política de la tendencia clasista SITRAC-SITRAM estuvo en manos de los ultras y maoístas (ambas tendencias dirigían Córdoba) y nosotros (dirigentes de casi todos los conflictos y de las más importantes comisiones internas clasistas del Gran Buenos Aires). Esa es la única verdad. El PRT(C) no apareció como un sector de importancia en los plenarios de Córdoba y Buenos Ai-res y mucho menos de la tendencia a nivel nacional.

Un criterio definitivo: comparar las dos organizaciones

Pero nada mejor para comparar la efectividad de las respectivas líneas, que comprobar la situación actual de ambas organizaciones. Comencemos por los 40. 000 afiliados. Germain aclara, correctamente, que no se trata de militantes. Es por eso que los llamamos afiliados y no militantes. Pero el camarada minimiza su importancia como índice de influencia política: los afiliados deben registrarse como tales ante el juez y las autoridades electorales. No se trata de una simple firma para solicitar la legalidad, sino que se debe llenar una ficha de adhesión al partido y a su programa. Somos la única organización de izquierda que ha logrado llenar este requisito y es difícil que alguna otra, a excepción del PC, pueda hacerlo. Germain, además, ignora por completo la apertura de locales: se han abierto más de cincuenta en todo el país. Y esto está acompañado por un crecimiento del número de militantes (no “afiliados”) del Partido y de la Juventud, a un promedio de aproximadamente 400 por mes, a partir de la finalización de la campaña electoral. Pero lo más importante a señalar es el ritmo de crecimiento y expansión de la actividad. Hemos llegado a tener 100 profesionales del partido, hemos alcanzado una concurrencia de más de 10. 000 personas en el acto de cierre de la campaña electoral.

Contra todo esto, el PRT(C) nos opone la concentración total de sus fuerzas, en alianza con la izquierda peronista y con Tosco, en su base de Tucumán (con trenes y ómnibus pagados por el PRT(C) desde cualquier punto del país). Allí sólo consiguieron 1. 500 concurrentes. Nosotros solos, sin acordar con ninguna otra tendencia, reunimos 4. 000 en Buenos Aires, entre militantes y simpatizantes. Dos mil de ellos eran dirigentes obreros de base y la entrada al salón se realizaba con tarjeta, lo que indica que la concurrencia era efectivamente asegurada por el trabajo del partido. Un plenario realizado por todas las tendencias de izquierda reunió en Córdoba a 40 delegados y dirigentes obreros. Otro, realizado por nosotros, contó con 80. Hoy somos la tendencia de izquierda con más fuerza en las fábricas más importantes de Córdoba. Esta es la situación actual de ambas organizaciones, consecuencia del estado de cosas que ya existía en la época de SITRAC y SITRAM.

Nuestra supuesta capitulación ante el fraude y el gobierno militar

Según Germain, nuestro partido publicó “varias plataformas para su propia campaña y con sus propuestas para el movimiento de masas,... en ninguno estaba mencionado el carácter fraudulento de las elecciones... “. “Esto llevó al triste espectáculo de Avanzada Socialista entrevistando al líder sindical Tosco, recién liberado de la cárcel, preguntándole qué pensaba sobre la idea de una lista electoral de trabajadores en las elecciones, y recibiendo por respuesta de Tosco que primero que nada uno tenía que decir que éstas eran elecciones fraudulentas. Los trotskistas recibieron tal lección de un simpatizante del PC, ¡qué humillante experiencia para el camarada Moreno!”[79]

¿De dónde ha sacado el camarada Germain esta lección que nos habría dado Tosco? No seguramente de la entrevista citada. Veamos.

La “lección” que Tosco dio a Moreno

La primera pregunta del reportaje fue si Tosco estaba a favor de “el poder para la clase trabajadora” y la “construcción de un partido obrero”, como la forma de plantear la “liberación nacional y social”. Tosco respondió evasivamente por la negativa, diciendo estar a favor de “la unión de las fuerzas populares con un programa de contenido transformador y revolucionario”. Citemos textualmente y en toda su extensión, la segunda pregunta:

“AS: La salida electoral que plantea la dictadura es una trampa preparada para desviar el ascenso de masas que vive la Argentina. ¿Usted lo considera así?[80]

(Aclaremos, al pasar, que “trampa” es un término más fuerte y que define con mayor precisión que “fraude” el contenido de la maniobra electoral montada por la burguesía en la Argentina). Tosco respondió confirmando lo que dijimos en la pregunta, es decir que las elecciones eran una trampa de la dictadura. Siguen otras preguntas sin relación con la cuestión en discusión, hasta la quinta, usada por Germain, y que dice así:

“AS: Nuestro partido ha proclamado a través de su órgano oficial AS que ponía a disposición de las candidaturas obreras la personería política lograda a nivel nacional. O sea, que creemos en la candidatura de los Tosco, los Gregorio Flores, los Mera y lo mejor de la vanguardia obrera que se ha dado en el proceso abierto hace tres años. Nosotros lo hemos llamado Polo Obrero y Socialista, por ser el socialismo la reivindicación histórica de los trabajadores. ¿Usted lo considera viable, y, en este caso, estaría dispuesto?”.

Germain dice que Tosco contestó “ante todo hay que decir que se trata de elecciones fraudulentas”. En el No. 31 de Avanzada Socialista, de 27 de septiembre de 1972, donde se publicó este reportaje, Tosco dice: “Yo entiendo que los trabajadores marchamos hacia una Argentina Socialista. Pero como pretendo actuar con responsabilidad, entonces no puedo responder a este tipo de preguntas. Lógicamente nosotros luchamos por la libe-ración nacional y social Argentina y nuestra marcha es hacia una patria socialista”.[81]

O sea que la respuesta —nuevamente evasiva— que dio Tosco a nuestra pregunta no tiene nada que ver con las palabras que Germain pone en boca de este dirigente centrista.

Esta cuestión de la cita falsificada para hacer aparecer a Tosco dándonos una “lección”, es importante para calificar el método polémico empleado por Germain. Pero, para caracterizar la política de nuestro partido, es mucho más importante la campaña constante de AS, denunciando las elecciones como fraudulentas o la realizada en favor de una lucha por la legalidad del PC y demás partidos de izquierda.

Nuestro “silencio” frente a la dictadura

Pero las falsedades no terminan aquí. También nos acusa de “guardar silencio sobre la existencia de la dictadura, con el pretexto do que, de ese modo, se ‘gana’ la posibilidad de realizar propaganda legal...”.[82]

Es natural que, después de haber “comprobado” que cometimos ese pecado; nos declare culpables de “una inaceptable concesión al electoralismo”. Pero, ¿es que el camarada Germain no nos lee o, lo que es más probable, lo hace con un criterio selectivo? No podemos citar una por una todas las veces que denunciamos la existencia de la dictadura en AS, en nuestros volantes o en intervenciones públicas de nuestros compañeros. Sería una tarea pesada y larga. Esto lo pueden comprobar fácilmente los compañeros que leen español. Desgraciadamente la mayor parte de los compañeros de la Internacional no lo pueden hacer. Es por eso que llamaremos la atención sobre la primera y la segunda preguntas realizadas a Tosco en la entrevista para AS, a su salida de la cárcel. E indicaremos que la defensa de los presos políticos, el llamado a luchar por su libertad y la denuncia de la represión de la dictadura fueron temas permanentes de nuestra prensa y campaña electoral.

Para terminar recordaremos que en plena campaña para lograr la legalidad decíamos en un titular a toda página: “Contra el candidato de Lanusse, candidatos obreros y socialistas” y en otro, “El juego de las proscripciones”, afirmábamos: “El discurso de San Nicolás, que a nosotros no nos sorprende ya que hemos venido denunciando desde estas columnas el sentido del ‘Acuerdo’, no nos puede hacer olvidar las falacias encerradas en el discurso anterior del General Lanusse, en el que sostuvo que en el proceso de institucionalización sólo serán proscriptos los que quieran proscribirse voluntariamente. Ahora sabemos que quedarán al margen del camino quienes no acepten las reglas del juego propuestas. Pero aunque así no fuera, ¿están proscriptos voluntariamente quienes, por imperio de la ley 17. 401 que pena la profesión de ideas, en vigilancia de la propia Constitución, no pueden asomar a la legalidad, y deben renunciar a la acción pública manifiesta?; ¿están proscriptos voluntariamente los funcionarios, profesores y maestros que, por aplicación de esa ley han debido abandonar sus medios de vida e ir a buscar en algunos casos aire respirable en otras latitudes?; ¿están proscriptos voluntariamente los centenares de hijos ejemplares de la clase obrera y del pueblo que permanecen en las cárceles de la República por la voluntad exclusiva del Poder Ejecutivo? ¿Lo están los que cumplen penas impuestas en virtud de leyes que limitan la libertad de pensamiento, aplicadas generosamente por la ‘Cámara del terror’? ¿Lo están las agrupaciones políticas que no han podido vencer aún las trabas que a su acción pone la ley policíaca que reglamenta la actividad de los partidos políticos? ¿Se proscribirán voluntariamente los partidos que no acepten entrar en el acuerdo capitulador que les ofrece la dictadura?”.[83]

“Una y mil veces los trabajadores han demostrado su combatividad. Particularmente, desde 1969 en adelante, el movimiento obrero y popular prácticamente no le ha dado respiro a; la dictadura militar, y la lucha ha obligado a cambiar de gobernantes y de planes políticos. Los estallidos urbanos, las huelgas y las movilizaciones, son permanentes en estos últimos cuatro años. Si los triunfos no han sido todavía mayores no se debe sólo a la brutal represión con que la dictadura defiende los intereses del régimen, ni las maniobras que realiza por medio de sus concesiones retaceadas. Hay un elemento que actúa a favor de la dictadura y que tiene más fuerza que el aparato represivo; es el control frenador y policial que ejercen las direcciones sindicales avaladas por la autoridad de Perón”.[84]

No es necesario dar más citas, ya que esta denuncia permanente de la dictadura fue una campaña constantemente intensificada, que abarcó a los partidos burgueses, especialmente al peronista y a su líder, el General Perón.

Camarada Germain: no creemos que ocultar y tergiversar los hechos, sea el mejor camino para educar a los nuevos militantes de todas las secciones de la Internacional en los métodos del marxismo revolucionario trotskista. Dejemos de lado los procedimientos que no contribuyen a debatir clara y seriamente las posiciones políticas en juego.

¿Hemos capitulado con Perón?

Después de acusarnos de no haber denunciado el fraude gubernamental, Germain nos imputa haber capitulado con Perón y el peronismo. ¿En qué se basa su imputación? ¿Acaso en el conjunto de nuestra campaña electoral, que duró más de seis meses? De ninguna manera. Si hubiera revisado la actividad de esos seis meses no habría tenido más remedio que reconocer que, junto a la denuncia de la dictadura militar, el segundo eje central de nuestra campaña electoral fue el ataque al peronismo desde el punto de vista marxista y proletario. Decenas de artículos y titulares de primera plana de nuestro periódico, así lo demuestran.

Una táctica sacada de contexto

El camarada Germain centra su acusación en la táctica que tuvimos durante un mes, a partir de que Perón volvió al país, y que consistió en el llamado a la izquierda peronista para que le exigiéramos a Perón que aceptara un 80°/o de candidatos obreros. Nosotros llamábamos efectivamente a la izquierda peronista a movilizarse con ese objetivo y por imponer también “un programa de lucha”, aspecto este último curiosamente “olvidado” por Germain. Si la izquierda peronista aceptaba esta condición y que los candidatos obreros fueran elegidos por la base, estábamos dispuestos a apoyar críticamente su lucha.

Para hacer su crítica, Germain, una vez más, separa un elemento de su contexto histórico. Esto es un grave error, porque no hay consignas que sean buenas o malas por naturaleza y en cualquier momento. Por ejemplo, hay pocas consignas de transición tan buenas y útiles como la del control obrero. Pero planteada durante la huelga general francesa en lugar de la de “lucha por el poder”, se transforma en una consigna que obstaculiza al movimiento de masas, que aleja al proletariado de la verdadera tarea inmediata que tiene ante sí, para desviarlo a un callejón sin salida, y hacerle perder una oportunidad histórica de triunfo. Durante el tercer periodo Trotsky criticó incansablemente al stalinismo por usar la consigna de formar soviets (la más importante del programa de transición), en un momento en que las masas no podían llevarla a cabo. Por el contrario, una consigna anodina, tradicionalmente considerada como no marxista, —la de “paz”— pudo ser revolucionaria en una situación concreta: cuando la burguesía rusa y el zar no podían concederla y cuando para las masas, era una necesidad imperiosa. Lo mismo podemos decir del reparto de tierras, consigna pequeño burguesa, que en 1917 se transformó en revolucionaria.

Queda claro, entonces, que la valoración de una consigna depende estrechamente de la situación concreta en que es formulada. Eso es lo que ocurre con nuestra consigna, y es lo que deja de lado el camarada Germain. Ahora bien, ¿cuál era la situación concreta en que nosotros planteábamos esta consigna? o, dicho de otra manera, ¿con base en qué análisis de la realidad lo hacíamos?

Un análisis dinámico del peronismo

Nosotros sostenemos que nuestra táctica fue correcta por la sencilla razón de que se basó en un análisis dinámico del peronismo como fenómeno político. Ese análisis indicaba que el peronismo estaba comprometido con el gobierno militar a imponer un programa reaccionario, es decir que su dinámica era la de no hacer ninguna concesión al movimiento obrero. Eso fue lo que les señalamos a los trabajadores argentinos, cuando les dijimos, como cita Germain: “Nosotros creemos que... Perón defiende a la patronal y que acepta el acuerdo (con los militares) conscientemente”.[85]

Con esa dinámica, era absolutamente imposible que aceptara, no ya un 80% de candidatos obreros elegidos por la base y un programa de lucha. Era imposible que aceptara en sus listas a un solo obrero clasista. La tarea de imponer candidatos obreros y un programa de lucha dentro del peronismo, no la inventamos nosotros; era una aspiración de un sector del movimiento obrero peronista, de su ala más radicalizada. En base a este análisis, la única táctica lógica y correcta era la nuestra: proponerle a la vanguardia peronista una tarea que ella veía como justa pero que no podría cumplir dentro del partido peronista. Si tomaba esta tarea, sus esfuerzos se estrellarían contra la dinámica del partido peronista y de Perón; haría una rica experiencia y terminaría rompiendo con Perón y con su partido:

“¡Exijimos a Perón un plan de lucha por un aumento de $50.000 y un mínimo de $120.000, reajustable cada dos meses y contra la desocupación!”. “¡Pidámosle que entregue el 80% de las candidaturas del partido justicialista para que los trabajadores elijan, entre ellos mismos, sus candidatos!” “Si la culpa (de la política antiobrera del peronismo) no es de Perón, así lo ayudaremos rompiendo el ‘cerco’ de los burócratas. Si, por desgracia, es como nosotros creemos, debemos ser los trabajadores mismos quienes impongamos el plan de lucha y los candidatos obreros”.[86]

Tal como lo previmos, Perón no aceptó la propuesta y, en consecuencia, parte de la dirección sindical peronista de Tucumán rompió con el peronismo, y mantuvo muy buenas relaciones con nosotros.

Esta maniobra táctica debilitó al peronismo, le provocó una grave quiebra en una provincia clave y abrió una perspectiva favorable para nuestro partido y para el movimiento obrero. Y es interesante anotar que recientemente, el sector político peronista más consecuente de izquierda, ha planteado una exigencia muy similar, a la que Perón no contestó, con lo que se produjo una ruptura de hecho.

Todo nuestro planteamiento fue una simple maniobra táctica, que dio buenos resultados. Nunca pretendimos afirmar que un partido burgués dejaría de serlo por el hecho de llevar un 80°/o de candidatos obreros. Más aún, coincidimos con el camarada Germain en que el carácter del peronismo no cambia ni con el 99% de candidatos obreros, ni con un programa de lucha, ni con candidatos elegidos por la base. No cambia porque esos candidatos, aun elegidos por la base y con un programa de lucha, siguen sosteniendo que tienen que estar en el partido peronista, con Perón. Ese solo hecho político —la presencia de Perón y el hecho de que los candidatos crean en él y en la necesidad de aliarse con él— está demostrando que el problema es político y no numérico; es decir, no tiene que ver exclusivamente con la proporción de candidatos obreros. Es político porque tiene que ver con esa creencia en la necesidad de aliarse con un viejo agente de la burguesía. Aunque en el partido el único representante de la burguesía que quedara fuera Perón, y el resto fueran obreros, ese partido seguiría siendo burgués.

Pero, puesto que toda nuestra táctica se basó en que Perón no contestaría a las demandas, cabe preguntarse para terminar, qué habría pasado si nos hubiéramos equivocado. Supongamos que hubiera escapado a nuestro análisis la existencia de una profunda tendencia del movimiento obrero y de la vanguardia a construir un partido de clase; una tendencia suficientemente fuerte como para imponer su mayoría dentro del peronismo, pero todavía débil para llegar al punto crítico de ruptura con Perón y su partido y de construcción de un partido obrero independiente.

Aparentemente, tal fuerza proletaria organizada sería progresiva, porque constituiría la manifestación de esa tendencia del movimiento obrero y su vanguardia. El aspecto negativo -sería la posibilidad de abrir con ella el paso a la contramaniobra de Perón de ceder posiciones tratando de asimilar esa tendencia dentro de su partido, para neutralizarla.

En ese caso, nuestro partido debería hacerse una autocrítica por haber errado en el análisis; debería señalar el aspecto progresivo de ese fenómeno, así como sus limitaciones; debería autocriticarse de haber propuesto a la vanguardia peronista esa tarea; debería poner más énfasis en las limitaciones de su triunfo dentro del peronismo y debería seguir adelante con su política electoral de levantar candidaturas obreras, clasistas y socialistas. Para esto último estaba en perfectas condiciones, dado que no había tomado ningún compromiso de apoyar al peronismo.

¿Cuántos burgueses se necesitan para hacer un frente popular?

Es lamentable que tanto Germain como la dirección de la sección francesa no compartan con nosotros esta concepción trotskista ortodoxa de los partidos, los frentes, etcétera. Si Germain considera una claudicación que hayamos llamado a la vanguardia peronista a luchar por imponer un 80°/o de candidatos obreros en el justicialismo, y que nos comprometiéramos a apoyar esa lucha (nunca apoyamos electoralmente al peronismo ni nos comprometimos a ello), no entendemos por qué no critica a los camaradas franceses por haber apoyado electoralmente al Frente de Izquierdas. Para los camaradas franceses, evidentemente, el Frente de Izquierdas no fue un frente popular, puesto que jamás lo denunciaron como tal, sino que lo calificaron de “proyecto reformista global”. No entendemos por qué, para Germain, un frente con un 99. 9% de candidatos obreros (socialistas y comunistas), un 0, 01°/o de candidatos burgueses y un programa “reformista” —éste es el caso del Frente de Izquierdas—, deja de ser un frente popular, si el peronismo, con un 80°/o de candidatos obreros y un “programa de lucha” no habría dejado de ser un partido burgués. Para nosotros, el primero seguía siendo un frente popular y el segundo un partido burgués.

No entendemos el razonamiento de los camaradas franceses según el cual la unidad política con la burguesía no es tal si en ella hay pocos burgueses. De la misma manera que el peronismo, con un 99°/o de candidatos obreros, más un programa de lucha y Perón, habría seguido siendo burgués, el Frente de Izquierdas con un 99% de candidatos obreros, un 0, 01% de candidatos burgueses y un programa reformista siguió siendo un “frente popular”. La gran diferencia entre nuestra política y la de la sección francesa es que, en tanto que nosotros no nos comprometimos a apoyar al peronismo, ni aun en las mejores condiciones, los camaradas franceses se la pasaron criticando al Frente de Izquierdas, pero terminaron apoyándolo.

El Frente de Izquierdas francés fue algo parecido al frente popular español: no había en él ningún sector burgués importante, sino una sombra política de la burguesía. Así como no se cansó de denunciar al frente popular español, Trotsky no se cansaría de denunciar que el Frente de Izquierda francés también fue un frente popular.

¿Por qué motivo los frentes populares no dejan de serlo ni aun cuando no participan en ellos fuertes sectores burgueses? Muy sencillo: porque el stalinismo construye sus frentes populares con los burgueses que en ese momento los quieren construir.

En Francia, como antes en España, esos burgueses eran pocos. Pues bien, lo construye con esos pocos. Por eso, lo importante es la probable dinámica de esa coalición.

Así como nosotros hicimos nuestro análisis dinámico y previmos que el peronismo no podía aceptar las candidaturas obreras elegidas por la base y el programa de lucha, suponemos que los camaradas franceses también habrán hecho un análisis dinámico del Frente de Izquierdas. Vale decir, se habrán preguntado cuál era su futuro. Lo que no conocemos es la respuesta precisa a esta pregunta. Pero sí podemos dar la nuestra: la dinámica del Frente de Izquierdas es la de constituirse, apenas tenga condiciones objetivas favorables, en un frente popular con toda la barba, con cuanto partido burgués quiera entrar en él. ¿Coinciden los camaradas franceses en que ésta es la perspectiva del Frente de Izquierdas? Si no ésta, ¿cuál es? Nosotros afirmamos que el Frente de Izquierdas francés preanuncia la dinámica de convertirse en un frente popular hecho y derecho (no en un frente popular con una sombra política de la burguesía como es ahora). Esta definición parte de la política general, histórica, del stalinismo. Y esa política no es otra que la de construir frentes populares, o unidades nacionales con las burguesías nacionales, para frenar la revolución y lograr un gobierno amigo de la URSS. Los camaradas de la mayoría, ¿conocen algún otro objetivo histórico del stalinismo? Si lo conocen, deben precisarlo claramente. El objetivo histórico del stalinismo no es sino el que señalamos. Por lo tanto, el Frente de Izquierdas francés es solo un paso táctico, electoral, dentro de la estrategia stalinista de construir frentes populares. Por otra parte, esta táctica de construir frentes populares electorales como antesala de gobiernos frente-populistas democrático burgueses, no es exclusiva del stalinismo francés; es una táctica mundial del stalinismo.

Cuando los camaradas franceses caracterizaron que el Frente de Izquierdas no era un frente popular porque había en él pocos burgueses, cometieron un gravísimo error, que los condujo luego a otro peor: cayeron en el oportunismo y le hicieron el juego a la política frentepopulista del stalinismo francés. Por eso, no puede menos que extrañarnos que, con semejante política en Francia, los camaradas de la mayoría hagan tanto escándalo por nuestra táctica electoral de un mes frente al peronismo.

El Frente Amplio en Uruguay

Pero el escándalo no se limita a eso: los camaradas de la mayoría también nos acusan de haber cedido a la presión burguesa y stalinista en el Uruguay, por apoyar al Frente Amplio en las últimas elecciones.

Nosotros sostuvimos que, cuando se nos obligó a votar por Seregni y otros candidatos burgueses para poder permanecer en el Frente Amplio, debimos habernos retirado, haciendo un escándalo soberano. Creemos que haber entrado al Frente Amplio fue un acierto porque nos facilitaba el trabajo sobre el movimiento de masas. El error de los camaradas uruguayos no fue haber entrado, sino no haber salido a tiempo, apenas la dirección burguesa intentó imponernos su disciplina.

Pero decimos que fue un grave error, y no una traición, porque los camaradas uruguayos, como lo ha demostrado Hansen con abundancia de citas, realizaron una denuncia principista del Frente Amplio.

Los camaradas uruguayos cometieron su error en el marco que les impuso la disyuntiva de permanecer en el frente y votar a los candidatos del mismo (la orientación equivocada) o verse obligados a salir del mismo haciendo un gran escándalo (la orientación correcta). El oportunismo de los camaradas uruguayos tuvo, al menos, una razón de peso: su trabajo contra el Frente Amplio desde dentro del mismo. El de los camaradas franceses fue, en cambio, un oportunismo gratuito: apoyaron al Frente de Izquierdas desde fuera, sin tener siquiera como excusa que dicho apoyo era formalmente necesario para hacer desde adentro un trabajo para destruirlo.

Ahora veamos qué hizo la sección francesa. En Francia no estábamos constreñidos por exigencias tácticas de ningún tipo, ni estábamos practicando entrismo en ningún partido reformista. No nos arriesgábamos a perder absolutamente nada si no votábamos al Frente de Izquierdas. Con no votar a los candidatos burgueses estaba todo solucionado. Pese a ello votamos por el Frente de Izquierdas.

Pero los dos errores, tanto el de los camaradas uruguayos como el de los franceses, son graves errores, de ninguna manera una traición. Lo que sí es una traición es apoyar electoralmente a un frente popular o a un movimiento nacionalista burgués sin denunciar que su existencia es una traición al movimiento obrero. Es decir, el voto en sí es para nosotros un problema táctico y no principista; lo que es principista es la política, y ésta debe ser de denuncia implacable de todo frente popular o nacionalista donde esté la clase obrera, como una traición de los partidos obreros reformistas que los promueven.

Los camaradas uruguayos cumplieron ampliamente con esta política principista. Nosotros, en la Argentina, también! hicimos una implacable campaña de denuncias del peronismo y del aborto de frente popular que intentó concretar el stalinismo vernáculo a través de la Alianza Popular Revolucionaria. ¿Hicieron lo mismo los camaradas franceses?

Los camaradas franceses (con el apoyo de toda la mayoría) han hecho una campaña en la que denuncian al Frente de Izquierdas en todos los tonos. Esto es correcto. Pero el único tono que les faltó (y en lo que también los apoyó la mayoría) fue el que indicaba que el Frente de Izquierdas era un frente popular en potencia, un organismo enemigo de los intereses de la clase obrera.

Si nuestra caracterización sobre la dinámica del Frente de Izquierdas es correcta, si éste no es más que la táctica electoral del Partido Comunista Francés dentro de su estrategia de construcción de frentes populares, si nuestra sección francesa no denunció esta dinámica que va a adquirir el Frente de Izquierdas, si lo apoyó en las elecciones (como lo hizo), podemos sacar, desgraciadamente, una sola conclusión: nosotros hemos votado en Francia sin denunciar como tal, la táctica electoral de la estrategia del Frente Popular. Este oportunismo tuvo la aprobación y el aliento de los camaradas de la mayoría. ¿No le parece al camarada Germain que, para criticar (aun si tuviera razón) una faceta secundaria de nuestra política electoral, debería comenzar por autocriticarse por haber defendido las barbaridades que hicieron en Francia?

Pero hay algo más. El camarada Hansen hizo la crítica pública a la táctica electoral de los camaradas uruguayos, contra nuestra opinión de que, antes de la crítica pública a ellos había que hacer una a los camaradas bolivianos, o, mejor aún, no hacer ninguna crítica pública. ¿No le parece suficiente al camarada Germain, con que los camaradas uruguayos hayan aceptado esa crítica? ¿Qué más quiere? Nosotros esperamos de su parte una actitud parecida a la de Hansen frente a la táctica electoral de la sección francesa.

¿Debimos presentarnos a elecciones?

Según Germain, hemos actuado en la Argentina como si nos encontráramos en “Gran Bretaña antes de 1914 o en los Estados Unidos en 1938 o en 1946”. Para él, la situación de nuestro país es similar a la de España y Francia en 1936. Todas las analogías son peligrosas. En la situación del proletariado argentino, y, por ende, en la situación objetiva argentina, existe una aguda contradicción, quizás única, pero que, en todo caso, hace imposible la comparación con los países citados por Germain.

El movimiento obrero argentino es peronista y reconoce como su principal líder político-sindical a un dirigente burgués: el general Perón. Sin embargo, al mismo tiempo tiene un alto grado de combatividad y de organización sindical. Superar esta contradicción, vale decir, emparejar el desarrollo político de la clase obrera con el nivel alcanzado por su organización sindical y sus luchas, es la principal tarea que hoy tienen planteada los revolucionarios en la Argentina. Esto significa que la gran tarea histórica en esta etapa consiste en lograr la independencia política del movimiento obrero. En ninguno de los países que nombra Germain (en la época que él indica) estaba planteada esa tarea, ya que el proletariado tenía sus organizaciones políticas de clase.

Naturalmente, la independencia política del movimiento obrero sólo se podrá lograr a través de la movilización de la clase. Pero esto no significa que no podamos utilizar las elecciones y la legalidad burguesa para apoyar, y en la medida de lo posible dirigir, estos dos procesos combinados pero no idénticos: la independencia política y las movilizaciones de la clase obrera.

Lo repetimos: las analogías son peligrosas, porque ponen el acento en las semejanzas y dejan de lado las diferencias, que pueden ser más importantes que aquéllas. Conociendo el riesgo nos atrevemos a hacer una: más que a la de España o la de Francia en 1936, la actual situación argentina parece similar a la de España en 1931. Trotsky señalaba que se abría una etapa revolucionaria, pero, como las masas aún tenían gran confianza en los partidos y el parlamento de la burguesía, era imperioso actuar en las elecciones y acompañar el aprendizaje de las masas en el parlamentarismo burgués, participando en las “Cortes”. El hecho de que la situación fuera revolucionaria o prerevolucionaria no era óbice para la intervención en las elecciones. Por el contrario, lo hacía más necesario. El stalinismo se oponía a esta posición de Trotsky, planteando el armamento del proletariado. Oigamos cómo los calificaba Trotsky:

“Lanzar la consigna de armamento de los obreros en contra de las realidades de la vida política que alcanzan en lo más profundo a las masas, es aislarse a sí mismo de las masas, y, al mismo tiempo, alejarlas del empleo de las armas.”[87]

¿Por qué era correcto en medio de la revolución boliviana?

Pero hay una analogía que a Germain ni se le ocurre mencionar: la de Bolivia entre los años 52-56. Durante esos años, existieron allí milicias obreras; estaba planteada la posibilidad de una insurrección obrera y campesina que impusiera “todo el poder a la COB con sus milicias”. Era una situación mucho más aguda que la existente en la Argentina después del Cordobazo. Al fin y al cabo las masas bolivianas por medio de una insurrección habían derrotado completamente a la dictadura militar y se habían quedado con las armas. En una situación así, mucho más revolucionaria que la de la Argentina, la dirección de nuestra internacional sistemáticamente planteaba para Bolivia la presentación en las elecciones. El IV Congreso de la Internacional con el beneplácito o la pluma del camarada Germain aconsejaban en 1954 para Bolivia una: “campaña por elecciones generales con derecho a voto de todos los hombres y mujeres mayores de 18 años para elegir una asamblea constituyente y la presentación de listas obreras de la COB en estas elecciones”.[88]

Y esta analogía se extiende a junio de 1956, cuando el POR se presentó a elecciones a pesar del carácter de la estafa.

Estas analogías son bastante ilustrativas. Sin embargo, los camaradas de la mayoría se niegan a contestar categóricamente nuestra pregunta sobre si debíamos o no presentarnos a las elecciones. Para ellos, presentarse a las elecciones no es lo decisivo; lo decisivo es la política con que nos presentamos a ellas. Esta es una forma incorrecta de encarar el problema.

Sin participación no había política correcta

¿Qué significado tiene la afirmación de Trotsky que ya citamos, de que no se deben lanzar consignas que estén “en contra de las realidades de la vida política que alcanzan en lo más profundo a las masas”?

¿Quiere decir acaso que, porque las masas estén ilusionadas con las elecciones, debemos dejarnos arrastrar por el electoralismo? Trotsky jamás planteó esto. Lo que Trotsky plantea es que sólo a partir de esos procesos políticos reales podemos concretar nuestra política.

Es decir, si las masas están ilusionadas con las elecciones, si en todos los lugares de trabajo se discute acerca de ellas, si incluso (como fue el caso de la Argentina) se frenan las movilizaciones por la expectativa de que las elecciones (o el peronismo triunfante en ellas) solucionen los problemas; si ocurre todo esto, la única manera de formular nuestra política es a partir de esa cuestión —las elecciones— que ha acaparado la atención del movimiento de masas.

¿Cambian por ello las consignas más generales de la etapa? No; no cambian, pero ahora sólo podemos formularlas a partir de las elecciones. La participación en elecciones es el punto de Partida obligado para denunciar que son una trampa, para plantear que la única vía es la movilización y para insistir en la necesidad de un partido obrero independiente de la burguesía. Si no participamos en ellas, nuestro diálogo político con el movimiento de masas queda cortado. Podemos decir exactamente mismas cosas sin participar en el proceso electoral, pero las masas, embarcadas en él, no nos escucharán.

Por lo tanto, es una obligación de los revolucionarios participar en las elecciones cuando las masas aún confían en ella Esto es lo primero que hay que definir; ésta es la base para darse una política correcta. No importa en qué etapa de la lucha de clases estemos.

Lo que les pasó a las sectas argentinas

En nuestro país hubo varias organizaciones marxistas (Política Obrera, los maoístas, el ERP), que dijeron, al igual que nosotros, que las elecciones y el parlamentarismo eran un engaño y que había que seguir adelante con las movilizaciones. Pero no lo dijeron a partir del proceso electoral en el que estaban embarcadas las masas, sino desde fuera de él. Los resultados están a la vista: estas organizaciones no pudieron hacerse entender por las masas ni por la vanguardia obrera; parecían marcianos que hablaban en un lenguaje distinto y sobre temas distintos a los que las masas discutían; salieron de las elecciones mucho más debilitados que antes, y al borde de su liquidación política. En cambio, diciendo en general lo mismo que ellas, con el agregado de la necesidad de un partido obrero independiente (formulado a través de los candidatos obreros), las elecciones fueron uno de los puntos claves del desarrollo y crecimiento de nuestro partido; significaron un salto cualitativo.

Los camaradas de la mayoría razonan igual que estas sectas argentinas que mencionamos: lo importante es la política y presentarse a las elecciones es una cuestión secundaria. En eso reside su error. Para nosotros es exactamente al revés: en ese momento concreto, sólo presentándonos a las elecciones podíamos formular nuestra política. Si no nos presentábamos no podíamos formular ninguna política correcta porque nos poníamos en contra “de las realidades de la vida política que alcanzan en lo más profundo a las masas”.

Podíamos decir las mismas cosas pero nos transformábamos en un grupúsculo sectario de propaganda, ajeno al problema concreto, inmediato, presente, de las masas argentinas. Y, peor aún, dejábamos que las masas fueran arrastradas, sin ninguna oposición, por los partidos burgueses, dejándolas huérfanas de una posición de clase frente al problema más importante para ellas en ese momento, el proceso electoral.

Por eso insistimos: en la Argentina no podía formularse ninguna política revolucionaria si no era a partir de presentarse a las elecciones: Esa era la cuestión estratégica que primero debíamos resolver y la resolvimos. Veamos ahora con qué tácticas nos presentamos en ellas.

Nuestra táctica electoral y las movilizaciones

El camarada Germain ha hecho graves cargos contra nuestra organización. Principalmente, uno: que nuestra actividad central, en una etapa prerrevolucionaria plagada de movilizaciones obreras y populares, ha sido la electoral y no las movilizaciones. Así dice que nuestro eje era “la cuestión de candidatos independientes de la clase obrera en elecciones fraudulentas bajo una decadente dictadura y no la cuestión de cómo voltear a la dictadura (cómo generalizar los cordobazos hasta un argentinazo),...[89]

No sabemos de dónde, saca esto el camarada Germain. Examinemos nuestros documentos electorales (publicados en un folleto) y nuestra plataforma electoral. En el documento votado el 17 de diciembre de 1972, existe todo un capítulo titulado “Utilizar las elecciones para explicar la necesidad de un argentinazo”. Allí decíamos: “Por eso. las grandes consignas de nuestra campaña electoral deberán ser: ¡Por la libertad de los presos políticos y sociales conexos! ¡Por las libertades democráticas, por la derogación de todas las leyes represivas! ¡Abajo el actual gobierno militar! ¡Abajo el gobierno burgués de turno! ¡Hagamos el argentinazo para liberarnos definitivamente del imperialismo y el capitalismo!”[90]

Y aclaramos más adelante: “No queremos los muertos y heridos de los cordobazos, pero debemos prepararnos para ello; porque serán inevitables, ya que los explotadores nos obligarán a ello”.

Nuestra plataforma electoral y nuestra utilización de la televisión

Por resolución del partido de la misma fecha, la plataforma electoral constó de siete puntos. Esta resolución recibió amplia publicidad y fue publicada en el mencionado folleto. Los siete puntos eran:

“1) Libertad a los presos políticos y sociales conexos; 2) Por las libertades democráticas, abajo la legislación represiva; 3) Abajo el gobierno militar; 4) Fuera el futuro gobierno capitalista; 5) Resistamos la represión imperialista y capitalista con un argentinazo que imponga un gobierno obrero y popular; 6) No vote militares, ni burócratas sindicales, no vote doctores, ni tampoco patrones. Vote por sus compañeros, vote candidatos obreros; 7) No vote por los candidatos patronales de Coria y Miguel” (los dos burócratas sindicales más importantes y conocidos en ese momento: Coria de la construcción y Miguel de metalúrgicos).[91]

De acuerdo a las disposiciones de la ley electoral, el gobierno nos concedió dos horas por televisión. Esas dos horas giraron alrededor de una sola idea: todo lo que tenemos se lo debemos al Cordobazo y a las movilizaciones obreras y populares (la exposición se acompañaba con la proyección de películas de esas movilizaciones); por lo tanto, las elecciones son un fraude que nos lleva a una vía muerta, y lo que hay que hacer es un “argentinazo”, una insurrección obrera y popular que voltee al gobierno.

Nuestra campaña electoral y las luchas obreras

Pero hay algo más importante y mucho más concreto. En la época de la campaña electoral, se realizaba la renovación de los convenios colectivos de trabajo. El partido previo que las más importantes movilizaciones obreras se producirían alrededor de esta renovación. La conclusión fue obvia: impedir que las elecciones desviaran a la clase obrera de sus luchas, como era el plan de la burguesía y la burocracia sindical. Evidentemente, tomamos la realidad de la lucha de clases. Hay multitud de citas; tomaremos una de entre tantas. En el documento “Hagamos una campaña socialista revolucionaria”, decíamos: “La gran consigna nacional del partido en este momento debe ser: impidamos que las elecciones desvíen a la clase obrera de la lucha por buenos convenios y por aumento sustancial de sueldos”. “Nuestro planteo tiene que ser: las elecciones están provocando una borrachera que hace olvidar a la clase obrera sus verdaderos grandes problemas concretos, en este momento, los salarios de hambre...”[92]

Y en un capítulo especial titulado “La campaña electoral y los conflictos obreros”, agregábamos: “Este es el eje esencial de nuestra campaña electoral, con su consecuencia práctica: tendremos que meternos en todos los conflictos por los convenios que surjan durante esta etapa. La actividad electoral no debe ser motivo para que nos alejemos de los conflictos; al contrario, la campaña deberá permitirnos detectar y participar en muchos más conflictos que los acostumbrados. Si actuamos así, nuestra campaña no será electoralera; si no, a pesar de todas las frases revolucionarias que empleemos, estaremos desviándonos de las experiencias y luchas reales de nuestra clase al propagandismo”. “Sintetizando, podemos decir que la campaña electoral no significa abandonar la típica actividad del partido en las luchas concretas de la clase obrera, desde los aumentos de salarios a los cordobazos, sino ampliar y desarrollar la enorme experiencia que tenemos en este tipo de lucha”.[93]

•La campaña electoral fue la milimétrica aplicación de estas resoluciones. En su transcurso, se multiplicó enormemente la ligazón del partido con los conflictos obreros. Nuestros militantes tuvieron un papel destacado en la lucha por los convenios, así como en otra cantidad innumerable de batallas parciales, por fábrica o por gremio. Citemos unos pocos de los muchos ejemplos posibles. En el gremio metalúrgico, se produjo una movilización muy importante contra los descuentos que la dirección dispuso efectuar sobre el monto de los aumentos de salarios pactados con la patronal. Nuestro partido estuvo en primera fila en esa movilización que abarcó numerosas fábricas. En la planta siderúrgica más importante del país, la de SOMISA en San Nicolás, el candidato a intendente por nuestro partido encabezó la ocupación de la planta, contra los métodos de matonaje de la burocracia sindical. En la larga huelga de la fábrica de plásticos Panam, en Tucumán, un dirigente del partido fue elegido para formar parte del Comité de Huelga, pese a no ser obrero de la planta. No es casual que, en los últimos días de la campaña electoral, la autoridad máxima de la burocracia sindical, el secretario general de la CGT, José Rucci, atacara violentamente a nuestro candidato presidencial en un telegrama que le envió, cosa que no hizo con ningún otro candidato.

Una vez más: ¿Había o no que participar en las elecciones?

Queda claro, entonces, que no es cierto que hayamos hecho de la participación en “las elecciones... el principal eje de nuestra actividad política”, como afirma el camarada Germain. Por el contrario, utilizamos la actividad electoral como un arma más en la lucha de clases. El problema es político, pero el camarada Germain no lo responde. Ni siquiera se lo plantea. ¿Era obligatorio para un partido trotskista argentino utilizar la legalidad y las elecciones, hasta el máximo de las posibilidades? ¿Había que presentarse a elecciones? El camarada Germain responde con evasivas y generalidades: en general y en principio, no es incorrecto presentarse a elecciones. La pregunta es: en el caso concreto de la Argentina, ¿había que hacerlo o no, camarada Germain?

Porque las situaciones son concretas y hay que darles respuestas concretas.

Una de las políticas básicas de un partido trotskista es utilizar la legalidad y las elecciones, ¿nosotros aplicamos esa política básica o no, camarada Germain? El PRT(C) ¿hizo bien o hizo mal al no aplicarla? Sólo después de dar respuesta categórica a estos interrogantes, podremos iniciar la discusión sobre nuestra táctica electoral y sobre nuestras consignas. Recién entonces, podremos discutir si estuvo bien o mal centrar la propaganda electoral en la denuncia de la dictadura y la necesidad de voltearla, en la derogación de la legislación represiva y en la necesidad del “argentinazo”; si estuvo bien o mal centrar nuestra actividad en la lucha de clases, subordinándole la campaña electoral, y combinándolas.

Porque, si hicimos mal en presentarnos a elecciones, también tienen que haber sido malas las consignas y la orientación del trabajo, alrededor de esas elecciones. No importa que esas consignas y esa orientación fueran buenas en mismas. Pero, si hicimos bien, si había que presentarse a elecciones, hemos acertado en lo decisivo, en la respuesta concreta a una situación concreta, aunque quizás podamos haber errado en las consignas y en la orientación del trabajo, que fueron las mismas que el camarada Germain pregona como correctas.

La política guerrillerista de la mayoría

Mientras nos orientábamos hacia la utilización de la legalidad y la presentación en las elecciones, para mejor intervenir en el movimiento de masas, el PRT(C) desarrollaba una orientación radicalmente opuesta: la guerrilla urbana y el terrorismo. En esa orientación, contaba con el entusiasta apoyo de la mayoría de la Internacional.

Las críticas llegan muy tarde

Ahora, cuando ya es evidente para todo el movimiento el desastre de tal orientación, el camarada Germain intenta criticarla con retroactividad. Ahora nos dice que fue un error que el PRT(C) se haya dedicado, después del segundo cordobazo, a construir un ejército revolucionario. Para el camarada Germain, Pues, la política del PRT(C) comenzó a ser equivocada desde comienzos de 1971. Sin embargo, los dirigentes de la mayoría aplaudieron esta política en aquel momento y no supieron criticarla oportunamente. Oigamos al camarada Maitán, dirigente, junto al camarada Germain, de la tendencia mayoritaria: “la perspectiva estratégica de los compañeros argentinos es la que fuera establecida por el Noveno Congreso Mundial de la Cuarta Internacional, elaborada y precisada por los últimos dos congresos nacionales del PRT”.[94]

Los congresos nacionales a que se refiere el artículo fueron los que, varios meses antes del segundo cordobazo, votaron construir el Ejército Revolucionario del Pueblo, resolución que hoy pasados tres años, el camarada Germain encuentra equivocada.

Un balance entusiasta de la actividad del ERP

Para que no queden dudas sobre cuál era la posición de la mayoría ante la orientación que imprimía a su actividad la sección oficial argentina, citemos el resumen de las acciones que el PRT(C) realizaba en el período de la grandes movilizaciones de las masas argentinas, extraído del mismo artículo:

“Estas acciones, que han ocurrido en rápida sucesión desde principios de año, especialmente en febrero y la primera quincena de marzo y han causado gran impresión sobre la prensa burguesa diaria y semanal, pueden ser divididos en las siguientes categorías:

a) Acciones que apuntan a la adquisición de fondos mediante expropiaciones llevadas a cabo en la vieja tradición bolchevique (el golpe más espectacular fue en Córdoba, y según la prensa argentina, rindió a sus organizadores un saldo de $121.000.000).

b) Acciones que apuntan a la adquisición de armas y medicamentos (el golpe más espectacular fue en una clínica de Buenos Aires).

c) Acciones que apuntan a ganar la simpatía de los estratos más necesitados mediante la entrega de comida (carne, leche, etcétera) que se toman a las grandes firmas distribuidoras.

d) Acciones ligadas a las luchas obreras (la más importante hasta el momento fue la que llevó a cabo un destacamento armado que invadió la fábrica Fiat de Córdoba y llamó a una reunión allí).”[95]

El representante de la mayoría no puede contener el entusiasmo ante este balance:

“Todas estas acciones han alcanzado efectivamente su objetivo de propaganda armada. En este momento, el ERP es la organización revolucionaria más conocida y ha ganado una simpatía muy amplia —incluso en algunas fábricas grandes”.[96]

Y esto fue publicado para la época del segundo cordobazo, es decir, cuando ya se había producido la orientación equivocada del PRT(C), según ha venido a descubrir ahora el camarada Germain. ¿Orientación equivocada? Sin duda. Pero la mayoría no puede negar su parte de responsabilidad por esa orientación y su apoyo total a ella. Escogemos tres ejemplos, dados por los tres dirigentes principales de la mayoría después del segundo cordobazo, para demostrar cómo recién ahora critican al PRT(C)y al ERP.

En junio de 1971, meses después del segundo Cordobazo, Maitán escribía:

“Toda la Internacional debe sentirse feliz frente al hecho que, en el período que va desde los fines del año pasado hasta los primeros días de junio de 1971 —después de su propia reconstrucción y las dificultades que otros grupos tuvieron que enfrentar— el ERP, fundado por el PRT, surgió como la más dinámica de las organizaciones que llevaban a cabo la lucha armada en la Argentina, capaz de desatar una amplia gama de acciones, con un ritmo acelerado y segura efectividad. ¿Serían éstas las acciones que no van de acuerdo con los criterios del marxismo revolucionario, del leninismo?”[97]

También Pierre Frank, meses después del segundo Cordobazo, hizo su evaluación general de la línea política del PRT. En agosto de 1971, escribió:

“En lo que hace a las actividades de nuestros camaradas de la sección argentina, el PRT y su organización armada, el ERP, no los consideramos ultraizquierdistas. Pensamos que su política corresponde en gran medida a las necesidades actuales de la lucha de clases en su país.”[98]

Germain en abril de 1972, un año después del segundo Cordobazo, todavía declaraba su acuerdo con la orientación general del PRT hacia la lucha armada. He aquí lo que escribió:

“Luego, afirmando nuestro acuerdo con la orientación general del PRT de desarrollar la lucha armada mientras expresamos la esperanza de que nuestros camaradas encontrarán la forma de ligar la lucha de la manera más íntima al desarrollo de la lucha de masas, con una orientación política clara hacia la revolución socialista y proletaria, contra todo concepto de una revolución por etapas.”[99]

Finalmente, Maitán, Germain y Frank resumieron su evaluación del PRT-ERP en la resolución votada en diciembre de 1972, más de un año y medio después del segundo Cordobazo. Ellos caracterizaron las acciones del PRT-ERP como que elevaban el nivel de “... lucha armada en América Latina después de la Revolución Cubana, en la medida en que iban en el sentido de una integración de la lucha armada en la dinámica concreta de la lucha de masas.”[100]

Para Frank, Maitán, Germain y el POR(C), que en un CC celebrado en Bolivia en abril de 1971 sacaba una resolución “para apoyar todas las acciones del PRT y el ERP”, el PRT-ERP llegó a un nivel de lucha armada más elevado que el de las masas dominicanas, cuando resistieron la invasión de 30. 000 marines norteamericanos, o el de las luchas armadas que se dieron en el movimiento campesino de masas peruano dirigido por Hugo Blanco.

Lo anterior es la prueba documental de las posiciones de los dirigentes de la tendencia mayoritaria del CEI “luego del segundo Cordobazo” en cuanto a la “lucha armada” del PRT-ERP.

Del guerrillerismo al sindicalismo revolucionario ultraizquierdista de la huelga general “en sí”

Hoy, el camarada Germain trata de desligarse de los fracasos, descargando sobre Maitán la responsabilidad de los viejos entusiasmos por el PRT(C). También se lava las manos respecto de si era o no correcto presentarse a elecciones. A pesar de estas vaguedades, indirectamente nos da una respuesta-programa para nuestro país. He aquí ese programa:

“Pero, en una situación prerrevolucionaria, un marxista revolucionario no le dice a los obreros que tener candidatos obreros en una elección es un paso adelante. El debería decirles: ‘Si la dictadura está retrocediendo, es como resultado de vuestras poderosas luchas extraparlamentarias, como resultado de seis cordobazos y de la aparición de grupos dedicados a la lucha armada. Continúen por ese camino. Construyan comités locales de fábrica, y barriales para organizarse en forma permanente para vuestras movilizaciones. Comiencen a unificar a todos los sindicalistas, estudiantes, mujeres y militantes radicalizados que estén listos para unirse en estos preparativos. Coordinen nacionalmente las fracciones clasistas dé los sindicatos y líguenlas con los comités de vanguardia. Inicien vuestro armamento. Cuídense de una continuación o una rápida vuelta a violentas represiones y confrontaciones. No cedan a las ilusiones parlamentarias. El capitalismo argentino no puede garantizarles un significativo aumento en el nivel de vida. Es por eso que la lucha de clases se agudiza cada día. Esa es la razón por la cual tienen que continuar en la ruta de los cordobazos. Cualquier retroceso que emprenda el ejército hoy, sólo será temporario. Son inevitables grandes choques con el ejército. No lo enfrenten en forma espontánea y desorganizada. Prepárense y organícense para ello. Preparen una huelga general insurreccional’.”[101]

Este programa, tan cuidadosamente desarrollado, nada tiene que ver con nuestro país. No dice una palabra de la CGT y de los sindicatos, con sus dirigentes podridos y traidores. Ni una palabra sobre el peronismo, sobre Perón y sobre su presentación a elecciones. ¡Ni siquiera menciona el hecho de que la clase obrera cree en Perón y que lo apoyará masivamente en su presentación a elecciones!

Un programa que nunca se encontró con su realidad

Lamentablemente para el camarada Germain, la realidad argentina no coincide en absoluto con su esquema... El movimiento obrero está sólidamente organizado en los sindicatos y, en el plano político, sigue a Perón. Cuando el camarada Germain habla de los cordobazos (y suponemos que engloba a las movilizaciones de Rosario, Tucumán y Mendoza, ya que de otro modo no sabemos cómo llega a contar seis), olvida que esas luchas se originaron en llamamientos a huelgas y concentraciones que realizaron las organizaciones tradicionales del movimiento obrero: los sindicatos y las regionales de la CGT. Esas movilizaciones fueron producto de una especial combinación de circunstancias, de las cuales una de las más importantes fue que Perón, sectores de la burocracia sindical, importantes sectores de la burguesía y toda la clase media, estaban en contra de los gobiernos milita-res. Esto se reflejó, incluso, en una división en las propias filas del ejército. A partir de Lanusse, esos sectores burocráticos y toda la burguesía, se orientaron hacia las elecciones, arrastrando a la clase media y a la clase obrera. Por eso, los cordobazos fueron decreciendo y ya no se repitieron con la misma agudeza del primero. El problema de la dirección del movimiento obrero comenzó a pasar a primer plano. La combinación extremadamente favorable de circunstancias pasó, especialmente al repudio total de la clase media y el proletariado hacia los gobiernos burgueses, expresados en el régimen militar. Antes de las elecciones se abrió una etapa de renovada confianza en los gobiernos burgueses o, por lo menos, en la mecánica electoralista burguesa, como consecuencia de la confianza en Perón.

Germain nos pregunta cómo fue que la Argentina estaba madura para la insurrección generalizada en mayo de 1970 y no está madura al comienzo de 1972. Con esto, cree que ha encontrado una contradicción en nosotros. Pero debemos contestarle que las cosas ocurrieron así; que cambiaron las circunstancias, porque Perón (dirigente indiscutido, no lo olvidemos, de las masas argentinas) entró al juego electoral y, de ese modo, desvió a las masas del enfrentamiento extraparlamentario con el régimen al enfrentamiento electoral.

Por supuesto, esto no significa que la situación haya cambiado a escala histórica. El cambio es coyuntural, ya que el proceso molecular continúa. Pero, si queremos ayudar a que madure, tendremos que acompañar el nuevo aprendizaje del movimiento de masas, el agotamiento de la experiencia de “su” gobierno y de “su” candidato, Perón. No hay otro camino.

Una “huelga general insurreccional” estilo anarcosindicalista

Lo que más llama la atención en el planteo del camarada Germain es su carácter centrado exclusivamente en la cuestión de la organización y de la preparación de la huelga general, sin consignas o propuestas de ningún tipo, a menos que se consideren como tales observaciones programáticas de tipo general o enseñanzas tradicionales de la lucha de clases.

Porque, ¿quién va a “preparar la huelga general”? Y, ¿con qué objetivo? ¿Para voltear al gobierno? ¿Quién tendrá que reemplazarlo? ¿Hay que “organizar” y “preparar” una huelga general sin consignas de ningún tipo que tengan relación con la lucha de clases en el país? Si la huelga general hubiera tenido que ser contra el fraude electoral, ¿habría que haberla llamado para lograr que Perón se presentara a elecciones, dado que el gobierno militar no se lo permitía?

Si es así, ¿por qué no se dice esto claramente? Si no es así, ¿habría que haber llamado a la huelga general insurreccional por cualquier otro objetivo, ignorando la realidad del peronismo y las elecciones? En tal caso, ¿tendría el camarada Germain la amabilidad de indicarnos cuál podría ser ese objetivo capaz de movilizar al proletariado para la huelga general insurreccional dejando de lado a sus organizaciones sindicales y a su dirección política? Pero si la huelga general es insurreccional para reemplazar al gobierno, se nos plantea el problema de la política hacia la clase media: ¿la pasamos a nuestro lado o la neutralizamos? ¿Con qué consignas? ¿La dejamos liberada a su propia suerte?

¿Quizás, el objetivo sea el poder para los comités fabriles, locales y barriales? Pero esos comités hay que empezar por construirlos (como nos dice el propio camarada Germain), y damos fe de que no han sido construidos en ninguna parte, ni hay esbozos siquiera de esa nueva forma organizativa. ¿Qué hacer, entonces? ¿Llamar a esos organismos inexistentes a “preparar” y lanzar la huelga general insurreccional, o esperar a que se hayan desarrollado y se hayan fortalecido antes de cargarlos con semejante tarea? Mientras tanto, ¿qué hacemos con las únicas organizaciones obreras existentes: la CGT y los sindicatos? ¿Tienen algún papel qué cumplir? Puesto que las fracciones sindicales clasistas son muy débiles, ¿pueden llamar directamente a la huelga general insurreccional? ¿O antes deberían disputar a las direcciones burocráticas y traidoras la conducción de los sindicatos y de las masas?

Y la insurrección, ¿quién la prepara?, ¿quién la dirige? ¿No es vergonzoso lanzar esta línea sin plantear la necesidad de piquetes obreros armados? ¿Un olvido? ¿No es imperdonable el olvido de esa consigna fundamental para la preparación de la huelga general? ¿Es suficiente dar a los obreros consejos super-generales (en español, decimos “perogrulladas”) como que “serán inevitables grandes choques con el ejército; prepárense y organícense ustedes mismos”, en lugar de precisar la forma de organización adecuada para llevar a cabo la tarea?

El secreto reside en que el planteo del camarada Germain es sindicalista y no trotskista. Presenta la preparación de la huelga general como una tarea superhistórica, como la panacea universal, sin relación con las etapas de lucha de clases, sin consignas de ningún tipo (y menos que menos, consignas políticas), sin tomar en cuenta el nivel real de conciencia y de organización del movimiento obrero ni sus necesidades en cada momento y sin plantear la organización de piquetes armados. Exactamente lo mismo que planteaban los anarcosindicalistas.

La sección oficial rompe con la Internacional

La mayoría nos critica afirmando que no tenemos perspectivas claras acertadas. Nosotros creemos lo contrario: que son los camaradas de la mayoría quienes nunca aciertan un pronóstico ni tienen clara una perspectiva. Para demostrarlo, nada mejor que la política seguida frente a una de las secciones fundamentales de la mayoría: la argentina. Toda la Internacional sabe que desde el Noveno Congreso éste fue uno de los pilares de la tendencia mayoritaria en lo que respecta a América Latina.

Ahora se ha retirado de la Internacional, acusándola como pequeñoburguesa y por tener un programa equivocado. ¿Cuándo previeron los compañeros de la mayoría este probable curso de la sección argentina? ¿Y qué medidas adoptaron para impedirlo o combatirlo? Durante años, no se escucharon más que elogios para la sección argentina: se la puso constantemente como un ejemplo de aplicación de la línea votada. El resultado está a la vista.

¿Quién supo prever la ruptura?

También en este caso, la mayoría quiere cubrir su responsabilidad con críticas retroactivas. El órgano de la sección inglesa Red Weekly, que refleja las posiciones de la mayoría, publica en su número 13 del 27 de julio de 1973, una nota sobre la muerte de Joe Baxter, en la que manifiesta que Baxter, Pujáls y Bonnet reconocían “las tendencias populistas y la confusión ideológica” en el seno del PRT(C). Obviamente, esto tenía que ocurrir por lo menos antes de septiembre de 1971, puesto que Pujáls fue asesinado en esa fecha.

Es muy importante la admisión de que ya hacía mucho tiempo que dirigentes del PRT(C) estaban preocupados por las desviaciones de esa organización. ¿No sentían la misma preocupación los dirigentes internacionales de la mayoría? Y, si la sentían ¿qué hicieron para evitar el desarrollo de esas desviaciones? Nada. Por el contrario, continuaron apoyando y defendiendo la política de la sección oficial que conducía, según una lógica férrea, a la ruptura con el trotskismo.

Cuando se produjo la ruptura dentro del PRT y nosotros denunciamos el carácter antitrotskista del sector que posteriormente sería reconocido como sección oficial, la mayoría, a través del camarada Maitán, esbozó una teoría-explicación al fenómeno: que las desviaciones teóricas maoístas eran consecuencia de las enseñanzas de Moreno, el cual era teórica y políticamente promaoísta y en esa escuela había educado a los dirigentes de la sección oficial. Para el caso, no interesó que el órgano oficial de la sección hubiera caracterizado a Moreno como un maniático trotskista; la falsa imputación tenía visos de seriedad gracias a viejas citas (tomadas fuera de contexto, como es costumbre) de un documento publicado cuando Moreno estaba en la cárcel, en base a apuntes y comentarios en borrador. Pero lo que importaba era construir una teoría para demostrar que la sección oficial estaba formada por los verdaderos marxistas revolucionarios y que sus discrepancias con la Internacional eran una consecuencia del pasado (“morenista”) y no implicaba un peligro para el futuro.

La mayoría engaña a la base de la Internacional

Las posiciones antitrotskistas se desarrollaron cada vez con más fuerza y los compañeros de la mayoría siguieron explicándolas como la herencia de Moreno. Pero, con el fin de defender a la sección oficial (mientras se la “educaba”) se cometió el peor crimen que se puede cometer contra la base de nuestra Internacional: no informarle las posiciones de la sección oficial y, por el contrario, engañarle ocultándolas.

Con el pretexto de que no era una posición oficial, se impidió la publicación del Libro Rojo (“El único camino para el poder obrero y el socialismo”).

Sólo cuando la dirección de la sección exigió que se lo publicara, el SU lo hizo, pero únicamente en inglés. Pero, aun entonces, no se informó que la sección seguía atacando las posiciones del trotskismo y cuestionando el papel de la Internacional desde su órgano oficial. Sólo cuando el PRT(C) rompe con la mayoría, la Internacional publica en francés el Libro Rojo.

Germain embellece las posiciones del PRT(C)

En su trabajo, el camarada Germain critica dos veces a la sección: por sus posiciones procubanas y promaoístas en el plano internacional, y por su estrategia de construir un ejército popular. De estas dos críticas, destaca como la más importante la segunda, pasando la cuestión internacional a un segundo plano. Pero, no sólo pasa las posiciones internacionales del PRT(C) a un segundo plano; lo que es mucho más grave, las embellece. Según el camarada Germain:

“Los camaradas del PRT(C) correctamente comprenden que la Cuarta Internacional es hoy sólo el núcleo inicial de la futura Internacional revolucionaria de masas.”[102]

En cambio, los compañeros del PRT(C) decían una y otra vez, públicamente, desde 1970:

“Ratificamos nuestra adhesión a la intención de proletarizar a la Internacional, de transformarla en una organización revolucionaria y orientarla hacia la formación de una nueva Internacional revolucionaria basada en los partidos chino, cubano, vietnamita y albanés y organizaciones hermanas que están luchando en forma revolucionaria contra el capitalismo y el imperialismo en cada país”.[103]

¿Dónde leyó el camarada Germain que para el PRT(C) “la Cuarta Internacional es hoy el núcleo inicial de la futura internacional revolucionaria de masas”? Según él:

“Para la dirección del PRT, esta fusión es encarada con todas aquellas fuerzas embarcadas en luchas objetivamente revolucionarias...”[104]

Completando esto con lo que hemos visto que dice la dirección del PRT(C), venimos a enterarnos de que, para el camarada Germain, los partidos comunistas chino, coreano y albanés, están “embarcados en luchas objetivamente revolucionarias”.

¿Quién caracterizó correctamente al PRT(C)?

No sigamos al camarada Germain por los vericuetos que construye para embellecer las posiciones del PRT(C). Hay una sola verdad, que los compañeros de la mayoría se han esforzado por ocultar; el PRT(C), desde hace años, viene atacando a nuestra Internacional aduciendo que no es revolucionaria; la considera como un mero elemento de segunda importancia para la construcción de una nueva Internacional basada en los partidos stalinistas prochinos los cuales sí, son verdaderamente revolucionarios.

Y durante todos estos años, nos hemos distinguido de la mayoría por haber tenido la actitud opuesta: hemos denunciado incansablemente el carácter revisionista de esta organización populista y la inevitabilidad de su ruptura final con la Internacional. En 1968, al producirse la ruptura de nuestro partido, dijimos que la fracción era un frente sin principios, que se iría fracturando en mil pedazos. No nos equivocamos. Desde entonces, hubo más de ocho rupturas de importancia. Hicimos una caracterización de clase: dijimos que reflejaban a sectores pequeño-burgueses desesperados por la crisis sin salida de la economía argentina, dijimos que había que combatirlos políticamente (respetándolos y defendiéndolos como magníficos y honestos revolucionarios) y que había que defender nuestra Internacional y la herencia del marxismo revolucionario trotskista. En el último CEI, propusimos al camarada Germain un frente único de defensa de nuestra Internacional, frente a los ataques públicos y al inevitable rompimiento. ¿Quién tenía razón? Los hechos no han tardado en dar su veredicto.

Según la mayoría, las dos fracciones en que se dividió el PRT en 1968 tenían un defecto de nacimiento común: el trostko-maoísmo (el temido y repudiado “morenismo”). El PRT(C) y el PRT(LV) tenían, entonces, una misma formación. Ahora bien, El Combatiente se ligó a la mayoría y ha terminado rompiendo en forma pública y brutal con la Internacional. La Verdad, en cambio, se ligó a la minoría y sigue reivindicándose trotskista con más fuerza que nunca. Sigue y seguirá en la Internacional.

Capítulo III
El documento europeo y
la sección francesa

La compañera Mary Alice Waters ha señalado los graves errores metodológicos y de orientación del documento europeo de la mayoría. A pesar de que no somos especialistas en Europa y de que consideramos indispensable la opinión de los camaradas europeos, el documento nos provoca una serie de dudas que consideramos necesario plantear. Ese es el objetivo de este capítulo. De ahí que serán muchas más las preguntas que formulemos que las respuestas categóricas que podamos aportar. Planteadas así, sin mayores pretensiones, esas preguntas pueden ayudar a explicar por qué consideramos que el documento europeo comentado tiene, como mínimo, el defecto de que no arma a nuestras secciones europeas para el desarrollo de su actividad.

¿Europa occidental se convirtió en una isla?

El mencionado documento no peca de falta de audacia en el análisis, ni de mezquindad en las previsiones, cuando plantea que nuestras secciones deben prepararse para “la revolución socialista [que] está a la orden del día... desde el punto de vista coyuntural” y exige “preparar al proletariado europeo a oponerse masivamente a toda tentativa de intervención contrarrevolucionaria internacional contra una primera revolución socialista en un solo país de Europa capitalista, preparación que debe iniciarse de antemano y de una manera sistemática a medida que el proletariado renueve con sus tradiciones internacionalistas”.[105] Esta etérea fórmula que sintetiza parte importante del pensamiento de los camaradas de la mayoría y, en realidad, todo el resto del documento, nos obliga a formular cinco preguntas que consideramos importantes:

Primera: ¿Quién va a dirigir la revolución socialista en Europa capitalista?

El documento de la mayoría afirma que “la revolución socialista está nuevamente a la orden del día... desde el punto de vista coyuntural” y, más aún, esboza una política para “una primera revolución socialista en un solo país de Europa”. La primera pregunta que se nos plantea es: ¿quién va a dirigir esa “primera revolución socialista”? Para un trotskista, la respuesta es una sola: “en principio, esa victoria de la revolución socialista en un país sólo la podrá conseguir un partido trotskista transformado en partido con influencia de masas”.

Pero el documento afirma que la perspectiva de construir partidos trotskistas de masas está excluida en esta etapa de la lucha de clases en Europa. De aquí se deduce que, para los camaradas de la mayoría, hay posibilidades de que el proletariado tome el poder en algún país de Europa sin ser conducido por nosotros. Esto equivaldría a decir que debemos revisar todo nuestro análisis y programa.

Si no es así, esto significa que los camaradas piensan que podemos construir en algún país de Europa un partido trotskista que dirija a las masas hacia “una primera revolución socialista”. Entonces, estamos en presencia de una segunda contradicción: la mera existencia de tal partido significaría un cambio de conjunto en toda nuestra Internacional, puesto que indicaría la posibilidad de construir partidos semejantes en todo el mundo o, al menos, en toda Europa.

Cualquiera que sea la respuesta de los camaradas de la mayoría, ésta destruye por la base todo el documento. Si va a haber una revolución socialista que no sea dirigida por nosotros, debemos comenzar por revisar al trotskismo de conjunto, cosa que el documento no plantea. Si la revolución la vamos a dirigir nosotros, la posibilidad de construir partidos trotskistas con influencia de masas está planteada en forma inmediata en toda Europa; por lo tanto, el resto del documento pierde razón de ser, ya que se basa en la premisa opuesta.

Segunda: ¿Europa Occidental no tiene nada que ver con Europa Oriental?

En el documento de la mayoría para Europa, parecería que Europa Occidental se hubiera convertido en una isla que no tiene nada que ver con el resto del continente. Se pretende construir partidos revolucionarios en “Europa capitalista”, preparando a las masas para el triunfo de una revolución socialista en algún país capitalista, pero no para el triunfo de la revolución política en algún país de Europa Oriental.

Un documento que trata de hipótesis teóricas debería decir que una posibilidad es tan grande como la otra. La intensificación del comercio entre el Este y el Oeste va a provocar serias crisis en los estados obreros de Europa Oriental. Si esta intensificación del comercio puede aligerar mínimamente la intensidad de la crisis en el Occidente, cosa que no creemos, es absolutamente seguro que acelerará la crisis de los regímenes burocráticos orientales al fortalecer las tendencias restauracionistas y agudizará en poco tiempo las contradicciones internas.

Hay múltiples razones para que esto ocurra. Un mayor comercio del Oeste capitalista con los estados obreros burocratiza-dos, sin el contrapeso de la democracia y la movilización permanente de la clase obrera, fortifica las tendencias burguesas y pequeñoburguesas de los sectores mayoritarios de la burocracia y de la clase media, alentados por el mayor nivel económico del imperialismo. En el otro polo está planteada la defensa del estado obrero por parte de los trabajadores.

Una gran revolución puede ser provocada por un gran peligro y una brutal ofensiva desatada por la reacción. Por eso debemos seguir con mucha atención el curso general de los acontecimientos en los estados obreros del este de Europa, en especial Yugoslavia y en la URSS, porque allí pueden darse situaciones que fecunden el proceso revolucionario de Occidente, plantean-do la fraternización de los trabajadores occidentales con esa revolución política.

Pero igual que en el caso anterior, esa revolución política en 1 algún estado obrero del Este de Europa, sólo se podrá dar si está a su frente un partido trotskista de masas. De manera que provocaría la crisis definitiva del stalinismo y significaría un salto colosal, de masas, para nuestras secciones de todo el mundo. Ese partido trotskista de masas que hubiera dirigido la revolución política se convertiría en el eje de nuestra Internacional.

Un documento europeo digno de ese nombre, debería incluir todo un capítulo dedicado al programa de transición para la revolución política en el Este de Europa. Dicho programa, que debería partir de consignas democráticas elementales y de la exigencia económica mínima de reducir los privilegios de la burocracia, está totalmente ausente del documento europeo de la mayoría.

Esta ausencia es un grave error, por dos motivos. El primero, que ya vimos, es que nada nos permite prever si se dará primero el triunfo de la revolución socialista en un país de Europa occidental, que el de la revolución política en uno de Europa oriental. El segundo es el alto grado de organicidad que tiene la revolución europea a partir de la revolución francesa. Este factor hace que la revolución europea sea un proceso único, tanto desde el punto de vista histórico como del coyuntural, y que, comience por donde comience, (por el Oriente o por el Occidente) se extienda como un reguero de pólvora por toda Europa, en forma casi instantánea. El proletariado de Europa capitalista tiene grandes tareas planteadas si estalla la primera revolución política en algún país de Europa oriental. Por lo tanto, de nada vale que este documento se refiera a la construcción de nuestros partidos en Europa capitalista, aun si este documento fuera acompañado por otro sobre la construcción de partidos en Europa oriental, con un programa específico. Porque, al no estar planteadas de conjunto para Europa dichas tareas, ni sus respectivas consignas, queda destruido cualquier análisis sobre la situación europea y cualquier política basada en dicho análisis.

Tercera: ¿Qué se hace después de tomar el poder?

La tercera pregunta que se nos plantea al leer el documento europeo tiene que ver con la siguiente frase, aparentemente correcta: “preparar al proletariado europeo a oponerse masivamente a toda tentativa de intervención contrarrevolucionaria contra una primera revolución socialista en un solo país de Europa capitalista”.[106]

Es evidente que una primera revolución socialista correrá el peligro de ser atacada por la burguesía del resto de Europa y de todo el mundo imperialista. Es justo entonces que le planteemos al proletariado europeo y de todo el mundo que hay que defenderla. Pero, ¿esa es nuestra estrategia?

Según la teoría de la revolución permanente, si triunfa la revolución en un país europeo, lo que está planteado en forma inmediata es desarrollar la revolución en el resto de Europa. Vale decir, una política ofensiva y no defensiva. Según la teoría del socialismo en un solo país, si en cualquier país del mundo triunfa la revolución socialista, los partidos comunistas deben dedicarse a defenderla, en lugar de tratar de extenderla a todos los países. Esta fue la teoría que, llevada a la práctica por la burocracia soviética, significó convertir a todos los partidos comunistas del mundo en agentes de la diplomacia del Kremlin, y terminó por destruir a la III Internacional.

La formulación del documento europeo es sumamente peligrosa, porque coincide formalmente con la stalinista: nos plan-tea como fundamental una tarea defensiva. Esta tarea defensiva es correcta y justa, si forma parte de una estrategia ofensiva; planteada como la única, tal cual está en el documento europeo es, cuanto menos, peligrosa.

Cuarta: ¿Por qué no figuran los Estados Unidos Socialistas de Europa entre las diez consignas centrales?

El olvido de Europa oriental y la formulación incorrecta de una política defensiva después de la toma del poder en algún país de Europa capitalista, nos conducen de la mano a esa cuarta pregunta. La consigna de los Estados Unidos Socialistas de Europa no figura entre las diez tareas centrales de esta etapa. Sólo se la menciona como un eje secundario de propaganda. Sin embargo, cuando Trotsky formuló esta consigna, lo hizo en base a una cuestión teórica (la teoría de la revolución permanente, en especial su carácter internacional) y a una cuestión de la realidad concreta (la unidad especifica de la revolución europea).

Esta última característica se ha visto fortalecida por la unidad, cada vez mayor, del capitalismo europeo en las últimas décadas.

Para el trotskismo, si triunfa una revolución política en el Éste o una socialista en el Oeste de Europa, lo que está planteado es desarrollar en permanencia la revolución extendiéndola a todos los países de Europa. ¿Y qué consigna tenemos para ello, sino la de Federación de Estados Socialistas de Europa? La ausencia de esta consigna entre las diez centrales del documento europeo de la mayoría es un claro ejemplo de los peligros que nos amenazan detrás de las otras formulaciones oscuras e incorrectas. Desde ya, si pensamos que Europa occidental no tiene nada que ver con Europa oriental, y que, tomado el poder en un país, la tarea central es defenderlo y no extender la revolución, el hecho de que esta consigna no figure entre las tareas centrales, pareciera ser una consecuencia inevitable.

Quinta: ¿No hay ninguna relación entre la revolución europea y la revolución en las colonias y semicolonias del imperialismo europeo?

Esta pregunta tiene su origen en que el documento europeo no toma para nada en cuenta la relación orgánica que existe entre la revolución europea y la revolución de las pocas colonias y las abundantes semicolonias del imperialismo europeo, ni de las que éste puede aún conquistar.

No estamos hablando de la relación general que hay entre todos los procesos revolucionarios, sean o no coloniales, sino —por ejemplo— de la relación que existe entre la revolución europea, y la actual lucha heroica de las guerrillas de las colonias portuguesas contra el imperialismo portugués y europeo en general. O de las guerrillas o movimientos de masas de las colonias y semicolonias francesas contra el imperialismo francés. Estamos hablando de la relación concreta, específica, de las luchas de liberación nacional en todas las colonias y semicolonias de los diversos imperialismos europeos, con la revolución socialista en Europa.

Es decir que, para nosotros, no hay ninguna posibilidad de construir partidos revolucionarios en Europa capitalista si no es levantando y agitando permanentemente consignas fundamentales contra el imperialismo europeo. Esto es así porque la base del capitalismo europeo es la explotación imperialista de sus colonias y semicolonias, y la única forma de destruir el capitalismo europeo es destruirlo como capitalismo imperialista que es. Sin la consigna central de lucha contra el imperialismo europeo, se puede construir en Europa capitalista cualquier tipo de partidos, menos partidos trotskistas revolucionarios.

¿Europa occidental dejó de ser imperialista?

Aparentemente la parte más débil del documento es justamente la primera, donde considera la crisis económica y social del “neocapitalismo”, pero no dedica ni una línea, no hablemos de un capítulo, a la crisis del imperialismo europeo, a la relación de las metrópolis con las colonias y semicolonias. El capitalismo europeo, si hemos de seguir el análisis económico y social del documento, sólo explota a la clase obrera de sus países. No podemos negar que es consecuente hasta el fin con el carácter obrerista de todo el documento, pero la realidad no es así: el imperialismo europeo explota a la clase obrera de sus países y a sus colonias y semicolonias. Hay una dialéctica económica, tanto como política y social, entre Europa y los países que explota, que el documento no señala.

Los países imperialistas europeos, pese a que son imperialismos menores, no han dejado de ser imperialistas. Se han transformado, por su estructura, en hermanos menores, del imperialismo yanqui. Como resultado de la revolución colonial, han transformado su forma de dominación, imitando a los yanquis, la dominación sigue existiendo. De un imperio colonial, han pasado —en su mayor parte—a uno semicolonial, sus dominios ya no son coloniales sino países dependientes y semicolonias. Las vueltas de la historia han provocado esta transformación de la revolución colonial, de lucha contra la dominación política colonial a lucha por la liberación nacional, económica y política de las semicolonias. Se ha vuelto más sutil, pero no por ello menos importante.

Pero si los países europeos se han transformado de imperios coloniales en semicoloniales, un documento hipotético y general debe tratar de precisar su actual situación y su probable dinámica. ¿Los imperios europeos llegarán a ja intervención armada en sus semicolonias (al igual que el imperialismo yanqui), cuando peligre su dominio? ¿La intervención en Irlanda, Tchad y colonias portuguesas, son las últimas intervenciones o un índice del futuro más probable?

Para nosotros no hay dudas: Irlanda y las colonias portuguesas indican el futuro curso del imperialismo europeo, si los trabajadores no logran atarle las manos. Ya el imperialismo francés vive provocando golpes de estado e intervenciones en los países que domina.

Pero hay algo igualmente grave: el documento prevé inflación y desocupación para los trabajadores europeos occidentales, con la posibilidad de batallas decisivas dentro de cuatro o cinco años entre la reacción capitalista y los trabajadores. ¿Esta miseria creciente y desocupación, y la tendencia a gobiernos reaccionarios y luchas decisivas, no se expresará en forma mucho más brutal en las relaciones entre los imperios europeos y las masas coloniales y semicoloniales? Nosotros afirmamos categóricamente que sí, ya que esta es la lógica del dominio imperialista.

Y también habrá reacciones brutales por parte de las masas coloniales si tomamos como referencia los movimientos huelguísticos de Mauritania, África del Sur y Rhodesia, o los movimientos guerrilleros de Angola y Tchad.

Nada de esto prevé o menciona el documento de la mayoría. Entre el documento Europeo y algunas afirmaciones generales de Rouge, vemos contradicciones: “La IV Internacional asume la responsabilidad de apoyar y participar activamente en la denuncia de la penetración imperialista en el continente negro”.[107]

Pero de este solemne compromiso no hay ni noticias en el documento de la mayoría sobre Europa. Por más que hemos leído y vuelto a leer, no hemos encontrado ni una sola frase parecida. Es decir, que la defensa de la autodeterminación de todas las colonias y semicolonias del imperialismo europeo no figura entre las diez tareas centrales. El hecho de que se considere que se pueden “construir partidos revolucionarios en Europa capitalista” sin que ellos levanten esta consigna ni las otras relacionadas con la expulsión del imperialismo, constituye una peligrosa desviación ideológica que podríamos temer que se transforme en claudicación política objetiva si no supiéramos que en la práctica diaria nuestras secciones y militantes europeos llevan a cabo una lucha real contra el imperialismo europeo.

Un documento mudo frente a las colonias portuguesas, Vietnam del imperialismo europeo

El aparente olvido del carácter imperialista de Europa se refleja en una carencia fundamental del programa de la mayoría: no hay una palabra frente al Vietnam del imperialismo europeo, que son las guerrillas y los movimientos de liberación nacional de las colonias portuguesas. Este silencio sería inexcusable aun en el caso de que las colonias portuguesas estuvieran oprimidas exclusivamente por Portugal. Pero, para peor, no es así; las colonias portuguesas son tales sólo formalmente. En realidad son colonias del imperialismo europeo en su conjunto, principalmente de Inglaterra, Alemania y Francia, en sociedad con Bélgica, Estados Unidos y Japón.

Portugal es, de hecho, una submetrópoli o subimperialismo. Es el país más pobre de Europa Occidental, y su economía está controlada por inversiones extranjeras, particularmente inglesas.

Portugal ha lanzado una tremenda represión sobre los movimientos liberadores de sus colonias, financiada y armada por el imperialismo particularmente el europeo, a través de la NATO. La brutalidad de esa represión ha producido horror a la opinión pública mundial. Sólo en el año 1961, al ser lanzada la guerrilla por el Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), la guerra imperialista produjo alrededor de 50.000 muertos.

De los países de la NATO, Alemania, Inglaterra y Francia son los que más armas proporcionan a la guerra contra los pueblos de la colonias portuguesas. Francia es el caso extremo: no ha puesto ninguna restricción al suministro; se ha negado a votar ninguna sanción contra Portugal, tanto en las Naciones Unidas como en el Consejo Europeo y no permite, desde 1960, que entren en su territorio los representantes de los movimientos de liberación.

Actualmente, la guerra en las colonias portuguesas tiene las mismas características que la de Vietnam. De los 150.000 soldados portugueses de la NATO que había en Europa, sólo quedan 10.000; el resto se ha ido al África. Los portugueses tratan de arrasar las zonas liberadas y reacomodan a la población campesina en aldeas fortificadas, que son verdaderos campos de concentración. Las intercomunicaciones entre los centros urbanos se hacen casi exclusivamente por aire, dado que los guerrilleros están controlando las principales vías terrestres. Esta es la realidad de la lucha de clases en las colonias portuguesas: es el verdadero Vietnam del imperialismo europeo.

Una “solidaridad” que no basta

Sin embargo, el documento europeo de la mayoría no dice una sola palabra sobre esto. Y ese silencio no se compensa diciendo que vamos a ser “solidarios” con las luchas antiimperialistas en general. No sirve hablar de “solidaridad” cuando los propios países a los que pertenecemos están masacrando a todo un pueblo. No se puede hablar de “solidaridad” cuando debemos en parte nuestro alto nivel de vida a la explotación de aquellos que están siendo masacrados. Es totalmente insuficiente hablar de “solidaridad” cuando la única forma de que nuestros hermanos de clase de las colonias portuguesas triunfen, es que nosotros nos movilicemos contra el imperialismo de nuestro propio país y de nuestro propio continente. Menos aún si somos conscientes de que el triunfo de los guerrilleros sería un gran avance para los trabajadores europeos. A los camaradas de la mayoría les parece suficiente hablar de “solidaridad” en general, sin nombrar siquiera a los guerrilleros de las colonias portuguesas.

Aquí no se trata de “solidaridad”, de una frase dicha al pasar en todo un documento. Se trata de algo muy superior, de que la denuncia y la lucha contra “nuestro propio imperialismo” es, junto con la denuncia y la lucha contra “nuestro capitalismo”, nuestra principal tarea a escala histórica. Se trata de que si las masas trabajadoras de nuestro continente o nuestro país, envenenadas por el chauvinismo imperialista, no entienden que sus países son imperialistas, nosotros debemos denunciarlo todos los días y a toda hora; nunca tomar esa denuncia y esa lucha como una tarea secundaria que no merece más que una frase dicha al pasar.

¿Acaso creen los camaradas de la mayoría que se pueden “construir partidos revolucionarios en Europa capitalista” hoy en día, sin levantar en primer plano la lucha contra el imperialismo europeo asesino de los pueblos africanos? ¿Están seguros de que dichos partidos pueden ser “revolucionarios”?

¿O acaso creen los camaradas de la mayoría que esta omisión se remedia haciendo una campaña de solidaridad con la lucha antiimperialista de los irlandeses? Por otro lado, ¿el documento de la mayoría plantea seriamente dicha campaña? Nos parece que no, puesto que no se dice que se debe hacer ya mismo una campaña específica con la consigna “ ¡Fuera las tropas inglesas de Irlanda, ya!” ¿Acaso no es ésta una de las consignas fundamentales que tenemos que agitar en el proletariado británico y el europeo en general? ¿Qué queda de las campañas de “solidaridad” sin esta consigna? Para nosotros, absolutamente nada.

¿Dónde quedó el amor por la “lucha armada?

Pero esto se agrava con respecto a las colonias portuguesas. Irlanda goza de los privilegios de ser parte de Europa; por lo menos se la nombra al pasar en el documento europeo de la mayoría. Pero con las colonias portuguesas ni eso.

¿No es sugestivo que quienes defienden la guerrilla y la lucha armada para América Latina no nombren siquiera a los heroicos guerrilleros de las colonias portuguesas? ¿Cómo se explica que no levanten la necesidad de defender a esos guerrilleros; de los ataques brutales del imperialismo europeo? ¿Cómo se entiende que se plantee la lucha armada por todo un periodo y para todo un continente dominado por el imperialismo yanqui y no se diga ni una sola palabra sobre la lucha armada en los países dominados por el propio imperialismo? ¿No es extraño qué quienes defienden al ERP en la Argentina voten a dos manos un documento europeo que no nos da una política para el único pueblo que está hoy día en guerra civil con su propio imperialismo europeo, el de las colonias portuguesas?

No debemos perder de vista que este documento europeo, que no gira alrededor de los dos únicos lugares del imperialismo europeo donde hay lucha armada o puede haberla, es la otra cara, y tiene los mismos autores, que un documento en el que se planteó la lucha armada para todo un continente: la Resolución para Latinoamérica del IX Congreso de nuestra Internacional.

La sección francesa frente al imperialismo francés y al europeo

Así como la boliviana es, para los camaradas de la mayoría, la sección modelo de América Latina, la sección francesa ostenta igual galardón en Europa. ¿Será acaso porque de la misma manera que la sección boliviana aplicó (con catastróficos resultados) la resolución del IX Congreso, la sección francesa es un claro reflejo de la inconsecuencia del documento europeo frente al imperialismo de ese continente? Tenemos algún motivo para sospecharlo, puesto que se caracteriza por no tener una política sistemática de denuncia del imperialismo francés y europeo en general, y por no plantear, como consigna central permanente, la autodeterminación de las colonias y semicolonias de estos imperios.

Comencemos por Rouge

¿Qué artículos ha publicado sobre el imperialismo europeo y su Vietnam? Durante todo el año 1972 y lo que va de 1973, Rouge, órgano oficial de la sección francesa, le ha dedicado sólo tres. Primero, el titulado “Alto al envío de armas a los colonialistas portugueses”, donde dice:

“La burguesía francesa, cuyos intereses económicos en Portugal y en las colonias portuguesas, son considerables, participa activamente con apoyo militar (y de otro tipo) a los colonialistas portugueses, en particular proveyendo armas al ejército portugués. Francia es uno de los más importantes proveedores de armas al ejército colonialista portugués.

Terminar con los envíos de armas a los colonialistas portugueses ¡Viva la lucha de los pueblos de Angola, Mozambique y Guinea!”[108]

Segundo artículo: una declaración del Buró Político de la Liga Comunista, que ocupa media columna en la sección “Notas Internacionales” donde se afirma: “Llamamos a los trabajadores franceses y portugueses a alertar a la opinión pública y a reforzar su unidad contra el colonialismo portugués y la ayuda del gobierno francés a Lisboa.”[109]

Tercer artículo: una página dedicada a la guerrilla en las colonias portuguesas, donde se dice: “Los militantes revolucionarios franceses deben recordar que numerosas empresas francesas participan en el pillaje de Mozambique y que Giscard d’Estaing hace algunos meses, ha realizado allí un ‘zafarí’. Debemos reclamar el derecho de presencia en Francia para los líderes del FRELIMO, del MPLA, y del PAIGC. En fin, debemos participar en las acciones de solidaridad como lo hicieron nuestros camaradas del IMG para la visita de Caetano a Londres”.[110]

Eso es todo. Por tratarse de una lucha por la liberación nacional cuya importancia histórica para el imperialismo europeo es casi tan grande como la de Vietnam para el yanqui, nuestros camaradas franceses no se lucen demasiado. Y, sin embargo, estas tres citas bastan para demostrar que no les falta coraje para denunciar a su propio imperialismo. ¿Por qué no existe, pese a ello, una campaña de denuncia sistemática? Simplemente, porque los camaradas de la mayoría que dirigen la sección francesa le dan la importancia que ellos consideran que tiene; la misma importancia que se trasunta de la lectura del documento europeo: para ellos ésta es una tarea totalmente secundaria.

Sería bueno que cada camarada francés comparara la colección de Rouge con la colección de The Militant. Así podría estudiar la campaña sistemática de nuestros camaradas norteamericanos sobre un tema análogo: la lucha guerrillera vietnamita contra su propio imperio. En toda la colección de The Militant no hay un sólo número en el que no se dé una importancia fundamental a la defensa de los guerrilleros y a la denuncia del propio imperialismo. Pero, ya lo sabemos, para los camaradas de la mayoría, esto es “arqueotrotskismo”.

El imperialismo francés

Los camaradas de la dirección de la Liga Comunista pueden respondernos que, si en dos años hicieron sólo tres referencias a las guerrillas portuguesas, esto se debe a que son colonias de Portugal, y no semicolonias de su propio imperialismo, el francés. Ya hemos dicho que esto no es así, que las colonias portuguesas lo son del imperialismo europeo en general, más el yanqui y el japonés. Pero veamos qué pasa con el imperialismo francés.

Si analizamos de verdad la realidad económica francesa nos encontramos con que el imperialismo francés sigue existiendo y explotando a sus antiguas colonias, aunque la mayoría de ellas sean actualmente países políticamente independientes. Tratados como el de la OCAM establecen con dichas ex-colonias una relación semicolonial. Los tratados Yaounde I y II extienden dicha relación al Mercado Común Europeo. El tratado de Evian coloca bajo el dominio de Francia y Europa a los países del Maghreb. Por si esto no fuera suficiente, están las bases militares de Djoutib y Malgache, donde cuenta con unidades prestas a “intervenir” a los “llamados” de los gobiernos francófilos, tal cual lo hacen en Tchad, tratando de aplastar el levantamiento encabezado por el Frente de Liberación del Tchad (Fronilat).

Es evidente que el imperialismo francés existe y es relativamente poderoso.

Cuando nos propusimos rastrear qué política se dan los camaradas de la sección francesa frente a su propio imperialismo, nos encontramos con un comienzo prometedor. El “CC” de fines de agosto del año 1972 lanzó: “... una campaña contra el colonialismo francés, por la libertad de Courbain (militante del Movimiento de Liberación de Martinica) y hacer proposiciones en ese sentido a las organizaciones revolucionarias francesas”.[111] Más prometedora aún fue la denuncia de Rouge, de que “El imperialismo francés, ‘nuestro’ imperialismo, tiene un lugar privilegiado en el podium olímpico de la colonización después de Portugal, del cual, por otra parte, es uno de los principales proveedores de armas. Francia es hoy día la segunda potencia colonial directa del mundo.”[112] La promesa parecía convertirse en realidad cuando Rouge nos decía que “Los revolucionarios que luchan en el seno de la metrópoli están obligados a hacer una propaganda anticolonialista permanente. Contra el chauvinismo, contra la ignorancia, tenemos que mostrar la cara de la Francia colonial.”[113]

Cuando los camaradas franceses decían que Francia era la segunda potencia colonialista directa, decían la verdad a medias, y esto no es casual. Francia ocupa el tercer o cuarto lugar en la lista de potencias colonialistas indirectas: tiene relaciones semicoloniales con sus ex-colonias y, además, actúa como socia menor del imperialismo yanqui en la explotación de algunas de sus semicolonias más importantes, como por ejemplo la Argentina. Al no atacar la base fundamental del imperialismo francés, que es la explotación de las semicolonias, Rouge, diga lo que diga sobre las colonias, no estará nunca haciendo una campaña antiimperialista consecuente. El grueso de las inversiones imperialistas francesas en el exterior está radicado en sus semicolonias y en aquellas colonias y semicolonias de otros imperios para los cuales Francia actúa como socia menor. Por lo tanto, Rouge, mientras denuncie solamente el dominio francés sobre las colonias, no estará haciendo una campaña consecuentemente antiimperialista. Igualmente, es llamativo que no se hable de autodeterminación política y económica de las colonias, que no se diga “Fuera los monopolios imperialistas franceses de las semicolonias”, que no se levante la consigna de “ruptura inmediata de los pactos semicoloniales”.

De cualquier manera, ilusionados con la promesa de la campaña de “propaganda antiimperialista permanente”, aunque fuera parcial, revisamos los 86 números de Rouge que van desde el 6 de enero de 1972 hasta el 19 de octubre de 1973. Nos llevamos una gran decepción. Encontramos 23 artículos en total; vale decir un promedio de un artículo cada cuatro periódicos. O sea, que los camaradas de la Liga Comunista denuncian a su propio imperialismo una vez por mes.

Estos artículos son descriptivos en su gran mayoría. Es decir, no constituyen una campaña permanente; no se unifican alrededor de ninguna consigna central y, salvo pocas excepciones, llevan la firma de corresponsales o son declaraciones reproducidas de los movimientos de liberación nacional, no son posiciones oficiales de nuestra sección francesa.

Los 86 números de Rouge que revisamos abarcan un total de 1548 páginas. De ellas, el problema colonial ocupa 11, vale decir que la denuncia del colonialismo francés ocupa bastante menos del l% (uno por ciento) en el órgano oficial de la Liga. Comunista. Finalmente, de los 23 artículos que descubrimos, hay dos que ocupan dos páginas cada uno; 4 que ocupan una página cada uno y 3 que ocupan media página cada uno. Los 14 artículos restantes ocupan menos de media página cada uno, o sea que son totalmente secundarios en relación al periódico de conjunto.

Qué dicen el programa, el CC y el Congreso de la Liga Comunista

Esta carencia no es exclusiva de Rouge. Tanto en los análisis como en los programas de la sección francesa hay que esforzarse mucho para encontrar alguna mención a las colonias y semicolonias de Francia.

El último Congreso de la Liga Comunista se abrió con un texto aprobado por el CC: “Ce qui veut la Ligue Communiste”. Ni en ese texto ni en ninguno de sus documentos, la dirección de la Liga analizó la crisis del imperialismo francés; como si no existieran Martinica, las Guyanas, Costa de Marfil, Togo, ni los millones de francos invertidos por los monopolios franceses en sus colonias y semicolonias y en las colonias de otros imperialismos donde actúa como socio menor. El documento nacional de la Liga gira alrededor del análisis de la crisis del capitalismo y del “sistema neocapitalista”, y no hay una sola mención, no hablemos de un capítulo o parágrafo sobre el imperialismo francés.

Un poco mejor que la parte analítica es el programa de dicho documento ya que incluye el reconocimiento inmediato de “... el derecho a la autodeterminación y a la independencia de los pretendidos Territorios y Departamentos de Ultramar (TOM-DOM)” y el apoyo a “... las luchas de independencia nacional” y la “independencia nacional de los TOM y los DOM”.[114]

Y esto dicho al pasar, sin plantear la liquidación de los pactos semicoloniales, como el de la OCAM, Evian, etc. Finalmente, en todo el documento, que consta de 171 páginas, la importancia que se le da a la cuestión del imperialismo francés se puede medir en el hecho de que todas las referencias a él abarcan solamente dos páginas.

Salgamos de este documento y veamos en qué medida preocupa a la dirección de nuestra sección francesa el hecho de que su país sea imperialista. El CC del 8 y 9 de enero de 1972 votó cuatro campañas: educación sobre “El socialismo que queremos y cómo lograrlo”; Vietnam y el FSI; por la libertad de tres camaradas franceses presos en España; y denuncia del General Massu (asesino de la guerra de Argelia). Salvo este último punto, que sólo tiene que ver muy indirectamente con ello, del problema colonial francés no se dice ni una palabra.

El CC de agosto votó, por fin, una campaña, que ya vimos que no fue sistemáticamente llevada a cabo por el órgano oficial.

El Congreso de la Liga Comunista no plantea la consigna de la autodeterminación nacional de las semicolonias francesas. El manifiesto del lo. de Mayo no menciona al imperialismo europeo ni francés. La resolución política aprobada por el Congreso ni lo nombra; menos que menos a la autodeterminación nacional.

La campaña electoral

Nos quedaba aún una esperanza: la campaña electoral. Esta era una hermosa oportunidad, puesto que nos permitía hacer nuestra propaganda sobre sectores mucho más amplios de la población. Pero de conjunto, la campaña electoral se olvida del imperialismo. Sus tres ejes, según podemos ver en Rouge, son bien claros: “en primer lugar, ella debe ser una intensa campaña de denuncia anticapitalista... Se trata de denunciar la explotación, la opresión, el gatillar capitalista bajo todas sus formas”. “En segundo lugar, nuestra campaña debe ser una campaña de desmistificación del programa común y la Unión de Izquierdas”. “En tercer lugar, los revolucionarios podrán beneficiarse de la campaña para recusar el ‘socialismo’ burocrático que, diga lo que diga, intenta siempre George Marcháis...”[115]

También descubrimos que Krivine habló en contra del imperialismo francés en la Martinica, una colonia de Francia. Pero terminamos desilusionados en lo que se refiere a propaganda antiimperialista en el corazón del imperialismo, vale decir en territorio francés.

Además, el manifiesto electoral de la Liga ni menciona que Francia es un país imperialista; ni se digna decir que tiene colonias y semicolonias.

¡Qué diferencia abismal con los camaradas del SWP! ¡Jamás han realizado un Congreso que no tuviera como uno de sus ejes más importantes la lucha contra su propio imperialismo! Jamás han hecho una campaña electoral que no planteara la denuncia de su imperio y la lucha concreta contra él. No interesa si su táctica era o no correcta, ya que se trata de cuestiones principistas. El SWP en toda su historia política se ha revelado como trotskista y leninista hasta el fin. Antes que nada, denuncia a su propio imperialismo. La Liga Comunista, con una orientación confusa y abstencionista, ha sido incapaz de denunciar en forma consecuente el papel imperialista de su burguesía, pese a que, lo repetimos, no tiene ningún temor en hacerlo con todo vigor las pocas oportunidades en que lo hace. Sabemos también de la actividad práctica de los compañeros franceses contra su imperialismo. Desgraciadamente esta práctica no se refleja en forma consecuente cuando escriben o realizan sus campañas fundamentales.

Y para terminar veamos lo que dijo Weber, aparentemente en nombre del partido, en un artículo programático sobre la campaña electoral. El explicaba el “verdadero programa de transición al socialismo” en Francia, de la siguiente manera: “... de nuestra parte les decimos a los trabajadores comunistas: un verdadero gobierno de los trabajadores no se limitará a nacionalizar 13 trusts nuevos y a instituir un simulacro de gestión obrera. Nacionalizará sin indemnización ni rescate las principales empresas capitalistas, a fin de que el sector público sea realmente el sector dominante de la economía. Nacionalizará simultáneamente el comercio exterior, a fin de sustraer la economía al control incontrolado del sistema capitalista mundial. Pondrá las empresas públicas bajo gestión obrera, dando realmente a los comités de gestión —reuniendo a los delegados obreros, elegidos y revocables en todo momento— los poderes y los medios de administrar sus fábricas. En las empresas del sector privado, instituirán el control obrero sobre la producción reconociendo y protegiendo los comités de control de los trabajadores. El poder de los trabajadores sobre toda la economía se ejercerá a través de la elaboración democrática del plan, debatido en cada consejo obrero y aprobado por su congreso nacional. La realización de tal programa económico, por un gobierno que forjará por otra parte un nuevo aparato de estado, impulsará realmente una ‘nueva lógica de desarrollo’, asegurando un progreso prodigioso de las fuerzas productivas. Pero es necesario para ello otra cosa que una victoria electoral. Es necesaria la existencia de un ‘movimiento de masas de una amplitud inigualada’, la única capaz de expropiar a la burguesía y de desmantelar su estado. Es necesaria, para hablar claro, una revolución social.”[116]

Ni una palabra de la liquidación del imperialismo francés, ni de la libertad económica y política para las colonias y semicolonias, es decir, sobre el derecho a la autodeterminación nacional. Curioso olvido de uno de los grandes dirigentes de la Liga.

Este error no es casual. El artículo del camarada Weber responde a la misma concepción del documento europeo y de la dirección de la sección francesa: la denuncia y la lucha contra el propio imperialismo no es una de las tareas centrales del partido revolucionario del proletariado francés.

Por eso, el CC y la sección francesa han caracterizado a la Unión de Izquierdas como un “proyecto reformista global” y no como un frente popular.

Hay otro problema más grave: en ningún momento se definió a la Unión de Izquierdas como un proyecto proimperialista, tal como Trotsky definió al frente popular de España y Francia. ¿Qué creen los camaradas de la mayoría? ¿La Unión de Izquierdas es pro-imperialista o antiimperialista? Deben tener cuidado al responder a esta pregunta, porque en una metrópoli como Francia, ser antiimperialista equivale a ser anticapitalista, y si se trata de un proyecto “reformista”, mal puede ser anticapitalista. Pero, si no lo es, ¿cómo pueden explicar los camaradas de la dirección de la Liga el no haber denunciado el carácter proimperialista de la Unión de Izquierdas?

Este “olvido” contrasta fuertemente con el hecho de que en el mismo documento se señale como una tarea importante el “trabajo indochino” y la propuesta de frente único al Partido Comunista para Indochina. Es decir, el único trabajo antiimperialista que se plantea es el que tiene que ver directamente con otro imperialismo, el yanqui.

¿Diez mandamientos o una sola política correcta?

Al comenzar este capítulo hemos señalado cinco falencias graves del documento europeo. Una de ellas, la falta de una política consecuente frente al imperialismo, la hemos tratado extensamente. Pero no son éstas todas las observaciones que debemos hacer.

Diez tareas centrales y ningún eje político fundamental

El documento nos dice que hay actualmente en Europa diez tareas centrales que: “... son tareas cuyo cumplimiento estimula la dialéctica de las luchas de masas y de la elevación de la conciencia de clase...”[117]

Los autores afirman que estas tareas tienen una profunda conexión interna. Nosotros opinamos lo contrario: que, más que un programa, son una lista que se puede tomar en cualquier orden, de adelante hacia atrás o de atrás hacia adelante, porque da lo mismo. Parece un catecismo con diez mandamientos, todos ellos importantísimos, y ninguno más importante que otro, desde el “control obrero” hasta “popularizar sistemáticamente” el “modelo socialista”.

¿Cuál es el eje de todo este andamiaje programático para Europa? Imposible saberlo, porque el documento no responde a esta pregunta. Y no responde porque no puede hacerlo; porque esos ejes varían de país a país, porque en cada país de Europa hay una situación específica de la lucha de clases, que requiere consignas específicas. ¿Estamos diciendo con esto que debemos renunciar a hacer un análisis de conjunto de la situación europea? De ninguna manera; dicho análisis es muy importante como punto de partida para los análisis nacionales. Si decimos, por ejemplo, que hay uno o dos países de vanguardia, que señalan una tendencia a que toda Europa entre en una situación prerrevolucionaria, este análisis es imprescindible para formular luego la política para cada país. Pero si nos limitamos a él, no estaremos en condiciones de formularla.

Tampoco pretendemos que el documento sea una larga lista de países con una política específica para cada uno de ellos. Pero lo que sí sería correcto es definir los rasgos esenciales de la política para los países que se encuentran en una situación semejante. ¿Cuál es la política para Irlanda, que vive una situación especial? ¿Cuál para Francia e Italia, que se encuentran frente a grandes luchas económicas defensivas? ¿Cuál para España y Grecia, que soportan dictaduras fascistas o semifascistas? Estas son las preguntas concretas que el documento de la mayoría no responde.

Un documento que no arma a los militantes

Los documentos políticos deben servir para que todos nuestros militantes, después de leerlos, sepan qué hacer al día siguiente en su fábrica, su colegio, su universidad o en la calle. Es decir, para salir armados a lanzarse, al día siguiente del Congreso Mundial, a su tarea revolucionaria de movilizar a las masas y defender y fortificar al partido.

¿Sirve el documento europeo de los camaradas de la mayoría para esto? ¿Sirve, como planteaba Lenin, para que los militantes agarren “el primer eslabón de la cadena”? ¿Por dónde debe empezar un militante obrero belga? ¿Por “apoyar las luchas cotidianas de las masas” o por defender “una serie de consignas transicionales centradas en el control obrero”? ¿Y un militante español? ¿Comenzará por “propagar sistemáticamente nuestro ‘modelo’ de socialismo” o por “reeducar a la vanguardia obrera en la necesidad de su autodefensa armada”? ¿Y un militante inglés? ¿Empezará por una “propaganda internacional en solidaridad con las luchas antiimperialistas” o por “educar a la vanguardia y a las masas en concepciones contrarias al electoralismo y al parlamentarismo”?

Muchas de estas diez tareas son correctas, pero si les damos a todas la misma importancia, nos vemos obligados a hacer las diez a la vez.

Evidentemente no pueden hacerlo, porque la situación de la lucha de clases en cada país es diferente y exige comenzar por una tarea distinta. Por eso decimos que este documento no arma a los militantes y, por lo tanto, que no es un documento político útil para el desarrollo de la lucha de clases ni de nuestra Internacional.

Pero además, faltan en esa enumeración de tareas, algunas sumamente importantes.

Primera omisión importante: las consignas económicas

De acuerdo al documento, en los próximos meses y años, habrá desocupación creciente y baja del nivel de vida en Europa Occidental. Es decir, que en ese momento la ofensiva está en manos de la burguesía en la mayor parte de los países europeos, lo que constituye la razón de la ruptura del equilibrio. Esta realidad es el origen de la casi totalidad de las actuales luchas obreras. Vale decir que las masas europeas ya están desarrollando importantes luchas económicas defensivas: luchan por defender su nivel de vida y ocupación y no para arrancar a la burguesía nuevas conquistas económicas.

Si existe esa ofensiva económica sobre el movimiento obrero, si éste ha comenzado a movilizarse para defenderse de ella, ¿por qué motivo no hay en todo el documento europeo una sola consigna alrededor de este problema? Sólo se dice, al pasar, que debemos intervenir en las luchas reivindicativas por mezquinas o reformistas que éstas sean. Eso está muy bien, pero, ¿con qué consignas intervenimos? Si nos limitamos a intervenir sin plantear ninguna consigna general para movilizar a amplios sectores, ¿no estamos cayendo en el sindicalismo? ¿Por qué no levantamos nuestras consignas transicionales de “escala móvil de salarios y horas de trabajo”, o alguna adecuación táctica de la misma? ¿Por qué no levantamos la consigna, para toda esta etapa, de “frenemos la ofensiva capitalista contra el nivel de vida y trabajo del movimiento obrero”? ¿Por qué no empezamos a levantar la línea de frente único obrero para frenar esa ofensiva? Al no hacerlo, ¿no estamos condenando a estas luchas económicas a su marco reformista original, en el que las quieren mantener los reformistas y los burócratas?

Esta primera omisión quizás tenga que ver con la última táctica para cinco años votada por los camaradas de la mayoría: el trabajo fundamentalmente sobre la vanguardia.

Pero, provenga de donde proviniere, la ausencia de consignas económicas defensivas, nos desarma frente a las luchas concretas que están llevando adelante los trabajadores en importantes países del continente, y las que seguirán desarrollando en el futuro inmediato.

Segunda omisión importante: las consignas democráticas.

Esta ofensiva económica de la burguesía será inevitablemente acompañada por una ofensiva política: tendencia a gobiernos reaccionarios, a cercenar libertades democráticas, a atacar a los sectores más explotados de los trabajadores, etc. Es decir, que abrirá una etapa política también defensiva, donde será la burguesía la que rompa el equilibrio, y, en un comienzo, los obreros y otros sectores explotados quienes tratarán de mantenerlo.

Cada nuevo “endurecimiento” de algún gobierno le planteará a las masas la necesidad de movilizarse para reconquistar la libertad democrática perdida o defender la amenazada.

Pero el documento europeo no prepara a nuestras secciones para esa situación. Su indiferencia frente a las consignas democráticas elementales comienza al no plantear “ ¡Fuera las tropas inglesas de Irlanda y las portuguesas de las colonias!” y continúa, al dejar abandonadas a las secciones de España, Grecia y Portugal, cuyos regímenes semifascistas han liquidado todas las libertades democráticas.

¿Qué les decimos a los trabajadores de esos países? ¿Que luchen por el “control obrero” o por nuestro “modelo socialista”? ¿No les parecería a los camaradas de la mayoría mucho más correcto si planteáramos alguna consigna democrática específica (asamblea constituyente, elecciones libres, libertad a los presos políticos, legalidad para los partidos, o cualquier otra más conveniente)?

El desprecio por las consignas democráticas llega hasta la omisión de la vieja consigna de nuestra Internacional por la unificación de Alemania en una Alemania soviética y socialista. La tarea de restituir al pueblo alemán su derecho a constituir una nación unificada con un estado unificado y socialista, es la más grande tarea democrática planteada para Europa, mucho más que la independencia de Irlanda. Es una tarea que enfrenta tanto al imperialismo como a la burocracia stalinista, y que sólo se puede cumplir derrotándolos, vale decir, haciendo la revolución socialista en el Oeste y la revolución política en el Este. Sin embargo, los camaradas de la mayoría la ignoran.

Tercera omisión importante: el gobierno obrero y campesino.

El documento europeo baraja la posibilidad de un triunfo próximo de la revolución socialista en algún país de Europa occidental, pero no plantea como consigna central la de “gobierno obrero y campesino”. Sin embargo, en la mayor parte o, como mínimo, en un sector muy importante de países europeos, esa revolución se llevará a cabo por medio de la alianza de la clase obrera con el campesinado y los sectores empobrecidos de la pequeña burguesía urbana.

Para que la revolución triunfe, el proletariado debe conquistar el liderazgo sobre todas las demás clases que participan en ella y debe, por lo tanto, darse una política para ganarlas. Nuestro partido, representante histórico del proletariado, debe darse, en consecuencia, un programa de transición para esas clases o sectores de clase. No entendemos cómo se plantea popularizar nuestro “modelo” de socialismo y en ese modelo no entra la alianza de la clase obrera con el campesinado.

No darse un programa de transición para el campesinado y la clase media pobre de las ciudades que la posibilite y ponga a los obreros en su dirección, tiene todo el aspecto de una posición obrerista y hace imposible la toma del poder.

¿Cómo se nos pide que votemos por un documento que, por un lado afirma que en los próximos años habrá “una primera revolución socialista” y, por otro, no plantea entre las diez tareas centrales el gobierno obrero y campesino, única forma de realizar esa revolución socialista? Nosotros somos elásticos, pero hay cosas que no podemos entender. Esperamos que los camaradas de la mayoría las expliquen algún día.

El programa para los obreros inmigrantes

Los obreros inmigrantes no son un pequeño sector marginal de la sociedad ni de la economía burguesa europea; por el contrario, son uno de sus pilares. En Francia, de cada cuatro obreros manuales uno es un trabajador inmigrante, lo que quiere decir que constituyen la cuarta parte de la espina dorsal del movimiento obrero. Para este sector fundamental, la resolución del documento europeo se conforma con señalar en un subpunto, entre las diez tareas políticas centrales, que debemos organizar campañas de “solidaridad con los obreros inmigrantes (en oposición a cualquier forma de racismo o antiextranjerismo)”. Este término —”solidaridad”— significa que nos es ajeno en cierto sentido. Dicho de otra forma, no es tarea de nuestros partidos en Europa darse un programa de transición para ese sector, sino solamente ser “solidarios” con sus luchas, como si éstas ocurrieran en países lejanos. La mejor prueba de esto es que la resolución menciona esta tarea como internacional y no como parte de nuestro programa nacional para cada sección. Va junto a la solidaridad con las “luchas antiimperialistas”, “luchas obreras en otros países europeos” y “luchas antiburocráticas en los estados obreros stalinizados”.

Los obreros inmigrantes constituyen uno de los principales y tal vez el principal lugar de trabajo inmediato o a corto plazo de muchas de nuestras secciones europeas. Puede ser, será, la base de muchas “unidades-desbordamiento” de las organizaciones reformistas que los ignoren. Será el sector más duramente castigado por la desocupación y la miseria y por el endurecimiento del régimen. Este proceso será paralelo al colonial, en el intento del imperialismo de salvar. su crisis utilizando las desigualdades. Además, al igual que el colonialismo, es fuente de superganancias para el capitalismo europeo y, en esa medida, base objetiva del reformismo. Problema económico-social que ni el documento europeo ni el de sus discípulos franceses soluciona.

La forma en que el documento europeo encara esta cuestión indica que no considera a los obreros inmigrantes parte del proletariado de cada país cuando, por ser el sector más desheredado por el capitalismo, debería ser el sector privilegiado de nuestro trabajo. En la medida en que son un sector económico, social y políticamente discriminado del proletariado europeo, las consignas para los obreros inmigrantes deberían ser: igual salario, igualdad de derechos sindicales y políticos. En la medida en que ellos provienen de colonias, semicolonias o ex-colonias de los imperialismos europeos, deberíamos plantear todas las reivindicaciones que tienen que ver con la autodeterminación nacional: su derecho a dirigir sus comunidades barriales nombrando sus representantes y a mantener sus creencias, su lengua, su cultura y sus costumbres. Debemos plantear que nosotros, los trotskistas, somos los únicos que estamos dispuestos a respetar su voluntad, aunque sólo sean el 1% de la población activa.

Retomemos una gloriosa tradición

Pese a que hace un buen e intenso trabajo entre los obreros inmigrantes y a que su periódico le da importancia a este problema, la sección francesa no toma como importante esta cuestión ni en su documento nacional ni en su programa electoral. Más aún, en las elecciones no levantó la consigna ¡”Abajo la circular Fontanet”! Para el último congreso se escribe sobre todo, menos sobre los inmigrantes y los coloniales.

Sin embargo, la sección francesa de la IV Internacional tiene una experiencia y trayectoria gloriosa a este respecto: nuestros trabajos sobre los trabajadores indochinos y argelinos. La nueva generación trotskista debe estudiar estas actividades que nos permitieron desplazar de la dirección del movimiento obrero indochino y argelino en Francia a los. stalinistas.

Capítulo IV
Dos trayectorias

La mayoría falsifica nuestra historia

En el CEI de diciembre de 1972 los camaradas de la mayoría adoptaron una resolución sobre Argentina en la cual se cuestionaba seriamente a nuestra organización. Dos de las tesis aprobadas contenían unas pocas líneas que eran toda nuestra historia. Sorprendentemente, dado que no se aportó ninguna documentación ni se hizo ningún intento de probar lo que allí se afirmaba, se votó por esta “historia”.

Algo parecido ocurrió cuando se aprobó el documento europeo. Al votar por la estrategia del entrismo “sui generis” se votó sin pruebas ni documentación por la trayectoria de casi veinte años de los camaradas Germain, Frank y Maitán.

La “guerrilla” dentro de la Internacional

Ambas votaciones son algo así como la aplicación del método “guerrillero” a la vida interna de nuestra Internacional. Ambas fueron hechas en forma sorpresiva: nadie estaba enterado de que había que votar a favor o en contra de la historia de nuestro partido desde sus orígenes o de una “estrategia” que ya pertenece al pasado de nuestra Internacional. Con este método, los camaradas de la mayoría han sentado un pésimo precedente: se pueden votar resoluciones históricas sin ninguna clase de discusión preparatoria, y sin documentación. Además han violado uno de los acuerdos de la reunificación, que era precisamente tratar sobre cuestiones que hacen a nuestra política pero no aquéllas que tienen que ver con la historia de nuestro movimiento.

Finalmente, al votar una cuestión histórica que no tiene que ver con nuestra política presente ni con la situación actual de la lucha de clases, los camaradas de la mayoría han roto una tradición del movimiento trotskista. Pero, aunque lo lamentamos, las resoluciones que comentamos ya han sido adoptadas y nos vemos obligados, contra nuestra voluntad, a referirnos a ellas.

Nos sancionan por no obedecer a un demente

En la tesis 13 de la resolución sobre Argentina se hacen afirmaciones o insinuaciones gratuitas contra nuestra organización. Las rebatiremos sumariamente para no transformar esta cuestión en tema de uno o dos libros. Veamos cada una de ellas.

En el año 1951, la dirección de la Internacional y el Congreso Mundial reconocieron al grupo de Posadas como sección oficial argentina. Refiriéndose a ese reconocimiento, la tesis afirma:

“La elección en favor de la tendencia Posadas fue determinada fundamentalmente sobre una base política: la tendencia Moreno caracterizaba la época con un análisis decididamente falso del régimen peronista y por una actitud sectaria contraria al movimiento de masas que el peronismo dirigía.”[118]

No hay pruebas escritas, pero no fue así. La resolución tendría razón, en un aspecto, si dijera que hasta 1948 (no hasta 1951, fecha del reconocimiento de Posadas), nosotros tuvimos una posición sectaria frente al peronismo. Todos nuestros trabajos sobre la historia de nuestro partido lo señalan. Compañeros que han abandonado el movimiento y que son neutrales, tarde o temprano confirmarán quién dice la verdad.

Pero a este hecho hay que agregarle otros, y muy importantes. En primer lugar, que la tendencia Posadas militó en la socialdemocracia proyanqui, sin obreros, y marginada del movimiento de masas peronistas cuando éste surgió. En segundo lugar, que nuestro sectarismo no nos llevó al desconocimiento del movimiento de masas peronista; por el contrario, fuimos la primera organización de izquierda que entró a trabajar con mucho éxito dentro de los sindicatos peronistas.[119] En tercer lugar, que la tendencia Posadas, como consecuencia de nuestros éxitos en el trabajo dentro de los sindicatos peronistas, realizó un violento viraje hacia el movimiento sindical peronista, dos años después que nosotros. En cuarto lugar, que dicho viraje fue, desde su mismo nacimiento, una capitulación ideológica total al peronismo, una posición total y absolutamente oportunista, exactamente igual a la que han adoptado ahora apoyando al FREJULI y a Perón en las elecciones de marzo y abril.

De lo que sí hay una exhaustiva documentación es de la política que el grupo Posadas tenía para la fecha de su reconocimiento. Pero esta documentación no fue hecha pública por los camaradas de la mayoría antes de hacer votar la resolución, ni después; si así lo hubieran hecho, ésta habría quedado bastante maltrecha. ¿Por qué? Porque mientras nuestra organización denunciaba con todas sus fuerzas al gobierno peronista por haber sido el primero que apoyó al imperialismo yanqui en su agresión a Corea del Norte, el posadismo, por su parte, apoyaba con todas sus fuerzas al gobierno peronista; decía que éste había liberado al país del imperialismo, y hacía una intensa campaña de agitación a favor de Corea del Sur y en contra de Corea del Norte.

Cuando nosotros llevamos esta cuestión y la correspondiente documentación al Congreso Mundial, Pablo, que fue el informante oficial del SI en favor del reconocimiento del grupo Posadas, manifestó que no era por sus posiciones políticas que se reconocía a este grupo, ya que tanto las referentes al gobierno peronista como a Corea eran equivocadas, sino por su carácter proletario. Este supuesto carácter proletario los hacía ser disciplinados, y no pretenciosos pequeñoburgueses como supuestamente éramos nosotros, que defendíamos a muerte nuestras posiciones, y nos negábamos a reconocer los “errores”. ¿Cuál esa gran muestra de disciplina? Que Posadas, ante una comunicación del Secretariado Internacional contra su posición sobre Corea, cambió instantáneamente, como por arte de magia, dicha posición. Esa elasticidad acrobática y esa obsecuencia (“disciplina” las llamó el Secretariado Internacional) para girar 180° grados en su posición sobre la más importante lucha revolucionaria del momento en todo el mundo, era la garantía para que se cumpliera el verdadero objetivo del Secretariado Internacional: la unificación del trotskismo argentino.

Vayamos a la segunda afirmación de los camaradas de la mayoría:

“Durante el periodo de escisión, el grupo Moreno se ligó al Comité Internacional, pero en varias ocasiones tomó posiciones que no fueron compartidas por otros componentes del Comité Internacional y provocaron virulentas polémicas, sobre todo en América Latina.”[120]

Es absolutamente cierto que algunas de nuestras posiciones no eran compartidas por el resto del Comité Internacional, y provocaron “virulentas polémicas”. Pero esto no es un pecado. ¿Por qué los camaradas de la mayoría no señalan cuáles eran esas posiciones y quién tenía razón? ¿Por qué esconden el problema detrás del término ocultista “virulentas polémicas”? Nosotros diremos cuáles fueron esas polémicas, de las cuales hay profusa documentación.

1) Discusión con el camarada Luis Vitale sobre si en Bolivia había que impulsar o no la consigna de “Todo el poder a la COB” y las milicias obreras y campesinas, y sobre si, al existir el armamento del proletariado y el campesinado en la forma de milicias disciplinadas a la COB, existía o no poder dual. El camarada Vitale opinaba que no y nosotros que sí. Después de una polémica, y fuerte, el camarada Vitale reconoció que estaba equivocado.

2) Discusión con la tendencia encabezada por Luis Vitale sobre el grupo Moller en Bolivia. La tendencia Vitale opinaba que era el grupo trotskista más progresivo; nosotros que eran revisionistas del trotskismo y la peor variante de nuestro movimiento. Los camaradas de la tendencia de Luis Vitale, contraria a la nuestra, se autocriticaron.

3) Una discusión infernal con el mismo camarada y su tendencia sobre el papel del imperialismo yanqui. Luis Vitale sostenía que no era agresivo ni colonizaba a América Latina; nosotros opinábamos que sí.

El camarada Vitale se autocriticó, aceptando nuestras posiciones.

4) Una discusión muy dura con los lambertistas, por su lentitud en pasar del apoyo al MNA al apoyo al FLN en Argelia.

5) Una nueva discusión, la más fuerte, con el camarada Luis Vitale sobre el castrismo y el papel de Cuba. El camarada Vitale opinaba que la revolución cubana no tenía ninguna importancia, que no cambiaba para nada la relación de fuerzas, ni abría una nueva etapa de la lucha de clases en América Latina; nosotros opinábamos lo contrario.

6) Paralela a ésta, se dio otra discusión alrededor de la lucha armada y la guerra de guerrillas. Luis Vitale sostenía que este aspecto no entraba dentro del programa del trotskismo ortodoxo; nosotros dijimos que sí, que había que incorporar la guerra de guerrillas al Programa de Transición, dentro de la cuestión general de la lucha armada.

7) Discusión sobre nuestro entrismo a las 62 Organizaciones gremiales peronistas. Luis Vitale sostenía que esta táctica nuestra, principalmente su consecuencia de no tener órgano independiente, era oportunista. Nosotros sosteníamos que era un entrismo indirecto y táctico, por poco tiempo, al movimiento obrero peronista. Nosotros entrábamos a las 62 Organizaciones, es decir a una organización político-sindical, donde estaban los mejores elementos de la clase obrera, y desde donde se dirigieron todas las luchas contra el régimen de la “Revolución Libertadora” (el golpe de estado proimperialista que derribó a Perón). Allí no teníamos que someternos a ninguna disciplina política para expresar públicamente nuestras posiciones porque la única exigencia era aceptar formalmente la disciplina del Consejo Superior Peronista y sacarnos el saco en las reuniones sindicales.[121]

Estas fueron todas las grandes diferencias, perfectamente documentadas, que aparecieron dentro del CI. Sobre 7 discusiones, nuestros adversarios se autocriticaron en 3; los hechos nos dieron la razón en otras tres (Argelia, y las dos sobre Cuba), y sostenemos que fue correcta la última referida a nuestra táctica entrista a las 62 Organizaciones Peronistas. Pero aun cuando en esta última nos hubiéramos equivocado, como dicen los camaradas de la mayoría, ¿hicimos mal en plantear estas discusiones y defender nuestras posiciones? ¿Somos nosotros los culpables de las “virulentas polémicas” que desataron? ¿Conocen los camaradas de la mayoría alguna otra “virulenta polémica” que no hayamos mencionado? Si esto último es cierto, deben decir cuál o cuáles fueron, y aportar la documentación correspondiente.

Además de los dos cargos que ya vimos, se nos hacen otros, dé tipo teórico-político. Algunos de ellos se formulan en la carta de Domingo: “actitud hacia el movimiento peronista, papel eventual de la clase media, política de alianzas, caracterización del Programa de Transición de 1938, caracterización de la dirección del PC chino y de la revolución cultural”. Lo único que tenemos que decir es que efectivamente hemos cometido muchos errores teórico-políticos en el desarrollo de nuestro partido, y que nos hemos autocriticado de todos ellos. Pero criticarnos por esos errores, sin ponerlos en el contexto político en que nos desarrollamos, es una gran deslealtad por parte de los camaradas de la mayoría. Sobre todo, porque ellos fueron los responsables de dicho contexto político.

Nosotros debimos formarnos total y absolutamente solos. Durante años y años, las puertas de nuestra Internacional estuvieron herméticamente cerradas para nosotros por un solo y fundamental “pecado”: negarnos a capitular ante el demente que los camaradas de la mayoría designaron en 1951 como virrey de la Internacional en América Latina: Posadas. No decir que Posadas fue parte integrante de la dirección de nuestra Internacional, con el apoyo incondicional de los camaradas Germain, Pablo, Frank y Maitán; no decir que este loco hizo lo que quiso durante años y años; no decir que Posadas enloqueció a todo el trotskismo latinoamericano planteando posiciones demenciales y realizando maniobras febriles; no decir que esas maniobras y posiciones tuvieron el apoyo incondicional de los camaradas Pablo, Germain y Frank; no decir que por negarnos a acatar a semejante delirante se nos aisló de la Internacional; no decir todo esto es no ubicar nuestra trayectoria dentro del contexto político en que se dio.

Por otra parte, los errores teórico-políticos de que nos hemos autocriticado, no son en absoluto tan graves como plantea la resolución. Pero, como todo problema teórico, merecen una discusión más seria y mejor ubicada en el conjunto de nuestros aportes.

¿Quién luchó contra las desviaciones oportunistas de nuestra organización?

Finalmente, hay un cargo permanente contra nosotros: que capitulamos al peronismo. Es totalmente cierto que, a partir de nuestro entrismo, y principalmente desde la publicación de Palabra Obrera, nuestra organización sufrió graves desviaciones oportunistas. Todas esas desviaciones tuvieron una matriz común: la capitulación al peronismo y a la burocracia sindical. Aún más, las tendencias capituladoras tuvieron la dirección de nuestra organización durante largos periodos. Pero quienes nos hacen estos cargos se olvidan de señalar que hubo grandes luchas tendenciales y fracciónales contra la capitulación al peronismo. No dicen que los camaradas Ernesto González y Nahuel Moreno formaron todo tipo de fracciones y tendencias y escribieron muchos documentos internos en contra de las tendencias que capitulaban al peronismo. No aclaran que esta lucha fraccional les significó ser marginados de la dirección del partido, quedando en cargos decorativos. Tenemos toda la documentación que los camaradas de la Internacional necesiten para demostrarlo. ¿Los camaradas de la mayoría aprueban nuestra lucha contra las desviaciones oportunistas y claudicantes frente al peronismo, llevadas a cabo contra la vieja dirección mayoritaria de Palabra Obrera? ¿O nos hacen responsables de los errores y desviaciones de esa dirección? ¿Aprobamos los trotskistas la lucha de Lenin contra los errores oportunistas de los viejos bolcheviques? ¿O lo hacemos responsable de ellos?

La respuesta a esta pregunta por parte de los camaradas de la mayoría es muy importante, porque justamente las tendencias guerrilleristas anteriores, y la última (el PRT(C)), se nutrieron de esos viejos sectores oportunistas. Y es más importante aún porque nuestro partido actual es la consecuencia de las profundas luchas fracciónales que llevamos contra ellas. Por eso estimamos imposible, aunque se lo exijamos a gritos, que los camaradas de la mayoría respondan categóricamente a esta pregunta. Si responden que no aprueban nuestra lucha contra las tendencias que claudicaron al peronismo, deben apoyar la política claudicante de esas tendencias (que ellos nos atribuyen a nosotros). Si responden que aprueban nuestra lucha contra ellas, estarán reivindicando, en general, a nuestra trayectoria y a nuestro partido actual. Por eso, aunque las conocen perfectamente, los camaradas de la mayoría ocultan esas luchas tendenciales y la posición que nosotros asumimos en ellas.

Este documento trata de demostrar que todos los cargos políticos concretos que se nos formulan para nuestra última época son falsos. No entramos en la discusión profunda de todos nuestros errores teórico-políticos por el motivo que ya dimos: una discusión teórica debe ser hecha en forma seria y documentada y no puede ser objeto de una resolución. Pero nos queda algo muy importante que decir.

Un mérito exclusivamente nuestro: seguir siendo trotskistas

Pese a todos los errores teórico-políticos, nuestro partido es, en la Argentina, el único formado por cuadros trotskistas. Los dos reconocimientos oficiales efectuados por los camaradas Germain, Frank, Maitán y Pablo, han resultado funestos para nuestro movimiento a escala mundial. Posadas y el PRT(C), son, hoy en día, enemigos mortales de la IV Internacional. Y la verdadera historia es que el único trotskismo consecuente que hemos visto en los últimos treinta años en nuestro país es el de nuestra organización.

Si los camaradas de la mayoría se comportaran como tales, deberían haber dicho: “El partido argentino ha cometido en su trayectoria muchos errores teórico-políticos; hemos discrepado frecuentemente con él y quedan aún muchas cuestiones políticas concretas en las que discrepamos, pero reivindicamos a muerte su trayectoria. La reivindicamos porque, pese a que nosotros nos equivocamos al reconocer a Posadas y aislar de la Internacional a los camaradas (creando de esta manera un terreno fértil para que cometieran errores) hasta que Posadas se hizo enemigo de la Internacional; pese a que volvimos a equivocarnos al reconocer al PRT(C), lo que se demostró cuando al poco tiempo este grupo se hizo enemigo de la IV Internacional; pese a todo ello, los camaradas del partido argentino han seguido siendo trotskistas, y han defendido a muerte a nuestro partido mundial, y hoy, en medio de una dura polémica, siguen defendiéndolo. Nosotros, la mayoría de la Internacional, hicimos todo lo posible para que los camaradas argentinos nos dieran la espalda a nosotros y a nuestro movimiento. Pese a ello los camaradas argentinos son hoy más trotskistas que nunca; están más firmemente que nunca con la IV Internacional, mientras que aquellos a quienes ayer apoyamos, hoy son nuestros enemigos. Por ese solo hecho reivindicamos la trayectoria de los camaradas argentinos”.

Pero los camaradas de la mayoría no dicen nada de todo esto. Por el contrario, se han erigido en verdaderos censores de nuestra organización; están por excomulgarnos. ¿Con qué derecho político? ¿Acaso ellos han tenido una trayectoria política impecable, plagada de aciertos? Así deben creerlo, puesto que nunca se han hecho una autocrítica importante.

Es curioso que la resolución de diciembre de 1972 que estamos comentando casi no toque nuestra política frente a los grandes hechos de la lucha de clases internacional, y es una lástima porque lo que mejor define a una organización o tendencia es, justamente, su política internacional.

Por eso, no hay mejor forma de demostrar el oportunismo de cualquier organización que señalar sus claudicaciones frente a los grandes hechos internacionales. Alrededor de la mayor parte de esos grandes hechos los camaradas de la mayoría de la Internacional se han equivocado en el análisis, la caracterización, las previsiones y la política. En cambio, en la mayoría del los casos, nosotros propusimos una política correcta. Comparemos.

Dos trayectorias frente a los grandes acontecimientos mundiales

En el documento europeo de la mayoría se vaticina que vendrá un periodo de “cuatro o cinco años antes de que se produzcan decisivas batallas”. Y en los restantes, pero especialmente en los de Germain, se prevé el futuro con comparaciones relativas al fascismo o al nazismo. Parecería que si no comprendemos su estrategia, corremos el peligro de que el fascismo triunfe en América Latina o en el mundo y que, en cambio, si adherimos a ella, al menos no caeremos sin luchar. Esta verdadera manía por los vaticinios que nunca se cumplen es una constante de la trayectoria política de Germain y de los líderes más connotados de la mayoría. Hagamos un poco de historia.

Si tuviéramos que señalar algunos de los hechos más importantes de la economía y la política de los últimos 25 años, estamos seguros de que, entre otros, indicaríamos los siguientes:

1) El boom económico imperialista de posguerra y el colosal resurgimiento de la economía capitalista alemana;

2) La transformación del Este de Europa en estados obreros “deformados”;

3) La revolución china;

4) La política permanente de coexistencia pacífica de la URSS con el imperialismo. La imposibilidad imperialista de iniciar la guerra mundial en la década de los 50;

5) La trayectoria y el carácter stalinista de los partidos comunistas chino y yugoslavo. La necesidad, por lo tanto, de la revolución política y de la construcción de partidos trotskistas;

6) Agudización de la lucha de clases en el mundo colonial, llegando al punto de levantamientos en muchos países (Argelia, Congo, etc. );

7) La revolución cubana y su repercusión a escala mundial;

8) La agresión del imperialismo yanqui a Corea y, últimamente, a Vietnam;

9) Surgimiento de un movimiento antibélico internacional contra la intervención del imperialismo yanqui en Vietnam, con fuerte apoyo en Estados Unidos;

10) La radicalización de la juventud en todo el orbe;

11) El ascenso del movimiento de masas en Europa a partir de mediados del año 60, con epicentro en Francia, Irlanda del Norte, Grecia y España;

12) La lucha armada, con características de guerra civil en dos únicos países latinoamericanos (desde Santo Domingo): Bolivia y Chile.

Todos estos hechos son mucho mejor conocidos por los cuadros de la Internacional que los problemas tácticos nacionales. Los compañeros de la mayoría cometen un “error” al no tratar de demostrar nuestro oportunismo y método equivocado por medio de esos ejemplos. Y es penoso porque sobre muchos de esos puntos cruciales hemos tenido divergencias profundas. Sobre otros, nuestro movimiento en su conjunto, aparentemente, tuvo una apreciación común. Últimamente, algunos de los documentos de la mayoría nos hacen dudar de que haya sido así.

Dejando de lado esos últimos documentos, nosotros hemos discrepado o criticado los siguientes análisis del camarada Germain o sus compañeros de la mayoría:

A) El boom económico imperialista de posguerra y el colosal resurgimiento de la economía capitalista alemana.

Para 1946-1948, la mayor parte de nuestro movimiento, con Pablo-Germain a la cabeza, sostenían que el imperialismo yanqui iba hacia su más grande crisis económica y que la economía europea se mantendría en la estagnación y el marasmo:

“El resurgimiento de la actividad económica de los países capitalistas afectados por la guerra, en particular los países de Europa continental, estará caracterizado por un ritmo particularmente lento, que la mantendrá por largo tiempo en niveles cercanos a la estagnación y el marasmo”. “Siendo la economía norteamericana la única que puede satisfacer las necesidades inmediatas del mercado mundial, podrá conocer un desarrollo relativo que estimulará el pleno funcionamiento de su aparato productivo”.

“Sin embargo, las capacidades limitadas del mercado interior y mundial se opondrán en breve tiempo a este acrecentamiento de la producción”. “Los Estados Unidos se encaminarán hacia una nueva crisis económica, más profunda y amplia que la del 29-33 cuyas repercusiones quebrarán el conjunto de la economía capitalista mundial”.[122]

Por la misma época, Germain y sus amigos vaticinaban que Alemania se mantendría como un país atrasado y se oponían “a los planes destinados a transformar el centro industrial de Europa en semidesierto agrícola...”[123]

Dos años después, en pleno comienzo del Plan Marshall, insistían en que:

“Debe considerarse que la política deseada y aplicada de manera consecuente (del ‘plan Morgenthau’ a los acuerdos de Potsdam) por los vencedores, ha sido la de la destrucción parcial de este potencial, de la transformación del pueblo alemán en un ‘pueblo de pastores’, y de la eliminación definitiva de su potencial industrial”.[124]

En ese mismo artículo, para que nadie creyera que se limitaban a describirnos los planes del imperialismo para Alemania, el compañero Germain nos lanzaba otro de sus “célebres vaticinios”:

“La tendencia del movimiento económico es, en consecuencia, netamente la de una disolución del mercado capitalista ‘clásico’, y ‘la pauperización progresiva y paralizada por el desmembramiento de su propio cuerpo, la economía alemana no podrá reanimarse sensiblemente, a pesar de las inyecciones de oxígeno que le da el imperialismo norteamericano”.[125]

Para 1948, casi un año después de que comenzó el Plan Marshall, el compañero Germain propuso un proyecto de resolución sobre Alemania en el II Congreso Mundial. Allí decía que Alemania iba a quedar reducida a ser un país atrasado de carácter agrícola.

Contra estas concepciones fatalistas sobre la economía imperialista se formó en nuestra Internacional, entre los años 194648, una tendencia constituida por la mayoría inglesa y nuestro partido. Entre otros documentos se puede citar el primero que produjo esta tendencia:

“Todos los factores, a escala mundial y europea, indican que la actividad económica en Europa Occidental en el próximo período no puede ser caracterizada por la ‘estagnación y el marasmo’ sino como un período de recuperación y de desarrollo”.[126]

La resolución que propusimos, como tendencia, al segundo Congreso Mundial, fue rechazada y se aprobó la línea del camarada Germain, de la que ya hablamos. No ocurrió lo mismo con su proyecto sobre Alemania, que fue rechazado por el Congreso, ante una moción en contra de Pablo-Roura-Moreno. Citamos todos estos hechos porque, si exceptuamos la discusión entre defensistas y antidefensistas, la lucha tendencial más importante desde la preguerra hasta el segundo Congreso Mundial fue esta polémica sobre las perspectivas económicas.

Es bueno que se sepa que, a pesar de nuestro acuerdo con la mayoría inglesa alrededor de este problema, no formamos tendencia política alguna con ella. Más aún, votamos a favor de la política de entrismo en el laborismo de la minoría inglesa que eran los partidarios de Pablo-Germain. Votamos así por razones distintas a las que daban estos camaradas: lo hicimos porque sosteníamos que era la política correcta frente a la etapa de quietud que se abría en el movimiento obrero inglés, como consecuencia de la traición laborista y la reconstrucción económica.

B) La transformación de los estados capitalistas del Este Europa en estados obreros “deformados”

En 1946, Germain y sus amigos sostenían que la burocracia soviética, por “naturaleza de clase”, defiende “la propiedad privada” y el “capitalismo de estado” en el este de Europa.

Así definieron, en abril de 1946, la política de la burocracia soviética:

“... ‘inherente a su naturaleza de clase’, como el intento del combinar de alguna manera el régimen de la propiedad privada con un régimen de capitalismo de estado, una vez asegurado su propio control sobre el estado”.[127]

Así fue como la dirección de nuestra Internacional (Pablo, Germain, Frank), levantaron la tesis de que, sin movilización revolucionaria de las masas, no podía haber cambio de estructural en los países del Este de Europa.

En el año 1948 se produjo, sin que nosotros lo hayamos previsto ni comprendido, ese cambio en la estructura de los países? del Este de Europa, efectuado por la burocracia soviética. Ello provocó un profundo choque en nuestras filas. Pablo, Hansen y nosotros, iniciamos la lucha teórica para demostrar que habían surgido nuevos estados obreros “deformados” y que esto, principalmente en Yugoslavia, había sido producto del movimiento de masas. El líder de la otra tendencia fue el compañero Germain, quien se aferró a la caracterización que hemos resumido más arriba, que sostenía que los estados del Oriente de Europa no eran obreros, sino que seguían siendo capitalistas. Sólo después de una ardua polémica, Germain se autocrítico y cambió de posición.

C) La política permanente de coexistencia pacífica de la URSS con el imperialismo. La imposibilidad imperialista de iniciar guerra mundial.

Los camaradas de la mayoría sostuvieron que la guerra mundial se iba a producir inevitablemente antes de 1954.

“Es precisamente por esta razón, —decía el compañero Germain en julio de 1951— que el imperialismo se ha lanzado a la preparación militar de la guerra, para hacerla lo más pronto posible, una vez que el aparato militar haya alcanzado un cierto nivel (a más tardar de aquí a dos o tres años). Ninguna victoria revolucionaria internacional, salvo la de la revolución norteamericana, puede impedir esta marcha hacia la guerra de Wall Street... Es precisamente porque existe esta polarización particular de fuerzas y debilidad extrema del capitalismo internacional, potencia suprema del capitalismo norteamericano, que la guerra se ha vuelto inevitable, porque la burguesía norteamericana ha comprendido que, de esperar más tiempo después del logro de su actual programa de armamentos, se corre el peligro de introducir la crisis revolucionaria en su propio bastión”.[128]

Nosotros sostuvimos, contra lo que decía Germain, que: “No hay para el imperialismo mundial una sola posibilidad: la guerra mundial en uno o dos años como creen marxistas apresurados. Pero que la haga o no, depende de muchos factores, uno de los más importantes, es el de que la dirección de los estados no capitalistas, sobre todo el Kremlin, esté firmemente dispuesto a llegar a un acuerdo con el imperialismo. Esta posibilidad siempre estará abierta dado el carácter contrarrevolucionario y oportunista de la burocracia que domina la URSS y China respectivamente. Puesta ante el dilema: o perder los privilegios por ayudar o hacer concesiones al movimiento de masas, o salvar los privilegios pactando con el imperialismo, nosotros creemos que la burocracia tiene que optar por pactar con el imperialismo”. “En estas condiciones generales al imperialismo yanqui se le hace imposible llevar a cabo o declarar en este momento la guerra mundial”.[129]

D) La trayectoria stalinista de los partidos comunistas chino y yugoslavo. La necesidad de la revolución política y de los partidos trotskistas.

En el año 1954, el compañero Germain opinó que los partidos comunistas yugoslavo y chino habían dejado de ser stalinistas, para transformarse en centristas que “se aproximaban al marxismo revolucionario”.

“Espontaneidad de masas, dirección empírica, primeros progresos de la conciencia hacia el marxismo revolucionario: he aquí lo que caracteriza la primera fase de la ola revolucionaria mundial. Estas tres características pueden ser resumidas en una sola fórmula: la primera fase de la revolución mundial es la fase del centrismo. El término es impreciso y vago: él reúne de hecho todos los fenómenos políticos obreros más allá del reformismo y del stalinismo tradicional, y más acá del marxismo revolucionario. En este caso, Tito y Mao Tse Tung, Bevan y los dirigentes de las corrientes del partido socialista japonés de izquierda, los líderes del 17 de junio de 1953 y los dirigentes de la huelga de Vorkouta, los primeros dirigentes de las corrientes de oposición de izquierda en los P. C. de masas (Marty, Crispin, etc. ), encuentran su lugar en esta reunión heteróclita del centrismo”. “Se trata en verdad de un centrismo completamente diferente del centrismo de los años 30, el centrismo de tendencias que se separaban del marxismo revolucionario en el retroceso de la revolución. Se trata por el contrario de un centrismo de tendencias que se aproximan al marxismo revolucionario bajo la presión del progreso de la revolución”.[130]

Este análisis de los partidos se trasladó a los respectivos esta-dos y a nuestra política; la conclusión fue obvia: en Yugoslavia y en China no estaban planteadas ni la revolución política ni la construcción de partidos trotskistas.

“Como el P. C. Chino y, en alguna medida, aún el P. C. yugoslavo, son en realidad partidos centristas burocráticos, pero se encuentran todavía bajo la presión de la revolución en su país, nosotros no llamamos al proletariado de esos países a constituir nuevos partidos revolucionarios o a preparar una revolución política en esos países”.[131]

Nuestras caracterizaciones y nuestra política hacia el maoísmo, son, a la política internacional, lo mismo que el entrismo a las 62 Organizaciones a la política argentina: el centro de los ataques que nos hace la mayoría. Para ello falsifican nuestras posiciones insinuando que capitulamos. Demostrarlo les va a ser imposible, puesto que, a diferencia de ellos que veían evolucionar a los chinos hacia el marxismo revolucionario, siempre hemos sostenido que el maoísmo era una corriente pequeñoburguesa y burocrática.

Para no aburrir con citas, nos detendremos solamente en las que tienen que ver con el período de nuestra unificación con el FRIP dirigido por Santucho, el período más atacado por los camaradas de la mayoría. Para esta unificación planteamos como condición sine qua non la aceptación por parte de estos camaradas de nuestras tesis internacional del año 1963. Los camaradas aceptaron. Veamos ahora esas tesis:

“El maoísmo es cualitativamente diferente del trotskismo porque desconoce en su programa y en su actividad la esencia del trotskismo: la lucha por la dictadura del proletariado a escala mundial: una estrategia, un programa y una organización mundial”.[132]

Una posición nuestra, sacada como siempre fuera de contexto, puede haber llevado a la confusión a los camaradas de la mayoría sobre nuestra caracterización del maoísmo. Nosotros denominamos al PC Chino, al igual que al yugoslavo y al cubano, como “revolucionario”. Lo hicimos así porque creímos que, tanto Cuba como Yugoslavia y China, entraban dentro de la definición de Trotsky de que, en algunos países y en casos excepcionales, podía ocurrir que una situación objetiva sin salida impulsara a los partidos pequeñoburgueses a tomar el poder, romper con los explotadores e instaurar gobiernos obreros y campesinos. Para definir a esos partidos pequeñoburgueses que han hecho la revolución, tomamos el calificativo de “revolucionario” que utilizó la Internacional Comunista para definir a los movimientos nacionalistas burgueses o pequeñoburgueses que luchaban contra el imperialismo. A los que colaboraban con el imperialismo, la Internacional Comunista los denominaba movimientos nacionalistas burgueses “reformistas”; a los que luchaban contra él, “revolucionarios”. Pero, aun en el caso de que hubiéramos utilizado mal este calificativo, jamás dijimos, como los camaradas de la mayoría, que estos partidos podían evolucionar hacia el marxismo revolucionario, sino exactamente lo opuesto.

La segunda cuestión es si estaba planteada la revolución política en China y Yugoslavia. Ya vimos que los camaradas de la mayoría opinaban que no lo estaba. Nosotros opinábamos que sí, pero hacíamos una distinción entre el carácter de los gobiernos de estos países y el de Rusia, así como entre unas y otras etapas de la revolución política que estaban planteadas en cada una de ellas:

“El estado chino no es como Rusia el producto de una economía y estado socialista conquistado por las masas, y cuyo poder y control económico le es arrebatado por una burocracia contrarrevolucionaria. No es una unidad altamente contradictoria de la revolución-contrarrevolución, como Rusia, sino el producto de un proceso revolucionario único incompleto, que no dio origen a órganos de poder obreros y a partidos y líderes marxistas revolucionarios. China, al igual que Indochina, Corea y Cuba, y posiblemente Yugoslavia y Polonia, son procesos revolucionarios todavía en transición, dinámicos, dentro de un proceso revolucionario mundial permanente. De ahí nuestra definición de estados obreros en transición con gobiernos dictatoriales revolucionarios obreros y campesinos, o sea, pequeño burgueses.”[133]

Concretamente, nosotros poníamos un signo igual entre Cuba y China e insistiendo en las diferencias entre este último país y la URSS, decíamos:

“Creemos que la caracterización diametralmente opuesta de ambos gobiernos y estados, debe llevarnos a un ajuste cuidadoso de la teoría programa de la revolución política para ambos países. Antes que nada debemos señalar que la dinámica y las etapas de la revolución política inevitablemente deberán reflejar la profunda diferencia de la estructura de ambos estados y gobiernos”.[134]

Luego tratábamos de precisar la situación en China e Indochina:

“Nunca se ha precisado el carácter que tendrá el proceso de la revolución política en China e Indochina... Concretamente, estos países viven una etapa política de transición entre las revoluciones de Febrero, ya cumplida, a la revolución de Octubre, la dictadura del proletariado. Esta etapa se plantea con una dinámica muy lenta por la inexistencia de los organismos objetivos y subjetivos de la dictadura del proletariado: órganos de poder, partidos y líderes marxistas revolucionarios”.[135]

Finalmente, resumíamos toda nuestra posición de la siguiente manera:

“La revolución política que nos planteamos en Rusia es cualitativamente diferente a la que nos planteamos en China. En aquélla planteamos la liquidación urgente, inmediata y masiva del régimen gubernamental actual. En ésta, el desarrollo de la revolución en curso y por esa vía una diferenciación y un desarrollo del poder obrero que nos permita plantearnos, eso sí, en otra etapa, la dictadura del proletariado, por los caminos y a través de la lucha que prosigue el desarrollo objetivo y subjetivo de los elementos que la posibilitan”.[136]

También en esta cuestión seguimos sin ver la razón de los ataques de la mayoría: nosotros planteábamos que había que hacer la revolución política en los estados obreros “deformados”, por ejemplo China, y ellos planteaban que no. Es verdad que nosotros confundimos la lucha por la democracia obrera, o sea, la revolución política, con la expresión “dictadura del proletariado”. Lo que sí hemos sostenido es que la revolución política en China se iba a dar en una forma y con consignas distintas a la rusa.

Para terminar, una tercera cuestión en que se nos ataca es por haber sostenido que los maoístas son grandes teóricos y prácticos de la guerra de guerrillas rural, y que algunas pocas de sus enseñanzas militares deben ser incorporadas al programa de transición (de la misma manera en que Lenin incorporó las enseñanzas de una corriente pequeñoburguesa, los populistas, a su concepción del partido).

En estas tres cuestiones teóricas, el carácter de los partidos comunistas chino, yugoslavo y cubano, el problema de la revolución política y sus etapas en los estados obreros deformados, y el problema de la guerra de guerrillas en relación al programa trotskista, nuestra Internacional no tiene todavía una respuesta teórica totalmente satisfactoria. Son discutibles muchas de nuestras afirmaciones. ¿Es cierto que se vivió una etapa democrática de febrero en China, Yugoslavia y Cuba? ¿Se puede hacer la misma definición de Cuba que de China y Yugoslavia?

¿Debemos incorporar la guerra de guerrillas rural al Programa de Transición? ¿Cómo lo hacemos?

Todas estas cuestiones teóricas siguen planteadas y allí están 1 nuestros viejos aportes para ser discutidos en la elaboración de una respuesta teórica científica y definitiva. Pero, volviendo a la historia, hay dos hechos ciertos: los camaradas de la mayoría plantearon que los partidos comunistas chino y yugoslavo se acercaban al marxismo revolucionario y nosotros planteamos que eran corrientes pequeñoburguesas burocráticas que estaban impedidas de hacerlo por esa simple razón de clase; los camaradas de la mayoría sostuvieron que no estaba planteada la revolución política en China y Yugoslavia, y nosotros sostuvimos que sí lo estaba.

B) El ascenso del movimiento de masas en Europa desde mediados de los años 60, con epicentro en Francia, Italia, Irlanda del Norte, Grecia y España.

Germain y sus amigos sostenían que no iba a haber problemas importantes en Francia e Italia durante 1968 y 1969.

Veamos cómo se preparaban para intervenir en el célebre mayo francés.

“En la Europa capitalista, los problemas más importantes se sitúan por un lado en el país capitalista más viejo, Inglaterra, y por el otro en España y Grecia, porque la agravación de la situación económica en Europa, donde el número de desocupados llega actualmente a 3 millones, ha reducido el margen de maniobras del capitalismo en los países más pobres”.[137]

Alejados del terreno de los hechos, nosotros no previmos lo que podía suceder. Sin duda fue una falla nuestra, Pero, ¿qué pueden argumentar los camaradas de la mayoría? ¿Qué nombre le damos a quienes no saben prever los hechos que modificaron en forma espectacular la realidad en la que ellos mismos están inmersos, en el término de semanas? ¿Qué decir de teóricos que viven haciendo pronósticos para 4 ó 5 años y no saben hacerlos para 2 ó 3 meses? ¡Y pensar que nos critican por no haber previsto la situación argentina con uno o dos años de anticipación!

F) La lucha armada, con características de guerra civil, en dos únicos países de Latinoamérica (desde Santo Domingo): Bolivia y Chile.

Germain y sus amigos decían, en 1971, que iba a haber lucha armada en toda América Latina, menos en Bolivia y Chile.

La mayoría ha insistido, una y otra vez, en que para todo nuestro continente está planteada la lucha armada. Prácticamente no hay país donde no haya que aplicar tácticamente la estrategia de la “lucha armada”, tan cara a Germain. Pero en 1971, había países donde esa lucha armada, según los compañeros de la mayoría, no estaba “a la orden del día”.

Menos de dos meses antes de la caída de Torres, el camarada Frank afirmaba:

“En este momento, no sabemos por cuánto tiempo será, la lucha armada no está a la orden del día en Chile y Bolivia”.[138]

Cuando comenzaba el gobierno de Torres, el compañero Blanco, expresando la opinión de la minoría, decía lo opuesto:

“Así pues, el trabajo leninista se impone no sólo en el Perú donde estamos en un compás de espera, sino también en Bolivia y Chile que están o pueden estar al borde de la lucha armada”.[139]

G) El sangriento final de la experiencia reformista de Allende en Chile.

En 1971, Germain y sus amigos sostenían que Allende y el imperialismo marcharían de común acuerdo hacia la variante democrática.

Nada mejor que recurrir al artículo del camarada Mandel “Imperialismo y Burguesía Nacional en América Latina” para ver cómo caracterizaban los camaradas de la mayoría a los gobiernos nacionalistas burgueses latinoamericanos y a sus relaciones con el imperialismo.

“En esta modificación de los intereses económicos es don-de es preciso buscar la explicación de la extraña complacencia que el imperialismo americano ha manifestado hasta ahora con respecto a las nacionalizaciones del general Velasco, del general Ovando e incluso las preparadas por Allende. ‘Indemnizad y permitid la reinversión en el sector manufacturero de nuestro país: es todo lo que pedimos’.”

“El ‘reformismo militar’, en tanto que último dique ante la ‘subversión castrista’ o ‘anarquista’, esa es la línea estratégica que el imperialismo americano parece haber adoptado desde el informe Rockefeller”.[140]

Y, en particular, refiriéndose al gobierno de Allende, La Gauche, un órgano estrechamente ligado al compañero Germain, decía:

“Nacionalizar las minas de cobre ha sido la más espectacular de sus medidas. Pero este tipo de acción ya no es una afrenta a los imperialistas. En vista del peligro siempre creciente de la revolución en América Latina, que amenazan derribar definitivamente sus intereses, los imperialistas han decidido —después de la gira de Rockefeller— modernizar las formas de penetración en el área”.

“Ahora el imperialismo se está retrayendo de la extracción de materia prima, que era la forma principal y más cruda de robarle al tercer mundo. Tal viraje permite una aparente liberalización de la economía y la vida social, para sectores limitados, desde luego. Es por eso que la atmósfera parece estar aflojando en América Latina. El imperialismo tiene nuevas perspectivas. Los regímenes, militares ‘de izquierda’ van viento en popa. Y con esta perspectiva Allende muy bien podría ofrecer una variante democrática que vaya perfectamente de acuerdo con los proyectos de desarrollo que el neoimperialismo tiene para América Latina”.[141]

Mientras los camaradas de la mayoría hacían este tipo de caracterización, nosotros opinábamos exactamente lo contrario:

“En el momento en que la burguesía chilena se unifica tras el gobierno de Allende en respaldo de la expropiación de las minas de cobre, creándose una situación de gran fricción con los Estados Unidos... “ (La Verdad, 27-10-71). “La continuidad del ascenso obrero y campesino en Chile y las maniobras y presiones de la burguesía contra las concesiones populistas de Allende, y del imperialismo contra las medidas nacionalistas, van a ir elevando la presión de la caldera pese a la buena letra que intente el gobierno y al freno que ejercen los partidos reformistas y la burocracia sindical”. (La Verdad, 10-11-71). “El único camino de los trabajadores chilenos hacia el socialismo, es la revolución. La vanguardia obrera, estudiantil y campesina, sin hacer concesiones al reformismo de la Unidad Popular, debe desarrollar la movilización y organización de las masas por sus reivindicaciones económicas y políticas. Sobre esta base, y con los métodos de la lucha de clases, debe estar en primera fila en la de defensa del gobierno de Allende contra los ataques de la derecha y el golpe burgués imperialista, sin depositar la más mínima confianza en la dirección allendista. Este es el único método que garantizará lo conquistado: el otro, el de Allende, prepara derrotas a lo Perón o Torres”.[142]

Llegó la hora del balance

Hemos relatado los puntos más importantes en los que hubo diferencias entre la mayoría y nosotros. Sería una deslealtad de nuestra parte negar que, en medio de sus garrafales errores, los camaradas de la mayoría han tenido algunos aciertos importantes como su propaganda y actividad en el proceso de la lucha de liberación argelina, y el haber apoyado desde un principio, apenas se recibieron las primeras noticias de su existencia, a la guerrilla castrista en Cuba, como así también su denuncia de la agresión yanqui en Corea y Vietnam, el reconocimiento de la nueva vanguardia juvenil, etc. De estos aciertos, algunos tampoco fueron totales. La política del entrismo “sui generis” también se reflejó en ellos (no tanto en Cuba donde no teníamos nada, como en Argelia, donde existía un grupo de nuestra Internacional). En Argelia esta política llevó a cambiar el eje del entrismo; ya no fue en el stalinismo como lo era a nivel mundial, sino en el FLN. El resultado fue la claudicación política frente a ese movimiento pequeñoburgués, del que nuestros camaradas terminaron siendo algo así como asesores. No lograron que nuestra participación en el proceso argelino culminara, como mínimo, en la construcción de una fuerte sección de nuestra Internacional.

Hemos ido acompañando cada uno de los capítulos de esta historia con la correspondiente documentación. Es decir, hemos cumplido con un requisito metodológico fundamental que los camaradas de la mayoría no pueden cumplir porque, si lo hicieran, se les vendrían al suelo las falsas historias que sobre nuestra organización y sobre su propia trayectoria, están haciendo circular por toda la Internacional.

Sin embargo, pese a estar documentada, y pese a que podemos aportar en cualquier momento las pruebas qué se nos pidan, no vamos a caer en el mismo error metodológico de la mayoría, como sería proponer que algún organismo de nuestra Internacional votara esta historia de la trayectoria de la mayoría.

Si nuestra Internacional pretende seguir siendo el partido mundial revolucionario de la clase obrera, deberá volver a la tradición de votar solamente resoluciones políticas que armen a todos sus cuadros para la lucha de clases; nunca balances históricos de la trayectoria política de ninguna organización ni tendencia.

El objetivo de este capítulo es demostrar en qué puntos discrepábamos, de qué lado estuvieron los aciertos y de qué lado los errores en más de veinticinco años de lucha por la construcción de la Internacional. Los nuevos cuadros de nuestro movimiento están ahora en condiciones de hacer ese balance. Lamentablemente, el resultado salta a la vista: el grueso de los errores estuvo a cargo de los camaradas que hoy lideran la tendencia mayoritaria.

La causa de tantos errores

Después de tantos años de estudiar las posiciones de los camaradas y polemizar con ellos podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que la fuente de sus errores es el impresionismo. Este consiste en aislar de su contexto uno o más hechos espectaculares —”impresionantes”— e, ignorando las tendencias contrapuestas, es decir otorgándoles una dinámica favorable al máximo, sacar de allí las conclusiones. Estos son a menudo los análisis burgueses o las acciones de la vanguardia, porque ocupan las primeras planas de los periódicos, aunque el tamaño de la noticia no guarde relación con su importancia para el movimiento de masas. Trataremos de explicar cómo “impresionaron” a la mayoría los acontecimientos mundiales que hemos resumido más arriba.

A) El comentario periodístico de los años 4648, era que Europa y Alemania habían quedado agotadas después de la guerra y existía un plan Morgenthau para mantener a Alemania como país atrasado. El compañero Germain escribió todas las barbaridades que vimos porque creía devotamente en la efectividad de los planes del imperialismo, especialmente en el plan Morgenthau. No pensaba, como nosotros (y como cualquier buen marxista), que los planes “racionales”, subjetivos, del imperialismo en el terreno económico, raramente o nunca se cumplen, porque triunfen las leyes “irracionales”, objetivas, del capitalismo y el imperialismo. Por el contrario, Germain trasladó a un lenguaje marxista su creencia en los planes del imperialismo y sacó la conclusión general de que Europa estaba condenada al estancamiento y el marasmo, y Alemania a ser un país agrícola hasta la eternidad.

B) El stalinismo, ante el ascenso del movimiento de masas, hacía esfuerzos para conciliar con el imperialismo y el capitalismo del Este de Europa. Esos eran sus “planes”. Pero tampoco los planes de la burocracia pueden cumplirse por encima de las leyes objetivas de la lucha de clases. El compañero Germain, olvidándose del carácter social de la burocracia, y revisando el análisis marxista, sacó la conclusión de que conciliar con el capitalismo y la propiedad privada, era una “propiedad eterna” de la burocracia stalinista en el Este europeo. Esta, como producto de un estado obrero (y justamente “por razones inherentes a su naturaleza social”), no podía convivir (ni combinarse) con la “propiedad privada”, ni mucho menos con el capitalismo (sea de estado o privado) y el imperialismo en los países en los cuales había entrado el ejército rojo.

C) Luego vino la guerra fría y Norteamérica se armó hasta los dientes para atacar a la URSS, mientras todos los periódicos del mundo hablaban de que sólo un milagro podía evitar la tercera guerra mundial. El compañero Germain, en acuerdo con las ideas de Pablo, se olvidó de un detalle (el mismo que olvidan los periodistas burgueses en sus análisis descriptivos y mecánicos): la lucha de clases a escala mundial. Y lanzó la teoría de que la guerra era inevitable, cuando estuviera listo el plan (de nuevo aparece aquí un “plan”) de armamento de los Estados Unidos. La lucha de clases tomada de conjunto era impotente para influir en este “plan” del imperialismo. Al igual que para los periódicos burgueses, para Germain sólo un milagro (él decía la revolución norteamericana), podía impedir la guerra mundial a corto plazo.

D) Tito había roto con la URSS y Mao había dirigido una gran revolución, la más grande desde la rusa. Había que dar una explicación de estos fenómenos. El compañero Germain olvidó que, para el trotskismo, la dirección pequeñoburguesa o burocrática que, obligada por las circunstancias, dirige una movilización (desde una huelga hasta la toma del poder), no deja por ello de ser pequeño burguesa o burocrática.

Y sacó una posición revisionista, que es una constante en los compañeros de la mayoría (tal cual lo han demostrado exhaustivamente los compañeros del SWP) y que podemos sintetizar así: “todo partido reformista y burocrático que dirija a las masas al poder, deja de ser tal”. Basándose en esta afirmación, Pablo, apoyado por Germain, llegó a la conclusión de que Tito, Mao y sus partidos, habían dejado de ser burocráticos y stalinistas y se aproximaban al marxismo revolucionario, y que, por lo tanto, la revolución política no estaba planteada en Yugoslavia y China. Hoy día, los camaradas de la mayoría vuelven a plantear su misma concepción revisionista de los años 51-56 con referencia a China.

Y así Pablo y sus amigos cerraron el círculo de sus análisis de la gran oleada revolucionaria de post-guerra, sin haber acertado un solo pronóstico serio.

E) Pero vino el nuevo ascenso europeo, el que se originó en los años 60, y al compañero Germain, asiduo lector de informes económicos y partidario de trasladar esos informes a sus conclusiones, no le fue mejor que antes. Como la peor situación económica se daba en Inglaterra, España y Grecia, esos tres países eran los que enfrentaban los “problemas más importantes”. Repitió así su error economicista del año 51 cuando, basándose en el plan de armamento norteamericano hizo su vaticinio del estallido de la guerra.

El compañero Germain, en lugar de tomar a la lucha de clases en su conjunto, y al factor económico como un elemento importante que había que tener en cuenta, hizo exactamente lo contrario: la ignoró.

Si hubiera actuado con el método marxista, se habría dado cuenta de que el movimiento estudiantil podía estallar en cualquier momento; de que Francia venía de solucionar agudos problemas coloniales (como la guerra de Argelia), que se combinaban con la guerra de Vietnam, y había una tradición izquierdista en el movimiento estudiantil; de que, en última instancia, el nuevo ascenso tenía que retomar las viejas experiencias y de que, finalmente, el movimiento obrero y revolucionario francés e italiano habían sido los más poderosos en la inmediata postguerra, y lógicamente tenían que reencontrarse. De nada de esto se dio cuenta Germain cuando hizo su vaticinio sobre Europa en la resolución del CEI de febrero de 1968.

F) El ascenso del movimiento estudiantil europeo llenó nuestras filas de entusiastas admiradores de la guerrilla guevarista y de la Cuba de Fidel Castro y comenzaron a ponerse de moda, cerca nuestro, las tesis guevaristas. Una de ellas sostiene que, cuanto más reaccionario es un régimen, mejores son las condiciones para la lucha armada; y, a la inversa, cuanto más democrático es, más se deterioran esas condiciones, hasta su desaparición práctica. Continuando con su tradición de seguir y hacer seguir a nuestra Internacional las modas que van apareciendo en la intelectualidad y el movimiento estudiantil europeos, los compañeros de la mayoría trasladaron esa tesis guevarista a nuestras filas. Por eso Frank escribió, en nombre de la mayoría del SU, la carta al SWP donde afirma que los únicos países latinoamericanos en los cuales no había posibilidades de lucha armada, eran Bolivia y Chile, donde existían “casualmente” en ese momento, regímenes con amplios márgenes democráticos. Un vaticinio opuesto por el vértice a lo que ocurrió.

G) Por último, la aparición de regímenes nacionalistas burgueses también tomó desprevenidos al compañero Germain y a sus amigos. Ellos venían de decir que no había perspectivas de regímenes de esas características que hicieron concesiones económicas y democráticas al movimiento de masas. Pero cuando éstos hicieron su aparición y el periodismo burgués comenzó a hablar de ellos, no pudieron menos que aceptar su existencia.

Pero, ¿cómo explicarlo? La minoría lo hacía en base a los; roces de las burguesías nacionales con el imperialismo y a la presión del movimiento de masas en ascenso. La mayoría, como no podía estar satisfecha con estas sencillas razones basadas en la situación de la lucha de clases recurrió entonces, nuevamente, al estudio erudito de los planes del imperialismo, en esté caso el “Informe Rockefeller”. Y de allí extraje la nueva categoría de “reformismo militar” y dedujo que un gobierno reformista, en este caso el de Allende, “muy bien podría ofrecer una variante democrática que vaya perfectamente con los proyectos de desarrollo que el neoimperialismo tiene para América Latina”. Es una desgracia para los autores de semejantes pronósticos, y mucho más para las masas chilenas y para Salvador Allende, que el imperialismo no hiciera tanto caso del “informe Rockefeller” como los compañeros de la mayoría.

Nuestra propuesta

Estamos a kilómetros de querer convencer a los nuevos camaradas de que no hemos cometido errores, o de querer hacer votar una resolución que justifique toda nuestra política pasada. Posadas siempre se rió mucho de que en todos nuestros informes orales y escritos sobre nuestro Partido nos detuviéramos morosamente en relatar los errores que habíamos cometido para sacar una conclusión. Éramos una dirección aislada, nueva, inexperimentada en el comienzo, que lógicamente tenía que cometer muchos errores. Se trataba de que entre todos cada vez cometiéramos menos.

Pero lo que nos distingue de la actual mayoría es el reconocimiento de nuestros errores y el que ellos no tengan un carácter sistemático.

Es por eso que al querido compañero Germain, camarada de 25 años en esta dura lucha por construir nuestra Internacional, le proponemos un acuerdo: firmar una declaración conjunta dirigida a los nuevos cuadros de la Internacional.

En ella deberíamos decir: “los abajo firmantes les aconsejamos estudiar sin miramientos todas nuestras posiciones pasadas, plagadas de errores de todo tipo. Lo hacemos porque queremos que ustedes no los repitan, ya que de lo único que estamos orgullosos es de nuestra trayectoria, y no de tal o cual posición. Nuestros errores obedecen a una razón profunda: somos una dirección que se construyó en medio del retroceso del movimiento de masas durante la guerra fría y del boom económico capitalista”.

Compañero Germain: si usted acepta, le hacemos la concesión de que agregue en la posdata lo siguiente: “aclaro que el compañero Moreno dijo en su vida política algunas estupideces mas que yo”. Y nos comprometemos a no formar una tendencia o fracción para corregir esa afirmación —en caso de que se publicara— pese a que la consideramos falsa.



[1] Maitán, Livio; “Experiences and perspectives of the armed struggle in Bolivia”, en Intercontinental Press, vol. 6, N° 28, septiembre de 1968, 706.

[2] Idem, pág. 706.

[3] Frank, Pierre, “Letter to the 1971 SWP Convention”, en International Internal Discussion Bulletin, 26 de julio de 1971.

[4] Germain, Ernest y Knoeller, Martine; “La orientación estratégica de los revolucionarios en América Latina”, en Boletín de Informaciones Internacionales (edición en español del Socialist Workers Party), N° 6, enero de pág. 4

[5] “Declaración de la Cuarta Internacional sobre el golpe de estado reaccionario en Bolivia”, en Quatriéme Internationale, año 29, N° 51, septiembre de 1971, pág. 11.

[6] Volante dirigido al Congreso Minero por el POR(C), publicado en Intercontinental Press, vol. 8, No. 18, 11 de mayo de 1970, p. 434.

[7] “Declaración del Comité Ejecutivo del POR(C)” del 11 de octubre de 1970, aparecido en Combate No. 3, primera quincena de noviembre de 1970.

[8] Combate, No. 3.

[9] Trotsky, León: “Kornilov y stalinistas en España”, 20 de septiembre de 1932, en La revolución española, Fontamara, Barcelona, 1977, vol. 1, PP. 244 y 246-7.

[10] Declaración del CE del POR(C), ob. cit.

[11] Trotsky, León: “Los ultraizquierdistas en general y los incurables en Particular”, 28 de septiembre de 1937, en La revolución española, ob. cit., vol. 2, p, 177 y The Spanish Revolution, Pathfinder Press, Nueva York, 1973, p. 296. (Citamos ambas versiones porque la frase entre corchetes no figura en la inglesa).

[12] Declaración del CE del POR(C), ob. cit.

[13] González, Hugo: “An interview”, en Intercontinental Press, vol. 9, No. 23, 16 de junio de 1971, p. 544.

[14] “Manifiesto del lo. de mayo de 1971 del POR(C)”, que cita Germain en “En defensa del leninismo, en defensa de la IV Internacional”, en Boletín de Informaciones Internacionales del PST(A) No. 7, p. 12.

[15] González, Hugo: “An Interview”, ob. cit.

[16] Combate, No. 1, 2a. quincena de junio de 1970.

[17] Combate, No, 2, 2a. quincena de julio de 1970.

[18] Trotsky, León: “El viraje en la Internacional Comunista y la situación en Alemania”, 26 de septiembre de 1930, en La lucha contra el fascismo en Alemania, Pluma, Buenos Aires, 1973, vol. I, pp. 34-35.

[19] Trotsky, León: “Waht next?”, en The Struggle Against Fascism in Germany, Pathfinder Press, Nueva York, 1971, p. 172.

[20] Combate, lo. de noviembre de 1970.

[21] Combate, No. 3, la. quincena de noviembre de 1970.

[22] Trotsky, León, “La revolución española y los peligros que la amenazan”, 28 de mayo de 1931, en La revolución española, ob. cit., vol. I, pp.

[23] Informe del CC ampliado del POR(C) de abril de 1971, aparecido en Intercontinental Press, vol. 9, No. 25, p. 599.

[24] Combate, No. 6.

[25] Germain, Ernest, “En defensa del leninismo, en defensa de la IV Internacional”, Boletín de Informaciones Internacionales, No. 7, pp. 27 y 28.

[26] “La universidad y el Comando Político de la COB” del POR(C), Revista de América, No. 6/7, octubre de 1971, p. 50.

[27] “An interview”, artículo citado.

[28] “The replacement of Siles”, Intercontinental Press, rol. 7, No, 41, 8 de diciembre de 1969, pp. 1100-1.

[29] “El gobierno Ovando y la situación boliviana”, ediciones Lucha Obrera, febrero de 1970, pp. 10 y sig.

[30] Volante al Congreso Minero ya citado.

[31] Combate, Nueva Época, No. 1, 15 de mayo de 1970.

[32] Combate, No. 2, del 15 de julio de 1970.

[33] Combate, No. 3, lo. de noviembre de 1970.

[34] Idem.

[35] Intercontinental Press, No. 25, 28 de junio de 1971.

[36] Idem, p. 599.

[37] Pág. 3.

[38] Idem.

[39] “El gobierno Ovando y la situación boliviana”, ob. cit.

[40] “Our rol in battling against the military coup”, Intercontinental Press, No. 38, vol. 9, l° de noviembre de 1971.

[41] Declaración del Comité Ejecutivo del POR(C) ya citada.

[42] “El gobierno Ovando y la situación boliviana”, ob. cit.

[43] “Tesis sobre la estructura, los métodos y la acción de los partidos comunistas” del III Congreso de la Internacional Comunista, en Los cuatro primeros congresos de la Internacional Comunista, Pasado y Presente, Buenos Aires, 1973, T. 2, pp. 100-101.

[44] Trotsky, León: El Programa de Transición, Pluma, Bogotá, 1977, p. 24.

[45] Trotsky, León: “¿Adonde va Francia?”. octubre de 1934, en ¿Adónde va Francia?, Pluma, Buenos Aires, 1974, p. 37.

[46] Idem, pp. 37-38.

[47] Declaración del CE del POR(C), ob. cit.

[48] Trotsky, León: “Una vez más, ¿Adónde va Francia?”, en ¿Adónde va Francia?, ob. cit., p. 91.

[49] “Our rol in battling against the military coup”, ob. cit.

[50] Declaración del SU, en Intercontinental Press, No. 32, septiembre de 1971.

[51] “An interview”, ob. cit.

[52] Intercontinental Press, vol. 9, No. 24, del 21 de junio de 1971.

[53] Idem.

[54] La Verdad, 30 de mayo de 1971.

[55] Combate, No. 2.

[56] Combate, No. 9, enero de 1972.

[57] Germain, Ernest: “En defensa del leninismo, en defensa de la IV Internacional”, ob. cit., p. 12.

[58] Combate, No. 3.

[59] Germain, Ernest. “En defensa del leninismo, en defensa de la IV Internacional”, ob. cit., p. 13.

[60] Idem.

[61] Trotsky, León, “Francia en la encrucijada”, 28 de marzo de 1936, en ¿Adónde va Francia?, ob. cit., p. 130.

[62] Intercontinental Press, No. 32, 20 de septiembre de 1971, p. 799.

[63] Combate, número especial de agosto-septiembre de 1972, p. 5.

[64] Revista de América, No. 8/9, mayo-agosto de 1972, p. 21.

[65] Combate, número especial citado.

[66] Germain, Ernest: “En defensa del leninismo, en defensa de la IV Internacional”, ob. cit., pp. 30 y 31.

[67] Idem.

[68] Combate, No. 9, enero de 1972, p. 14.

[69] Idem, p. 13.

[70] Idem. p. 14.

[71] Documento del FRA, Ediciones Liberación, Bolivia, noviembre de 1971, p. 6.

[72] Idem, pp. 7 y 8.

[73] Idem, p. 6.

[74] Moreno, Nahuel: “Carta a Hugo González”, reproducida por Revista de América, No. 6/7, pp. 40-43.

[75] Idem.

[76] La Verdad, No. 254, de marzo de 1971.

[77] Moreno, Nahuel: La revolución latinoamericana y argentina.

[78] Archivos del PST.

[79] Germain, Ernest: “En defensa del leninismo, en defensa de la IV Internacional”, ob. cit., p. 69.

[80] Avanzada Socialista, periódico del Partido Socialista de los Trabajado-res (Argentino), No. 31, del 27 de septiembre de 1972.

[81] Idem.

[82] Germain, Ernest: “En defensa del leninismo, en defensa de la IV Internacional”, ob. cit., p. 68.

[83] Avanzada Socialista del 7 de junio de 1972.

[84] Avanzada Socialista del 20 de septiembre de 1972.

[85] Avanzada Socialista del 15 de noviembre de 1972.

[86] Idem.

[87] Trotsky, León, “La revolución española y los peligros que la amenazan”, 28 de mayo de 1931, en La revolución española, ob. cit., vol. l, p. 134.

[88] Resoluciones del IV Congreso, junio de 1954.

[89] Germain, Ernest: “En defensa del leninismo, en defensa de la IV Internacional”, ob. cit., p. 70.

[90] 12. El PST ante las elecciones, ediciones del PST(A), pp. 3, 4, y 6.

[91] Idem.

[92] Archivos del PST.

[93] Idem.

[94] Intercontinental Press, vol. 9, No. 16, 26 de abril de 1971, p. 388. 138

[95] Idem.

[96] Idem.

[97] Maitán, Livio: “Atengámonos al tema y evitemos disgresiones”, en Boletín de Informaciones Internacionales del SWP, No. 6, enero de 1974, P. 147.

[98] Frank, Pierre, “Carta al Congreso del SWP”.

[99] La Gauche, 21 de abril de 1972.

[100] Maitán, Livio: “La crisis política y las perspectivas de la lucha revolucionaria en la Argentina”, 15 de noviembre de 1972, en Boletín de Informaciones Internacionales del PST(A), No. 2, noviembre de 1973, p. 15.

[101] Germain, Ernest: “En defensa del leninismo, en defensa de la IV Internacional”, ob. cit., p. 38.

[102] Idem, p. 42.

[103] Resoluciones del V Congreso y del CC y CE posteriores, p. 42.

[104] Germain, Ernest: “En defensa del leninismo, en defensa de la IV Internacional”, ob. cit., p. 18.

[105] Tendencia Mayoritaria Internacional, “La construcción de los partidos revolucionarios en la Europa capitalista”, Boletín de Informaciones Internacionales, No. 4, pp. 5 y 48.

[106] Idem, p. 48.

[107] Rouge, No. 200.

[108] Rouge, No. 164.

[109] Rouge, No. 167.

[110] Rouge, No. 216.

[111] Rouge, No. 170.

[112] Rouge, No. 174.

[113] Rouge, No. 176.

[114] Liga Comunista Revolucionaria, Documento nacional, pp. 167 y 161.

[115] Rouge, No. 186.

[116] Rouge, No. 190.

[117] Tendencia Mayoritaria Internacional, “La construcción de los partidos revolucionarios en la Europa capitalista”, doc. citado, p. 25.

[118] Maitán, Livio, “La crisis política y las perspectivas de la lucha revolucionaria en Argentina”, BII del PST argentino, No. 2, abril de 1973, p. 17.

[119] Esto nos valió la acusación de pronazis por parte de toda la izquierda argentina que, encabezada por el stalinismo, definía al peronismo corno un movimiento fascista.

[120] Idem, p. 17. 180

[121] Sacarse el saco era ser “descamisado”, como llamaba Perón a los simpatizantes de su movimiento.

[122] “Resolución adoptada por la Conferencia Internacional de abril de 1946”, en Quatriéme Internationale, abril-mayo de 1946, pp. 14-15.

[123] Idem.

[124] Germain, Ernest, “La ruina de la economía alemana”, Quatriéme Internationale, enero de 1948, p. 31.

[125] Idem, p. 39.

[126] Quatriéme Internationale, diciembre de 1946, p. 46.

[127] Quatriéme Internationale, diciembre de 1946, p. 39.

[128] “Faux Fuyant et confusión: ou de l’art de couvrír la retraite”, Bulletin de La Verité, julio de 1951, pp. 5 y 7.

[129] Frente Proletario, órgano del POR argentino, 5 de diciembre y 12 de diciembre de 1953.

[130] Quatriéme Internationale, julio-agosto de 1954. p. 41.

[131] Quatriéme Internationale, número especial, diciembre de 1957, p. 54.

[132] “Tesis Internacionales”, Palabra Obrera, 1963.

[133] Idem.

[134] Idem.

[135] Idem.

[136] Idem.

[137] Resolución del CEI de la IV Internacional, febrero de 1968.

[138] Frank, Pierre, “Letter to the 1971 SWP Convention”, ob. cit.

[139] Blanco, Hugo: “Carta a Livio Maitán”, 17 de octubre de 1970. Boletín de Informaciones Internacionales del SWP No. 3, octubre de 1973, p. 110.

[140] Mandel, Ernest: “Imperialismo y burguesía”, Revista de América, julio-octubrede 1971, pp. 33 y 34.

[141] La Gauche, 8 de enero de 1971.

[142] La Verdad, 15 de diciembre de 1971.

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